María Ramos Ramírez
Dedicado a mi amigo José Girón
En el verano tuxtleco, a pesar de situaciones adversas, se puede ver la maravillosa lluvia provocando el olor a tierra mojada, que se llama petricor, y con ese aire que se siente tan rico por ser tan esperado, después de semanas del intenso calor arriba de los 40º que entonces se percibe en la capital chiapaneca y en muchos lugares del país.
Chiapas es un estado rico culturalmente donde prevalecen 13 lenguas indígenas y se entrelazan diversas etnias y la población afromestiza dando como resultado un crisol impresionante e interesante.
En esos días platiqué con José Girón, originario de Tenejapa,ubicado a casi seis horas de Tuxtla Gutiérrez, quien trabaja en la Red Estatal de Bibliotecas desde hace más de 20 años. Dice que el 3 de mayo toda la comunidad se reúne para ir alas montañas a rendir tributo a la tierra llevando ofrendas, pidiendo permiso y agradeciendo que lleguen las lluvias para las siembras, el ganado y las necesidades básicas de la población.
Es un gesto muy bonito y respetuoso, ya que pedir permiso a la madre tierra es un acto de humildad, de trueque, de valoración de las bondades de la naturaleza; se hace para que las nuevas generaciones aprendan y continúen con el legado de las creencias indígenas. Justo ese día uno de sus dioses hizo que se soltara un buen aguacero. Debemos aprender de nuestros ancestros, de nuestros campesinos, de los viejos. Mi padre solía decir que él sabía cuándo llovería, que era cosa de mirar las nubes, de escuchar los vientos y que cuando hay aire del sur es que las nubes se están llenando y eso es presagio de una buena lluvia o un pijazo de agua.
José habla de dioses, no de uno, sino de muchos querepresentan la lluvia, la tierra, el sol, el fuego, etc., de la prevalencia de sus creencias ancestrales, de la libertad de los credos que se mezclan con el catolicismo tradicional, de la tolerancia que practican los pobladores de ese lugar que,según el censo realizado en 2020 por el INEGI, cuenta con 2,705 habitantes.
Conocer estos pequeños relatos tan interesantes nos acerca a nuestra cultura, a nuestras raíces, a nuestra gente y es por eso sus formas, usos y costumbres deben ser respetados,aceptados, protegidos y cuidados, siempre y cuando no vulneren ni trasgredan el derecho de los demás habitantes.