Juan Carlos Cal y Mayor
A mí no me extraña en absoluto el triunfo de Trump. Inconscientemente lo celebro, y sé que en nuestro país la idea no es popular… Resulta paradójico, pero la postura de Trump respecto a México, particularmente en contra del crimen organizado, es un augurio de esperanza ante la inacción del gobierno mexicano, que ha provocado el florecimiento de la violencia. Nuestro gobierno ha llegado al extremo de incomodarse por la aprehensión de “El Mayo” Zambada, como si en los hechos lo protegiera y tuviera un acuerdo con los criminales, tal como en su momento lo hiciera García Luna, a quien tanto han satanizado.
Migración
Lo mismo ocurre con el fenómeno migratorio. La ambigüedad de nuestras acciones en la materia ha estimulado la migración con una política de puertas abiertas, provocando un éxodo de migrantes que se han quedado en México y que ya no podrán cruzar tan fácilmente a los Estados Unidos. Se están estancando en nuestro país. En pocas palabras, Trump no está dispuesto a seguir tolerando que el fentanilo -y los migrantes- invadan Estados Unidos sin que México haga nada. Créame, ellos sí saben cómo actuar. Bastaría un ataque certero para descabezar a todos los capos criminales. Aunque parece difícil, Trump utilizará todos los mecanismos para presionar al gobierno de Sheinbaum y dejar de lado la mamarrachada de los “abrazos en vez de balazos”.
El T-MEC
Otro gran tema es el Tratado de Libre Comercio, el T-MEC. Trump tampoco está dispuesto a que su principal socio haga el trabajo a los chinos para invadir comercialmente el mercado norteamericano. No se puede “chiflar y comer pinole”: jugar a las vencidas con tu socio principal coqueteando y colaborando con su archienemigo comercial. México ha venido haciendo todo lo posible para poner trabas a los inversionistas al eliminar organismos reguladores y, ahora, al debilitar el poder judicial con jueces a modo, al estatizar empresas que compiten en el mercado sin importar sus pérdidas, e impedir la producción de energías baratas y más amigables con el medio ambiente. Uno de cada cuatro empleos en México depende ahora de nuestra relación comercial. Solo la industria automotriz genera más de un millón de empleos, y aquí se fabrican principalmente autos y autopartes que se exportan a los EE. UU.
La relación se va a complicar, no tengamos duda. Trump puede ser amigable con México, pero no cederá en sus pretensiones. México y su gobierno orgullosamente izquierdista enfrentarán la disyuntiva de seguir apoyando a las dictaduras de Venezuela y Cuba; solo falta que empiecen a criticar al “imperialismo yanqui”. Podrán seguir asumiendo políticas estatistas, poniendo frenos al libre comercio o no ceder a las presiones, a riesgo de que la economía se desplome, lo cual pondría en riesgo la hegemonía política prevaleciente. Los estadounidenses sí pueden vivir sin depender de nosotros, pero nosotros no podemos darnos ese lujo. La economía norteamericana representa más del 40 % de nuestro PIB y es 15 veces superior a la nuestra.
Cómo entender el triunfo sin prejuicios
Es cierto que Trump ha tenido expresiones desagradables contra los mexicanos y los indocumentados en general, pero no contra todos. El error es sentirse incluido dentro de esos agravios. Yo sí creo que un país tiene derecho a proteger sus fronteras, aplicar la ley y solo permitir la migración legal, autorizada y supervisada. La inmigración fuera de control ha convertido a Estados Unidos en receptor de todos los que huyen de países fracasados por sus ideas socialistas, sus modelos económicos fallidos y sus dictaduras descaradas.
Invasión migratoria
En Europa sucede lo mismo. Hay una invasión de inmigrantes de países fracasados, principalmente musulmanes, que se han instalado por millones con miles de mezquitas. El problema es que no se adaptan a los países a los que migran; siguen fieles a la Sharía, su código religioso, al que obedecen por encima de las leyes de los países que generosamente los acogen. Imponen el uso de la burka incluso en los colegios y crean guetos de los que expulsan, de forma intolerante, a los nacionales de los países que los reciben.
Tráfico de personas
Es cierto que los migrantes son “necesarios” por la falta de mano de obra y la disminución de las tasas de crecimiento poblacional, pero Trump ha insistido reiteradamente en que esa inmigración debe ser legal. ¿En qué nos ofende? Pues no debería. Lo cierto es que literalmente millones han cruzado la frontera con Estados Unidos y pretenden seguir haciéndolo. No debería ser así, tampoco en Europa. Ahora resulta que el “voto latino” y el de otras nacionalidades puede determinar el triunfo de candidatos en los países que los acogen. Eso debería cambiar ya, nos guste o no. También debería cambiar en nuestro país, ya que ahora estamos inundados de migrantes por todos lados. Migrar es un derecho, pero hay que hacerlo legalmente, ya que además el tráfico de personas es otro negocio de la delincuencia organizada, que incluye la complicidad de las propias autoridades migratorias.
Conservadores
Otro elemento a favor de Trump es la defensa de los valores de occidente contra la guerra cultural de los llamados “progres” y la cultura “woke”, que están destruyendo las familias como célula de la sociedad. No se trata de volver al confesionalismo, sino de defender los valores y la cohesión cultural. Precisamente eso es lo que está destruyendo la ideología progresista, y por ello hay un resurgimiento del conservadurismo en defensa de sus valores, que están siendo severamente afectados. Esta es la amenaza más grande que enfrenta occidente: la invasión cultural está desmantelando sus cimientos. Las familias tradicionales no están dispuestas a cruzarse de brazos, y para ellos el triunfo de Trump significa una esperanza.
Más nos vale
Así que más nos vale que la presidenta reconsidere su postura, sobre todo ahora que se ha consumado el golpe letal contra el poder legislativo. Los capitales no tienen patria. Los fondos de inversión orientan a sus inversionistas hacia países que los garanticen. México va en camino contrario. Trump es una amenaza para quienes promueven la inmigración ilegal como un derecho humano, para los gobiernos asociados con el narcotráfico, para los “progres” y la cultura “woke”, para los estatistas que creen en el estado paternalista, que siempre resulta un pésimo administrador y un competidor desleal en el mercado. Por supuesto, esto no nos incluye a todos, y no por eso somos traidores a la patria ni amenazamos la soberanía. Simplemente observamos lo que ha sacado adelante a muchos países y queremos que nuestro país también lo logre.