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Sonido La Changa

Sonido La Changa
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Carlos Román García

Suena Ramón Rojo La Changa en los amplificadores de su emblemático sonido. Representa la musicalidad del barrio, su ethos rítmico y armónico. San Sebastián Atzacoalco era el barrio indígena al norte oriente del casco blanco –negro y mulato– de la muy noble y muy leal ciudad de México.

Ahí vivieron los que llegaron al valle de Tenochtitlan y sus lagos, aztecas y huachichiles, guerreros recios y salvajes. Vivieron soldados de la Revolución que no pudieron regresar a sus casas al terminar la guerra y recibieron a cambio terrenos en Tepito, lugar de chichimecas sin freno, solidarios y gandallas, raza jija, boxeadora y ladina, mestiza, india y negra, casta.

Soñé ser macehual frente a la Concepción Tequipehucan, el lugar donde los invasores españoles capturaron a Cuauhtémoc: águila que cae, sol que declina; vendía chiles sobre una manta en el suelo con pirús bordeando un canal a mis espaldas. Llegaron indios altos, prietos, hablando un papiamento de yutoazteca con español, latín y otras lenguas indias y africanas. Pateaban los puestos a su paso, entre gritos amenazantes.

Así hicieron los aztecas con sus súbditos, hasta el Soconusco, desde donde recibían tributos cuando eran imperio que amenizaba, “perdón, me pendejé”, amenazaba, dijo Thomas Lee hablando al respecto. Las prácticas culturales, políticas, sociales y económicas del barrio bravo son un continuum desde que la última de las tribus, en 1325, fundó la ciudad hace 700 años; la banda de hoy era la misma en los primeros días de los aztecas.

Bailan los habitantes de hoy las cumbias que pone Ramón Rojo con los mismos pasos que los caníbales que comían a sus vencidos en pozole, la güera de las migas, la flecha y la pólvora, el polvo, la pistola. Notas para documentar la contención del que tiene la muerte del otro en las manos, aguanta, es la vida. Una muchacha con el destino sin resolver ejecuta una danza sublime en el aire, acabará matando con sus manos, pero sus pasos son parte del ritual de la tribu, Vecindades desaparecidas al paso de sismos y nuevas formas de vivienda hacinada, olores y sonidos comunes, lavaderos y baños colectivos. Saludos a toda la banda y escuadrones, desde el escenario del sonidero mayor: chacachacachacachacachaca… sa, sa, sa, sa.

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