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Tabasco: AMLO y los carritos de hot dog para periodistas / De Primera Mano

Tabasco: AMLO y los carritos de hot dog para periodistas / De Primera Mano
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RODULFO REYES

La mayor embestida mediática a Andrés Manuel López Obrador en Tabasco se dio en la administración del priísta Roberto Madrazo Pintado. Por eso, durante la campaña para gobernador de 1994, en una entrevista de radio le preguntaron que, en caso de ganar, qué haría con los periodistas que lo censuraban de manera implacable. El presidente electo contestó que a quienes lo calumniaban les iba a dar un crédito a la palabra para que adquirieran un “carrito” de hog dog y se pusieran a trabajar “en algo productivo”.

            El de Macuspana no logró despachar en Plaza de Armas, pero cinco elecciones después (1988 y 1994 por Tabasco; 2000 por el gobierno de la Ciudad de México, y 2006 y 2012 por Los Pinos) está a menos de dos meses de dirigir el país desde Palacio Nacional.

            Y si hoy quisiera cumplir su promesa de convertir a los comunicadores criollos en vendedores ambulantes de perros calientes, estaría en un aprieto: tendría que financiar por lo menos 300 carritos, pues en ese número se calcula a las personas que viven del periodismo.

            Trescientos tabasqueños arrastrando un puesto de perros calientes por Villahermosa sería un caos vial, y no habría consumidores para cubrir la oferta de esa comida rápida.

            De la acumulación de comunicadores da cuenta también un chascarrillo que soltó en las precampañas pasadas el gobernador Arturo Núñez Jiménez, cuando bromeó que en su partido había muchos aspirantes a un cargo de elección popular, “pero no tantos como ustedes los periodistas”, les dijo a los reporteros de la fuente.

            ¿A qué se debe que el último censo sobre periodistas en Tabasco revele una cantidad exorbitante?

            A decir de especialistas, la tasa de individuos dedicados a este oficio ha crecido exponencialmente, gracias a las infinitas posibilidades de publicar sin reservas en las “benditas redes sociales”. Un ciudadano con un celular en la mano puede transmutarse en reportero en tiempo real.

            Ahora que basta con tener un teléfono inteligente para “trasmitir” desde cualquier lugar del mundo, abundan los periodistas.

            Ex funcionarios, políticos sin chamba, lenones cuyos tugurios les cerraron las autoridades y ahora se desquitan en su nuevo “papel”, por citar solo unos casos, se han convertido de la noche a la mañana en periodistas que tienen “programas de televisión” y “periódicos” desde plataformas digitales gratuitas.

            Si “Juan Pérez” no consiguió acomodo en el gobierno, confecciona una fan page en Facebook y le pone el nombre de un periódico y ya es periodista. A partir de ahí comienza a visitar oficinas públicas para ofrecer sus servicios que incluyen “millones” de visitas diarias a su periódico.

            El problema es cuando algunos funcionarios les creen ¡y los invitan a sus giras!

            Hábiles como políticos que son, algunos, tras “abrir” sus periódicos virtuales, logran “acomodarse” como “analistas” en medios establecidos.

            Y es que aún no hay consenso en el debate sobre quiénes son los periodistas. La vieja escuela establece que los periodistas son los trabajadores de medios que viven de su oficio y hacen notas, crónicas, entrevistas, reportajes y columnas.

            Otras voces consideran que por el solo hecho de colaborar en un periódico opinando sobre lo que caiga, ya se es periodista por definición.

            Los periódicos serios tienen plantillas de colaboradores que escriben sobre diversos temas, pero que se quedan en la condición de colaboradores y no los catalogan como periodistas.

MI TIO FILEMÓN

Cuando era pequeño, mi mamá-abuelita siempre me hablaba de un primo-hermano de ella que era periodista. Se trataba del tío Filemón Hernández, a quien conocí ya en mi adolescencia.

            Mi tío Filemón tenía un puesto de periódicos y revistas a dos cuadras del Cine Maya, de Tapachula.

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