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Carlos Perola Burguete
El acuerdo entre los grandes empresarios mexicanos y la presidencia de la República, supera momentáneamente la crisis de Estado y evita temporalmente el “punto de bifurcación.” Ese momento de desacuerdos en donde los sistemas políticos y económicos están alejados del punto de equilibrio y se corre el riesgo de generarse un desorden social, pero donde también es posible, entre otros, establecer una tregua en el que la vida política y de desarrollo de un país permita generar condiciones para continuar construyendo social y políticamente un nuevo Estado Nacional.
El acuerdo logrado hoy, tiene como antecedente obligado a verse, la crisis política en la que entró el Estado mexicano entre los años 2006 al 2018, y que culminó con el desplazamiento de la clase política en el poder del Estado Mexicano, y la victoria del pueblo mexicano con Andrés Manuel López obrador. Ésta batalla perdida hizo que se generara una momentánea fractura en la élite económica mexicana y un momentáneo aislamiento de esta clase con las esferas del poder del Estado mexicano.
Si bien el acuerdo confirmado hoy, permite continuar la reconstrucción de la nueva función del Estado con la mayoría del pueblo, también busca readecuar la participación de la clase empresarial mexicana en la conversión económica necesaria para el desarrollo e económico y social que la 4ta transformación se ha propuesto desarrollar nacionalmente, pero sobre todo, permitirá tiempo para ir generando las condiciones urgentemente necesarias que todo proceso de cambio social, político y económico necesita; la paz social que la nación anhela. Condición inminente para lograr cualquier desarrollo con calidad de vida.
Pero este reacomodo no debe de llevar al engaño, habría que señalar que solo es un reacomodo momentáneo, ya que la lucha de correlaciones de fuerza por hegemonizar las políticas públicas, continúa. La oligarquía económica seguirá su lucha por recuperar lo perdido y el Presidente de la República y si se moviliza y se representa la mayoría del pueblo mexicano, buscarán profundizar la 4ta transformación. Ambas fuerzas buscarán hegemonizar y superar el equilibrio logrado.
Finalmente, habría que precisar, para no caer en los cantos de las sirenas, que el soporte del acuerdo, tiene el como marco el Plan de Desarrollo Nacional de la 4ta transformación, el manejo y la direccionalidad de los recursos Públicos, presentado por el Presidente de la República a estos mega empresarios, el cual, según sus discursos de respuesta, cumplió con la visión e interés que todo empresario de este nivel macro-económico requiere para invertir en un plan de desarrollo nacional, entre estos, los atractivos 1,600 proyectos de infraestructura de coinversión pública y privada planeados, y en lo particular, las grandes inversiones del Sureste. Tema de vital importancia en la actual coyuntura de correlaciones de fuerza, entre las clases productivas, sociales, intelectuales y políticas chiapanecas, principalmente para la representación de estas clases sociales que no han tenido la oportunidad de estar representadas en las estructuras del Estado y los gobiernos estatales y nacionales, condición marcada por la composición social y al obligado sector del desarrollo del campo chiapaneco. Condición que también ha posibilitado hacer llegar muchos millones de pesos, dirigidos a superar las condiciones de pobreza de la mayoría chiapaneca, dirigido a mejorar las condiciones productivas de las clases sociales, multiculturales y étnicas que habitan el campo y los municipios del estado chiapaneco.
De la caracterización y la visión de la composición de clase en el presente, como del levantamiento de miras a mediano plazo dependerán las alianzas estratégicas y tácticas que las clases populares chiapanecas necesitarán en su proceso de unidad para incorporarse a la visión de futuro que la 4ta transformación ha iniciado en distintas zonas del estado de Chiapas, como en otras regiones estratégicas colindantes con este estado.
El Sureste es el Futuro, y ahí se ubica Chiapas y su gente.
Septiembre 2019.
