Por Armando Rojas Arévalo
BEATRIZ: Como uno más y ejerciendo mis derechos ciudadanos de protestar por lo que considero indebido, hoy me sumé en la Ciudad de México a la marcha en favor del INE. Sin triunfalismos, sin ganas de restregarle en la cara al presidente de que una imponente cantidad de mexicanos estamos hartos de sus descalificaciones y hasta temerosos de que su gobierno aniquile las libertades y la democracia, caminé un buen trecho y mis gritos se unieron a los miles en un coro monumental que significó un impresionante ¡basta ya!
Fue una mañana emotiva. Adultos, jóvenes y hasta familias enteras, incluyendo gente mayor en sillas de ruedas, beneficiaria de la pensión de “bienestar”, se hicieron presentes.
Ni las limitaciones impuestas por la “contingencia ambiental” inventada por la jefa de gobierno para minimizar la concentración, ni la presencia de grupos de choque que increpaban e insultaban a los manifestantes, hicieron decaer el ánimo y el espíritu pacifista.
En el Monumento a Cuitláhuac, un grupito de “chairos” gritaba loas a LÓPEZ OBRADOR y a su reforma y fueron ahogados por el coro “el INE no se toca”. Otro pequeño grupo, el de los “pueblos indígenas”, trató de meterse al contingente para romperlo y hay que reconocer la intervención de la policía para impedirlo.
En suma: Fue una prueba de que cuando la gente quiere, lo logra; de que cuando se cansa, atraída por una causa común, se manifiesta con valor.
Llegar al sitio de reunión, el Ángel, fue una hazaña. Tuve que dejar mi carro a tres cuadras de ahí y caminar. Pero no importó. Dos horas después, cuando WOLDENBERG terminó de halar en el Monumento a la Revolución, seguían llegando contingentes. Anoté a grupos de Chiapas, de Guanajuato y Puebla.
“Dejamos atrás el país de un solo partido, de un presidencialismo opresivo, de elecciones sin competencia ni opciones auténticas, de poderes constitucionales que funcionaban como apéndices del Ejecutivo, de medios de comunicación mayoritariamente oficialistas, para abrirle paso a la expresión y recreación de la diversidad política, a elecciones libres, disputadas y creíbles, a Congresos plurales, gobiernos de diferente orientación, pesos y contrapesos en el entramado estatal y sin duda una espiral virtuosa que amplió el ejercicio de las libertades”, dijo WOLDENBERG. .
La protesta fue en varias partes del país. Lo mismo en Cuernavaca que en Tuxtla Gutiérrez, Puebla o Oaxaca. Ocurrió en 45 ciudades. La consigna fue la misma: al INE no se toca, o lo que es lo mismo: México quiere democracia y libertades. ¡No a la dictadura!
Los que fueron a las marchas, qué bueno; los que no pudieron, por enfermedad, por limitaciones de la vejez o por limitaciones que tienen en la movilidad, seguramente comparten el mismo sentimiento. ¡Basta!
Seguramente mañana, en su podio de Palacio Nacional el presidente tratará de descalificar a la protesta. ¿Qué podría decir? No sé. Tiene un vocabulario de descalificaciones bastante amplio, hay que reconocerlo. Sabe manejar muy bien la diatriba.
Tiene mucho coraje. Más, porque seguía celebrando su cumpleaños en La Chingada, o sea, su quinta de Tabasco.
Hoy, varias cosas quedaron de manifiesto.
LA PRIMERA: No se va a salir con la suya tan fácilmente. La sociedad mostró su decisión de defender y proteger lo que quiere.
LA SEGUNDA: El grito de “El INE no se toca” fue, no sólo por la sobrevivencia de un organismo, sino por la libertad y la democracia.
LA TERCERA: Su sicaria está derrotada desde ahora.
LA CUARTA: No lo dijo el coro, pero el espíritu de la marcha fue ¡al carajo! su apotegma “al diablo las instituciones”.
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