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¡Uff! el oficio a salvo / Hoja de apuntes

¡Uff! el oficio a salvo / Hoja de apuntes
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Enrique Alfaro

Cuando TV Azteca creo una sección humorística con muñecos de peluche que representaban a personajes de la política y la cultura, hace más de 30 años, el destacado periodista y escritor Germán Dehesa Violante solicitó al Instituto Nacional del Derecho de Autor el registro de su identidad física para poseer los derechos de autor sobre su propio rostro. Si se les ocurre hacerme un muñeco de “peluche” tendrán que pedirme permiso y ya veré si lo autorizo, era la lógica de influyente y humorístico líder de opinión.

Germán de por sí era fácilmente caricaturizable pues poseía una amplia calva y grandes orejas. El Indautor estudió su solicitud y se la negó. Algunos caricaturistas estuvimos pendientes del tema por las implicaciones que para nuestro trabajo tenía el que se otorgara derechos de autor de los rostros. Llevada la interpretación al extremo, temíamos, estaría vedada la caricaturización de políticos.

Hace unos días, en Dinamarca se dio a conocer una iniciativa de ley que busca combatir los deepfakes al otorgar derecho de autor sobre rostro, voz y cuerpo, del propio solicitante. Nuevamente me preocupé. Sin embargo, al indagar sobre la propuesta me tranquilicé.

Esto es lo que los medios informan sobre el tema:

“Dinamarca se prepara para enfrentar los riesgos de la inteligencia artificial generativa con una ley pionera en Europa: otorgar a cada persona derechos de autor sobre su imagen, voz y cuerpo. La reforma busca proteger la identidad digital frente al uso no autorizado por tecnologías que imitan rostros, expresiones o formas de hablar de manera casi perfecta.

“El objetivo es dar herramientas legales a los ciudadanos para exigir la retirada de contenidos generados por IA que imiten su identidad sin consentimiento. La medida también contempla compensaciones económicas para quienes resulten afectados. Artistas y figuras públicas también estarán protegidos si su actuación es replicada digitalmente sin permiso.

“Con esta reforma, Dinamarca marca un límite a la tecnología: no todo lo que puede hacerse debe permitirse. El mensaje del gobierno es contundente: nadie debe ser transformado digitalmente sin su autorización para fines ajenos, ya sean comerciales, manipulativos o simplemente maliciosos.”

Y la salvedad del tema:

“El proyecto deja claro que no busca censurar la expresión artística ni el humor. Parodias, sátiras y obras creativas seguirán siendo legales, siempre que no vulneren los derechos de identidad personal. La diferencia está en el consentimiento y en la intención detrás del contenido: reírse de una figura pública no es lo mismo que suplantar su identidad con fines engañosos.

“Esta legislación no busca limitar la innovación, sino garantizar que la tecnología respete los derechos fundamentales. El enfoque es equilibrado: proteger sin prohibir, fomentar la creatividad sin abrir la puerta al abuso.”

¡Uff! El oficio está a salvo.

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