1. Home
  2. Columnas
  3. Tom Brady: 23 años, 7 anillos y una estatua que ni sus haters pueden ignorar / Sarcamo y café

Tom Brady: 23 años, 7 anillos y una estatua que ni sus haters pueden ignorar / Sarcamo y café

Tom Brady: 23 años, 7 anillos y una estatua que ni sus haters pueden ignorar / Sarcamo y café
0

Corina Gutiérrez Wood

Lo confieso: soy fan de los New England Patriots desde antes de que Tom Brady apareciera. Y cuando lo hizo, no me subí al tren porque estuviera lleno, sino porque él lo convirtió en un tren bala. Lo que empezó como una curiosidad de sexta ronda se convirtió en una religión (de esas que no te piden diezmo, pero sí paciencia para soportar a los haters).

En la historia de la NFL hay nombres que marcan épocas. Algunos brillaron con talento puro. Otros, con carisma o inteligencia. Pero uno solo desafió el tiempo, los sistemas, las generaciones y las probabilidades. Ese nombre es Tom Brady.

No fue un mito sin grietas. Perdió Super Bowls, cometió errores, protagonizó polémicas. Y,aun así, o precisamente por eso, se convirtió en el quarterback más grande de todos los tiempos.

Brady llegó a la liga sin ruido, sin músculos de portada, sin velocidad de videojuego. Fue la selección número 199 del Draft del 2000. Mientras los equipos buscaban bíceps explosivos, los Patriots encontraron cerebro, sangre fría y una ética de trabajo que no se medía en repeticiones, sino en obsesión.

“Nunca pensé que todo me lo merecía. Siempre sentí que tenía que ganármelo.” — Tom Brady

En 2001, una lesión de Drew Bledsoe lo puso en el campo. Desde entonces, nunca más soltó el puesto. Ganó su primer Super Bowl ese mismo año. Y lo que siguió no fue una buena racha: fue el inicio de una dinastía.

Su carrera no fue una línea recta. Perdió tres Super Bowls, dos de ellos contra Eli Manningy los Giants, incluyendo la dolorosa derrota de 2007, cuando los Patriots llegaron invictos y cayeron en los últimos minutos ante los New York Giants. Un año que pudo consagrarlo con la temporada perfecta, terminó con una jugada que ya es leyenda: “el casco atrapando un milagro”.

En los momentos decisivos del partido, el receptor David Tyree hizo una atrapada casi imposible: sujetó el balón contra su casco mientras era presionado y caía al suelo, evitando que la pelota tocara el pasto y manteniendo viva la ofensiva de los Giants. Una jugada tan improbable que parecía que el casco tenía vida propia y decidió ayudar a los Giants a arruinar la fiesta de los Patriots.

Y claro, ninguna carrera legendaria está completa sin su telenovela:

Spygate (2007): aunque él no estuvo directamente implicado, su equipo fue acusado de grabar señales defensivas. Porque aparentemente, la NFL descubrió que ver videos de tus rivales es peor que golpearte la cabeza 200 veces por temporada.

Deflategate (2015): lo acusaron de jugar con balones ligeramente desinflados. Brady fue suspendido 4 partidos. El país se dividió: algunos lo defendieron, otros lo condenaron, y otros simplemente pensaron: “¿De verdad estamos hablando de aire en una pelota?”.

Él lo negó. Otros lo dudaron. Muchos lo odiaron.

“No soy un tramposo. Nunca lo he sido.” — Brady, tras la sanción

Lo que nadie puede negar es que, cada vez que intentaron enterrarlo, salió del hoyo con un anillo nuevo en el dedo.

Después del Deflategate, Brady volvió con ganas de callar bocas, y lo hizo en el SuperBowl LI, el partido más cardíaco que la NFL haya visto, digno de guion de Hollywood. Los Patriots estaban perdiendo 28-3 contra Atlanta en el tercer cuarto. Para cualquiera, eso es “apaga la tele y vete a dormir”. Pero no para Brady.

Fue como ver un thriller en el que el protagonista, contra toda lógica y sin efectos especiales, empieza a reconstruir el desastre. Pase tras pase, jugada tras jugada, la remontada fue tomando forma. El empate llegó como en las películas: en los últimos minutos, con todos mordiéndose las uñas (en lo personal mis gritos podían escucharse hasta allá, si hasta Chiapas) y las cámaras buscando a fanáticos a punto de llorar. En tiempo extra, Brady coronó la historia con el touchdown que cerró el 34-28 final.

Si esa remontada hubiera sido ficción, la habrían rechazado por “poco creíble”. Pero Brady lo hizo en vivo, en la tele, y frente a millones de haters que tuvieron que tragarse el final.

Brady jugó 23 temporadas, abarcando tres décadas (2000, 2010 y 2020) y manteniéndose competitivo en todas ellas. Terminó con 89,214 yardas por pase, 649 pases de touchdown, 3 MVPs de temporada regular y 7 anillos de Super Bowl en 10 apariciones, más que cualquier otra franquicia entera. Además, fue MVP del Super Bowl en 5 ocasiones y lideró la liga en yardas por pase 4 veces.

Y no, tampoco es que lo considere un héroe o un dios. No es una figura mítica salida de una novela de caballería. Es un jugador de fútbol americano. Solo que uno que redefinió lo que significa ganar. Y los que lo odian, bueno, esos no tienen palabras para tirarle hate. Al final, cuando no puedes discutir las estadísticas, ni la historia, ni el legado, solo queda el silencio incómodo o las indirectas en Twitter.

Como lo dijo Ray Lewis, uno de los linebackers más feroces y respetados de la NFL, conocido por su voz de trueno y sus 2 anillos de Super Bowl con los Baltimore Ravens

“Brady no te ganaba con velocidad. Te ganaba con el reloj. Con la mente.” 

Incluso quienes mejor entienden el juego reconocen su grandeza:


Joe Montana: “Sí, es el mejor.”
Peyton Manning: “Lo que hizo durante tanto tiempo… nadie más lo ha hecho.”

Mahomes: “Todos estamos intentando alcanzarlo. Pero él está en su propia liga.”
Bill Belichick: “No hay nada comparable a lo que hizo Brady durante tanto tiempo.”
Jerry Rice: “No importa qué estadísticas mires, Brady está en otro nivel.”
Tony Romo: “Tom Brady es el ejemplo perfecto de lo que significa la preparación y la mentalidad ganadora.”

En 2020, dejó a los Patriots. Muchos pensaron que la magia había terminado. Pero a los 43 años, llegó a Tampa Bay y ganó su séptimo Super Bowl en su primera temporada. Sin Belichick. Sin su sistema. Sin excusas. Solo con esa cara de “te dije que no estaba acabado” y un brazo que seguía facturando victorias.

Y así, el 8 de agosto de 2025, los Patriots develaron su estatua frente al Gillette Stadium. Trofeo en mano, mirada fija, rostro sereno. No fue solo un pedazo de bronce: fue un recordatorio eterno para las defensas que alguna vez lo sufrieron. La ironía es que ahora sí está quieto, después de 23 años de no hacerlo ni un domingo.

Porque al final, Brady no fue invencible. Fue humano. Y aun así, nadie lo alcanzó.
No se trata de no caer. Se trata de cuántas veces te levantas. Y qué haces después.

Tom Brady: el hombre que empezó como una nota al pie en un drafty terminó como una estatua que ni el tiempo, ni las defensas, ni los haters podrán derribar.

LEAVE YOUR COMMENT

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *