Home Columnas Solo cenizas / La Feria

Solo cenizas / La Feria

Solo cenizas / La Feria
0
0

Sr. López

 

“¡Ya sucedió!”, soltaba la abuela Virgen (Virginia, la de los siete embarazos), cuando pasaba algo que para su criterio (corto), era terrible, espantoso, irreparable. Nadie se asustaba oyendo su “¡ya sucedió!” (dicho con voz más dramática que la de Yocasta cuando se enteró que su marido, Edipo, era su hijo), pues la santa señora lo decía igual por algún tropiezo genitourinario de doncella que ya no lo sería más (y no pasaba nada), que por unas albóndigas que le habían quedado saladas: -“¡Ya sucedió!” -se oía y había intercambio de miradas divertidas.

 

Si está leyendo esto es prueba contundente de que el viernes pasado no se acabó el mundo. Sí.  En algunos medios y en las benditas redes se anunció que ese día impactaría nuestro bello planeta un asteroide enorme que desde marzo de 2007 estaba en la lista de riesgos del Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, cosa cierta, igual que el informe en que la misma NASA advirtió que el enorme asteroide en esa fecha, pasaría a solo 0.922 unidades astronómicas de la Tierra… o sea, a 138 millones de kilómetros, casi 360 veces la distancia entre la Luna y nosotros. Cerquita.

 

Nuestra especie parece tener tendencia al catastrofismo. No es cosa de nosotros los tenochcas simplex (e ilustrados), no, nomás recuerde el ‘Milenarismo’ que en Europa -en la Edad Media-, causó pánico colectivo, pues de repente alguien se dio cuenta que el Apocalipsis (capítulo 20, versículos 4 y 5), establecía que el Diablo estaría en el abismo solo mil años (-“¡De ahí el nombre!” -está usted en todo), vendría a darse una vueltecita por el planeta entero, Jesús regresaría a meterlo en cintura, a continuación llovería fuego del cielo y ¡zacapún!: fin de los tiempos, Juicio Final y no hay amparos.

 

Bueno, pasó el año 1000, no vino el Diablo, no se acabó el mundo… y para el año 2000, volvió a cundir el pánico (algunos teólogos de Sudamérica prendieron la mecha)… algo pasa: o el Diablo anda de parranda o el que escribió el Apocalipsis se distrajo cuando le dictó esos versículos el Buen Dios (San Juan… dicen, pero no se crea eso, lo escribió Eusebio de Cesarea, en el siglo IV d.C.). Como sea, aquí andamos (Jesucristo dijo clarito: “Nadie sabe ni el día ni la hora”… dicen).

 

También con otro tipo de cosas suele horrorizarse mucha gente (no todos, tampoco), por ejemplo con la teoría demográfica conocida como malthusianismo (¡eso!, por Tomás Malthus, le digo, no se le va una), quien publicó en 1798 su ‘Ensayo sobre el principio de la población’, concluyendo que como el número de terrícolas crecemos geométricamente (duplicándose cada 25 años), y la producción de comida, aritméticamente (porque se le ocurrió, sin ningún fundamento), había que atajar a toda costa la reproducción de las personas o para el año 1880, se extinguiría la especie humana… bueno… le falló un poquito (y era creativo don Malthus, proponía métodos como fomentar las enfermedades y plagas entre los pobres, por ejemplo). Y a la fecha se sigue pontificando que la ‘explosión demográfica’ nos va a acabar:

 

El famosísimo y respetadísimo economista John Maynard Keynes (1883-1946), sostiene en su obra ‘Las consecuencias económicas de la paz’, que Europa iba a reventar precisamente a causa de la presión demográfica establecida por Malthus (y la falta de muertos por no estar echándose bombas a la cabeza). Y en los años 60 del siglo pasado, un vivo que salió muy vivo (Paul R. Ehrlich, biólogo, especializado en mariposas, en serio), barrió dinero con su libro ‘Population Bomb’, traducido al español como ‘La explosión demográfica’ (¿le suena?), cuyas primeras líneas dicen: “La batalla para alimentar a toda la humanidad ha terminado. En la década de 1970, cientos de millones de personas morirán de hambre a pesar de los programas de choque emprendidos ahora (…) nada puede evitar un aumento sustancial en la tasa de mortalidad mundial”; y afirma que para antes del año 2000, en los EUA, 65 millones iban a morir de hambre… bueno, pues tampoco le atinó (y sigue neceando, vive, tiene 87 años), ya somos más de 7 mil millones de humanos y el número y tasa porcentual de pobreza en el mundo ha disminuido casi a la mitad de cuando escribió su mamarrachada de libro. Pero, igual, a ver quién se atreve a negar que es un problemón la ‘explosión demográfica’. No lo es. Nunca lo fue. Los países (China a la cabeza), que le hicieron caso ahora sí tienen problemas de envejecimiento de la población (y fomentan que la gente tenga más hijos, les urge).

 

Y no se le olvide que el mundo se iba a acabar también, según el sabio cálculo de los antiguos mayas, precisamente el 21 de diciembre de 2012. Bueno, con la pena, pero aquí seguimos.

 

Todo esto viene a cuento porque permea cada vez más, un pesimismo trágico entre no pocos connacionales que andan como con dudas sobre los benéficos efectos de la 4T y hasta sobre el poder mágico de nuestro Presidente. Calma…

 

Se le recuerda que las hemos pasado peores y las hemos aguantado más pesadas. A fin de cuentas no estamos padeciendo las que nos hicieron Echeverría o López Portillo. México, contra todo pronóstico, después de tanto soportar las penas de sufrir gobernantes de medio pelo y hasta perversos, después de todo lo que han hecho a nuestro pobre corazón herido, después de tantas desventuras y amarguras, no estamos en ruinas, objetivamente, y no podemos ni comparar el México de hoy con el de hace 50 años. En serio.

 

¿Tenemos problemas?, sí, muchos y serios. ¿Estamos desahuciados?, no, de ninguna manera.

 

Lo que sí es seguro es que si la gente ve a las claras que por la razón que sea, la 4T es otro baño de babas y que no fue sino el reciclado de programas ya conocidos con otros nombres, y de muchos, muchos de los tipos de siempre, el rencor que tendrán millones de defraudados electores, tiene destinatario y nuestro Presidente, ya agotado el recurso de su discurso salvífico, verá como todo el fervor de ahora quedará en cenizas, solo cenizas.

LEAVE YOUR COMMENT

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *