Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen,
Sí, soy naco, ¡y qué! Nací en el “Barrio Bravo” de Tepito, y de no ser por mi abuela quien nos condujo a su casa en la colonia Condesa al cumplir un año, quizá, ahí habría crecido con esa identidad de resistencia, perdurable a través de los siglos desde la época prehispánica.
“Ropa usada, ropa robada que ya puesta, no se le nota nada”; “¡Pásele, pásele! Lo mejor de Carolina Secret, seduzca a su hombre con estas tantas, liguero y prendas irresistibles, lo que quiera, se lo bajamos”; “ya llegó, ya está aquí lo último de la moda, cumbia, salsa, reguetón, jazz, rock, la música y películas de última generación, ¡llévelas!, pásele Güerita, lléveselo al baile”; “si huele a chivo y su novia no lo quiere, aquí tenemos los mejores perfumes, pídalos y se las damos”. Son infinitos los gritos de venta en doble sentido.
Las voces de Tepito se tienden sobre el aire y claman. Sus dueños las despliegan como parvada sonora imposible de ignorar. De textura única, cada una es a lo lejos sólo un rumor, pero juntas se tornan estruendo multicolor cuando se les tiene cerca. Son los gritos de venta que se ofrecen al transeúnte, hilos de palabras que tejen adjetivos para embellecer aquello que traen a la venta. No son pregoneros porque el pregonero servía al poder, y los vendedores ambulantes no pueden estar más lejos de la ley.
Caminar por los pasillos del tianguis es una aventura, un desafío a los carteristas, a los “dos de bastos”, navajeros que rasgan el bolso de las mujeres, extraen su cartera y ni cuenta se dan. A Tepito debes llegar con lo peor de tus ropas y con tenis; pasar por humilde con el dinero escondido entre los calzones porque aún en el brassier, de ahí te lo sacan.
Una estrategia es hacerte cliente de alguno de los comerciantes y ellos, te indicarán quienes son los “valedores” quienes te protegerán pasando la voz; y no me preguntes cómo lo hacen, pero es efectivo. Eso lo aprendí con un amigo coleccionista de libros que se detenía por horas a espulgar incunables y otros ejemplares de elevado valor que compraba en pesos para venderlos en dólares. Los henderos de grandes bibliotecas suelen vender todo en lotes malbaratando verdaderas joyas que solamente los bibliófilos expertos logran reconocer. Y bueno, mi amigo me enseñó que así, se reducían las posibilidades de ser asaltado.
De los que trafican armas, drogas, alcohol alterado y demás cosas raras, no te puedo decir nada porque eso nunca estuvo en mi interés. Yo disfrutaba comprando menta en trozos, mangos con chile, tacos de bistec y carnitas con el “Compa”. Me enloquecía visitar los basares de antigüedades; comprar fotografías antiguas y raros objetos de decoración.
La importancia cultural de Tepito la han destacado intelectuales y artistas nacionales e internacionales. Es la cuna de distintas manifestaciones sociales y culturales, así como el sitio de donde han surgido afamados deportistas, artistas, escritores, periodistas y luchadores sociales. Debido al carácter de sus habitantes, a las luchas sociales en distintos momentos de su historia, así como a la resistencia por la conservación de su identidad, ha merecido el apelativo de barrio bravo.
En ocasiones, me sentaba a escuchar los relatos del viejo anticuario hablando de los personajes ilustres de Tepito. Porque este emblemático Barrio también es gloria de grandes campeones mundiales en el box y la lucha libre como son: Raúl “Ratón” Macías; Rubén “Púas” Olivares; José Medel; el famoso SANTO DE PLATA ENMASCARADO; Octavio El “Famoso” Gómez; el Místico. Ellos conquistaron medallas de oro para México. CUAUHTÉMOC BLANCO, famoso como futbolista internacional y abucheado como político también es tepiteño.
