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Tabasqueñizar México / La Feria

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Sr. López

 

“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, escribió el justamente afamado Augusto Monterroso. Bueno, cuando pase todo y tengamos nuevo Presidente de la república, el monstruo seguirá ahí.

 

México, el lunes 2 de julio, ahí va a estar, idéntico al del sábado 30 de junio, con todo lo mucho bueno que tiene, y con los mismos graves problemas que también tenemos.

 

Se puede pronosticar quién ganará las elecciones, si pronosticar es predecir algo futuro a partir de indicios (como define el diccionario), siempre y cuando los indicios sean ciertos; si no, no.

 

Respecto de las elecciones (¡en México!), el pronóstico puede ser muy equivocado si las premisas son que a la masa electoral nos interesa la política, nos informamos bien y decidimos con la razón (no somos así); peor, si se piensa que los comicios no sufrirán la influencia maléfica de ningún interés ajeno a la más casta democracia; y más errado, si incluimos en la ecuación lo que con nuestro tradicional humorismo serio llamamos “encuestas”, que cuando no son simples mentiras, son un inútil chacoteo aritmético, adición de sumandos ficticios o irreales… a menos que piense que los tenochcas estándar jamás le mentimos a un desconocido.

 

Vale advertir ¡por supuesto! que no es lo mismo la elección del señor Alcalde de Jicotlán, Oaxaca (93 habitantes), que la del Presidente de la república.

 

En los comicios municipales se dan las más duras batallas (no siempre). En las elecciones estatales, la cosa la complican los gobernadores en funciones que hoy fungen de virreyes, sin sujeción a la autoridad máxima que antes los disciplinaba desde la capital del país (a telefonazos).

 

Son las elecciones federales las más vulnerables: un elector de Durango no tiene idea de qué pasó en Yucatán, ni uno de Chiapas en Coahuila; por eso pasa lo que pasa y el Trife se limpia con el INE y con todos: nadie abarca todo el territorio nacional ni sabe qué hicieron tantos millones de electores y encima, el resultado anunciado es influido por enormes intereses nacionales y extranjeros.

 

Por eso antes se separaban las elecciones y por eso, es una infeliz idea juntar todos los procesos: estos comicios pueden ser un despelote general. De un tirón vamos a elegir: un Presidente y otros 3,325 cargos; y el sacro voto tenochca, será consignado en 460 mil actas de casilla… facilito.

 

Así las cosas, la lógica y la razón permiten pronosticar el indudable el triunfo del único candidato presentable y capaz, Meade (postulado por los partidos que sean, que él no pertenece a ninguno), pero puede pasar el exacto opuesto y que gane ya saben quién, su exacto opuesto, porque don Peje tiene una trayectoria llena de prietitos y prietotes y es del todo incapaz para el cargo: no sabe de administración pública, derecho, economía ni de nada distinto a la grilla, que no política.

 

El pronóstico favorece a Meade, por varios motivos: primero, porque la verdad, la verdad, a la mayoría no nos interesa tanto el asunto; segundo, porque el capital le tiene horror al riesgo y México significa cantidades inimaginables de dinero: el año pasado importamos arriba de 420 mil millones de dólares (somos un clientazo), y recibimos 29 mil 695 millones de dólares de Inversión Extranjera Directa (no especulativa, para empresas que generan empleo y producción).

 

No, este país no es moco de pavo, y atrás de todo ese dinero hay personas y gobiernos con proyecto geopolítico como nuestro amable vecino del norte. A esa gente y esos países, pensar que tal vez, puede ser, a lo mejor les cambian algunas reglas, por ejemplo en el sector energético, les saca ronchas y puede provocar la salida de 50 mil millones de dólares (mdd) y perder 200 mil mdd de inversiones, dicen los que dicen que saben de estas cosas tan complicadas, que uno entiende mejor a brocha gorda: si nos ponemos nuestros moños, recogen sus cosas y dejan de venir.    

 

Sin embargo, el pronóstico racional no siempre coincide con lo que sucede en la realidad: no es imposible que gane el Pejetrolero. Si ya llegó a arreglos en lo oscurito con suficientes gobernadores, nos puede dar un susto… y prepárese a saber lo que es el despotismo no ilustrado.

 

¿Le parece exagerado lo de “despotismo no ilustrado”?… bueno, entérese: ayer en su cierre de campaña en Tabasco prometió “(…) vamos a seguir el ejemplo de ese gran gobernante, Francisco J. Múgica y vamos con ese ejemplo a tabasqueñizar a México, se va a tabasqueñizar México”.

 

¡Oook!… nada más que el respetado general Múgica, fue gobernador de Tabasco un año y nueve días (4 de septiembre de 1915 a 13 de septiembre de 1916), y como que tomarlo de ejemplo para el México del siglo XXI, está de pensarse, aparte de haber sido un “(…) revolucionario radical, enemigo tanto de la Iglesia como del capitalismo extranjero” (‘Las elecciones de 1940’, de Michaels L. Albert; Historia Mexicana; Vol. 21, pp. 80-134; El Colegio de Mexico).

 

Ese es el personaje que se compromete el Pejehová a tomar como ejemplo para su gobierno, el mismo que escribió el 13 de julio de 1939 (carta a Pedro Mazón), cuando se le cebó ser candidato a la presidencia: “(…) la contumacia conservadora piensa todavía en lograr éxito para sus aspiraciones (…) debemos hacer un esfuerzo de firmeza y energía para contrarrestar el proceso electoral reaccionario que está en acción (…)” Según Silvano Barba González, que fue en un tiempo secretario privado de Cárdenas, el Presidente, antes de las elecciones, había señalado cómo Múgica perdía con frecuencia el control de sí mismo, en momentos de ira. “Usted puede imaginar”, dijo Cárdenas a Barba González, “qué haría siendo Presidente en un momento de esos (…)” (Las citas son de la misma obra).

 

Pero si tiene usted la esperanza de que el Peje ya montado se comporte… ¿quién le gusta de sus seguidores para sucesor de él?: ese es el principal problema de que llegue a Presidente: no nos jugamos un sexenio nos jugamos el futuro… pero el que avisa no es traidor, ya se comprometió: nos va tabasqueñizar México.

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