Sr. López
Tío Neto sin tacto ni mesura, opinaba de todo y en especial de los hijos ajenos. Atosigaba a todos con consejos no pedidos hasta que le metió bronca a la prima Silvia por cómo educaba a sus hijitos, pero delante de la deslenguada tía Victoria (la que tuvo más colchones que la cadena Sheraton), que lo paró en seco: -Ya estuvo bueno, Ernesto, mejor te hubieras ocupado de tus hijos, uno briago, otro vago y el chico, no estudia fuera, está preso -se dejó de ver al tío Neto… nadie lo extrañó.
No se tiene que pertenecer a una organización para poder carcajearse por sus pifias; igual que no se tiene que ser cantante profesional para criticar al tenor quedesafina; ni ser bailarina de ballet para abuchear a la que danza como rana. Faltaba más.
Esto, por si alguien piensa que solo los católicos practicantes tienen derecho a criticar actos de la jerarquía o los sacerdotes de esa religión. No.
Antes de entrar al asunto se advierte que con luces y sombras esa religión romana, le guste o no a los que no les gusta, es el pilar de la civilización de Occidente; si se esfumara, desaparecería si no toda, sí la mayor parte de la cultura; entre miles de cosas la escritura musical y el nombre de las notas (creación de un monje benedictino, en el siglo XI, Guido de Arezzo, el ‘padre de la música’, poquita cosa); aparte de que esa religión creó las universidades, el derecho internacional y sus frailes y curas han desarrollado y desarrollan, avances científicos, aunque en prensa y libracos, se suprima la condición clerical de tantas lumbreras del saber… unos ejemplos: Copérnico era monje; Gregor Mendel, el de la genética, sacerdote; Lemaitre, el que propuso lo que hoy llaman teoría del Big Bang (antes que Hubble), también era sacerdote; y el mero padre de la contabilidad, Luca Pacioli, fraile franciscano.
Sí, también ha tenido monstruos, pero el saldo es abrumadoramente favorable a una institución milenaria que por algo en este mundo, es referente moral, éticoy político, respetada por dueños de mucho dinero,poder y bombas atómicas.
Lo anterior a cuento de una nota de prensa que apareció ayer: “Sacerdotes contra el genocidio” celebró la tregua en Gaza, pero advirtió que “la paz aún está lejos”. Su lema es “Cristo murió en Gaza”. ¡Vaya!
Se anunció la creación es esta cosa, el 15 de septiembre de este año, hace un mes. Tardoncitos.
Dirá alguien de buena fe que eso no tiene nada de malo y no lo tiene. Otro, bienintencionado, pensará que apenas hacen bien los sacerdotes en preocuparse por tamaño asunto, y sí, hacen bien.
Los promotores de esto declararon al anunciar su fundación: “No podemos permanecer en silencio ante masacres, violencias y violaciones del derecho internacional. Con la misma fuerza con la que condenamos la masacre del 7 de octubre (contra los judíos), condenamos también la respuesta desproporcionada contra el pueblo palestino”. Suenabien.
Para este maleado junta palabras, esas galanas palabras son de curas haciendo lo políticamente correcto y son un despropósito, no porque el pueblo palestino no merezca defensa, no, sino porque no existe una organización de sacerdotes que defienda a los católicos perseguidos… eso no vende, claro que no, lo que vende es hablar de los perversos que entre sus filas tienen como en toda institución, es la pasta humana.
Sí se necesita hilar muy grueso para, siendo sacerdote, emprender la defensa de los gazatíes (que la merecen, eso no está en duda), sin mover un dedo por los católicos que son perseguidos, desposeídos, expulsados y asesinados por el Estado Islámico (no confundir con Hamás, ni se hablan). No hay organización internacional de sacerdotes católicos para la defensa de los fieles católicos ni cristianos.
No es asunto menor, pasa en Irak, Siria, Egipto, Libia, República Democrática del Congo, Mozambique, Nigeria y Corea del Norte entre otros países. No son raras las masacres, conversiones forzadas, violaciones, esclavitud sexual y destrucción metódica de sus sitios históricos y de culto. En Irak, a la caída de la enorme ciudad de Mosul, el estado Islámico informó a los cristianos y católicos que para antes del 19 de julio de 2014, pagarían un impuesto especial (‘yizia’ o ‘jizia’, vaya usted a saber), o serían ejecutados; después, todos fueron expulsados, luegode 1,600 años de cristianismo en la ciudad. No se andan con chiquitas.
El Vaticano hace gestiones diplomáticas desde sus nunciaturas, pisando quedito porque sabe de los moditos de esa gente. La abierta defensa de cristianos y católicos, la dan otros: lo declararon genocidio en 2016, el Parlamento Europeo, la Cámara de Representantes del Congreso de los EUA, el Departamento de Estado y el Parlamento Británico. Por esto es casi un insulto eso de los sacerdotes contra el genocidio de palestinos… sin orden y jerarquía no hay virtud, señores curitas.
Y póngase listo: en Israel el gobierno de Netanyahu, influido por el sionismo extremo, también persigue católicos.
Pensará usted que todo esto le interesa menos que el clima en las Malvinas. Tiene razón. Nada más que los brutales excesos de esas organizaciones extremistas de un Islam mal interpretado, se asientan en sus creencias fundamentalistas y en una cosa que a lo mejor le resulta familiar: decolonizar (o descolonizar, no vamos a pelear por la palabra).
Esos quieren expulsar toda influencia colonialista de Occidente de sus tierras. El catolicismo y cristianismo en general, para ellos, es una intromisión, algo ajeno a su cultura tradicional. Y obran en consecuencia, dividiendo a la sociedad, polarizándola y sembrando odio, tras un falso valor indigenista (al estilo de allá).
La Presidenta por real convicción y algunos gobernadores (por acomodaticios), ya están en lo de impulsar la decolonización con la soterrada influencia de un difunto marxismo-leninismo resucitado en chavismo, del infame ese del Hugo Chávez, que arruinó su país y provocó el éxodo de siete millones.
Siembran vientos con la tranquilidad de que ellos no cosecharán las tempestades.