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Tabasco: pleito sin fin / De Primera Mano

Tabasco: pleito sin fin / De Primera Mano
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RODULFO REYES

 

Si Adán Augusto Hernández López cumple su palabra y el 31 de diciembre que rinda protesta como gobernador de Tabasco decide ponerle fin a las vendettas sexenales, estaría acabando con un largo período caracterizado por los ajustes de cuentas entre grupos políticos.

Desde la noche del 1 de julio que se alzó con la victoria hasta hace un par de días, el notario con licencia ha estado insistiendo en que viene a reconciliar a los tabasqueños y que en su gestión no habrá cacería de brujas.

Ha dicho, claro está, que conciliación no significa impunidad y que si se detecta que funcionarios de esta administración cometieron irregularidades, se va a aplicar la ley.

A temas como el sobreprecio de al menos 60 millones de pesos en que se adquirió el predio para la instalación de la Zona Económica Especial (ZEE) de Paraíso, que terminará de investigarse la próxima administración, no puede dársele carpetazo.

Si se comprueba que el presupuesto de algún Ayuntamiento se destinó para fines electorales y se demuestra que algunas comunas dejaron de darle mantenimiento a las plantas potabilizadoras de agua para usar el recurso con otros fines, debe procederse penalmente.

Cuando una autoridad llega con ánimos de venganza se desgasta, pues pierde tiempo en la persecución de sus adversarios y gasta recursos e imagen en consumar su intención de desquitarse de alguna afrenta.

La tarea del nuevo gobierno no es fácil: los políticos tienen pleitos acumulados por más de tres décadas.

El conflicto que tiene en últimos lugares a la economía de la entidad empezó a finales de los ochenta que Andrés Manuel López Obrador se desprendió del Revolucionario Institucional para fundar lo que después sería el PRD.

Para enfrentar al gobernador Salvador Neme Castillo, el de Macuspana se alió con priístas que, en su momento, traicionaron a su propio partido para darle la estocada a Neme.

Pero, ¿qué les hizo el ex gobernador a quienes lo derrocaron?

Neme llegó en 1988 con el machete desenvainado y quiso meter a la cárcel a Humberto Mayans Canabal, quien había sido secretario de Comunicaciones, Asentamientos y obras Públicas de la administración anterior, a cargo de Enrique González Pedrero.

La acomedida de López Obrador al gobierno estatal fue la coyuntura ideal para sus compañeros priístas dolidos con él, pues, además, Neme no invitó a todas las corrientes del entonces poderoso tricolor y gobernó con amigos y familiares.

Con un gabinete poco preparado –su oficial mayor, ManoloManrique, solo había cursado la primaria–, Neme no pudo desmarcarse de las acusaciones de corrupción que le lanzaba AMLO, que llevó sus protestas a la Ciudad de México para forzar a la federación a deponer al mandatario tabasqueño.

Neme cayó por el activismo de priístas relacionados con González Pedrero que se desquitaron por la forma en que aquel quiso arrinconarlos al llegar a la quinta Grijalva.

Cuando Manuel Gurría Ordóñez sustituyó a Neme, lo primero que hizo fue encarcelar a Pedro Rodríguez Priego, quien fuera titular de SCAOP de la administración destronada.

Desde entonces cada mandatario que llega va por su antecesor.

En la gestión que está por terminar se llevó a la cárcel a Andrés Granier Melo, predecesor de Arturo Núñez Jiménez.

Y en el entorno del mandatario electo Adán Augusto López Hernández se huele la acción penal contra los funcionarios involucrados en la compra fraudulenta del predio en Paraíso en que estaría la ZEE; por el terreno del erario se erogaron 100 millones de pesos, pero a los dueños le entregaron 40 millones.

  No hay señales, sin embargo, de que se vaya a perseguir al mandatario en funciones, aunque sí hay indicadores que apuntan al ex candidato a la gubernatura y ex alcalde de Centro, Gerardo Gaudiano Rovirosa,

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