El viejo anticuario los conoció desde pequeños, y te platica con mucho orgullo de la gran cantidad de personajes de la cultura, la comunicación y el arte como RICARDO ROCHA, periodista, conductor, productor y promotor cultural; el escritor ARMANDO RAMÍREZ, quien retrató la vida en Tepito en su obra de “Chin chin, el Teporocho que fue llevada al cine. A esa película se suman el Ratero (1979); ¡Que viva Tepito! (1981), El que no corre, vuela (1982), Los fayuqueros de Tepito (1982); El torito de Tepito (1982; Tepito (1984), Los caifanes de Tepito (2000), El cartel de Tepito (2000), Don de Dios (2001), Barrio bravo de Tepito (2001), Mi barrio es Tepito (El cartel de Tepito 2) (2001), El gatillero de Tepito (2004), La Santa Muerte en Tepito (2006), Tepito, barrio sin ley (2008), Tepito: el pequeño templo (2009); Besos de azúcar (2013); Las gardenias de Tepito (2014).
La historia de Tepito, originalmente llamado Teocaltepiton, (“pequeño templo”), es larga, compleja y apasionante desde la época prehispánica hasta nuestros días. Se distingue por el profundo arraigo y por la permanente defensa a su Identidad como un Barrio caracterizado por ser una colectividad donde la convivencia y solidaridad es un principio inalienable. Pueden existir riñas entre ellos; pero si alguien de fuera toca a uno de ellos, es como si agredieras a todos los tepiteños. Su historia es tan emblemática como estigmatizada por sus luchas sociales, comercio informal, contrabando, delincuencia, alcoholismo y drogadicción.
Aunque Tepito pertenece a la colonia Morelos marca sus limites celosamente entre el Eje 1 Norte (Av. Héroe de Granaditas); al sur, Eje 2 Norte (Av. Canal del Norte) al norte; la Avenida Paseo de la Reforma al oeste y el Eje 1 Oriente (Avenida del Trabajo) al oriente. Le quedan cerca los Barrios de La Lagunilla, Garibaldi, la colonia Guerrero y parte del Centro Histórico de la Ciudad de México, Tlatelolco, pero ellos, no se confunden.
La desgracia de Tepito surgió cuando los cárteles de la droga irrumpieron desde finales de los años 60 a la fecha. Convirtieron a los fayuqueros en traficantes de estupefacientes con la complicidad de autoridades, jueces, empresarios y actores políticos. Al principio se introducía la “fayuca” y las drogas en maletas, luego camionetas de tres toneladas y pronto se pasó a los contenedores.
En los tianguis ubicados en el barrio de Tepito, se manejan diferentes productos, principalmente ropa, calzado, electrodomésticos, películas, comida, entre varios otros. También existe “el mercado de pulgas”, una actividad al aire libre donde personas venden distintas cosas usadas, desde juguetes hasta ropa; esta actividad se da en la calle de Tenochtitlan y Matamoros hasta la calle Constancia.
Muchos gobiernos han considerado a Tepito como un arrabal peligroso y a sus vecindades como tugurios.El comercio es un emblema característico del barrio de Tepito; pues este es un mercado callejero en el que todo se vende y mejor aún, se regatea. En este lugar se cobra caro “el impuesto a la ingenuidad”, pues efectivamente muchas veces abusan de las personas “de fuera” que acuden por curiosidad o por comprar barato a sus calles, que están llenas de oportunidades para la gente que las sabe buscar. Se puede conseguir prácticamente de todo, desde un juguete usado hasta la lealtad de los amigos, porque algo que la gente de Tepito tiene muy claro es que “Si perro no come perro, el barrio no roba al barrio”.
Lo que no se reconoce con facilidad es que Tepito siempre ha sido “amortiguador” de las necesidades de consumo de las clases medias y bajas de la ciudad, pues se trata de una zona comercial que prevalece con fuerza desde la época prehispánica hasta hoy.
El santo católico patrono oficial del barrio es San Francisco de Asís cuya festividad se celebra el 4 de octubre. Pero la mayoría considera a la Santa Muerte como la verdadera patrona de la zona.
Tepito Arte Acá, los grafitis de resistencia, su intervención en el terremoto de 1985; sus luchas sociales; sus vecindades y su gente, todo junto es Tepito y ser naco de Tepito es un orgullo y una cuestión de amor.
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