Juan Carlos Cal y Mayor
El gobernador de Chiapas comenzó su gobierno con paso firme. Enfatizó el anuncio de garantizar la seguridad de los chiapanecos, comenzando por los tramos carreteros para evitar los lamentables incidentes que han atemorizado a la población, que ya no confía en transitar con el miedo de toparse con los delincuentes que han hecho y deshecho lo que les da la gana. Advirtió a los titulares de los órganos del estado encargados de la seguridad que tendrán un plazo de 100 días o, de plano, se van. La respuesta de los asistentes a la toma de protesta fue inmediata: una amplia ovación que refleja el reclamo de la mayoría de los chiapanecos.
No hay derecho al miedo
“No hay derecho al miedo”, afirmó, al tiempo que daba el banderazo a una unidad especial de reacción inmediata con nuevas patrullas blindadas y un cuerpo policíaco que se aprecia lo suficientemente capacitado para perseguir a la delincuencia. Eso representa un primer gran paso donde por fin el estado asumirá el monopolio del uso y la aplicación de la fuerza pública para restablecer el estado de derecho. Le deseamos sinceramente el mayor de los éxitos, porque restablecer el clima de paz será la premisa para lograr sacar adelante a nuestro estado. Eduardo se nota firme y decidido, y esa es una clara señal para los malhechores que habían venido actuando a sus anchas, dejándonos a merced de la violencia.
El triunfo de la perseverancia
Fue interesante observar la enorme convocatoria política, que no fue producto de la casualidad, sino de una bien ganada reputación entre la clase política nacional, dadas las responsabilidades que Eduardo asumió como líder del Senado y al mismo tiempo mantuvo su liderazgo entre los chiapanecos. Una lucha que no fue sencilla y tuvo que sortear muchos obstáculos. No me quiero imaginar lo trágico que hubiese resultado que llegara al poder cualquiera de los advenedizos que ahora, con absoluta desfachatez, se mantienen en posiciones de poder producto del derroche publicitario y el uso indiscriminado e ilegal de los recursos públicos.
Los nuevos funcionarios
Uno de los funcionarios que hasta hace muy poco era un desconocido en la política es el nuevo secretario de Salud, Omar Gómez Cruz, un destacado médico. Con unas cuantas palabras hizo trizas a quienes lucran con el poder no para servir, sino en su propio beneficio. “No usaré la bata blanca”, dijo, porque “fue pisoteada, denostada, politizada y corrompida”, dejando en claro que su liderazgo marcará una ruptura total con el pasado. Y agregó aún más: “Cuando un funcionario atropella, aplasta, denigra y humilla a su personal de salud, no merece usar la bata blanca”, cosa que declaró ante personal de salud y medios de comunicación.
Sin medias tintas
Desde ahora es posible advertir que no se andarán con medias tintas y que los nombramientos de nuestro gobernador no son un premio, sino una responsabilidad que tienen que asumir, y donde nadie está “amarrado” si no sabe cumplir con su deber y, más aún, si no entiende la firme determinación que se aprecia en Eduardo de dejar un legado para los chiapanecos y no salir, como tristemente ha pasado con otros gobernadores, con la cola entre las patas. Enhorabuena y que así sea.
El efecto Milei
Javier Milei, el controvertido presidente de los argentinos, acaba de cumplir su primer año de mandato y lo celebra no con festines, sino con nuevos anuncios para achicar el Estado, disminuir los impuestos, mantener el déficit cero y fomentar acuerdos de libre comercio, comenzando por los Estados Unidos, donde el futuro presidente Donald Trump será su gran aliado. Más allá de las cifras oficiales, la calificadora JP Morgan anuncia que el próximo año la economía argentina crecerá por primera vez en décadas de gobiernos populistas y estatistas, por arriba del 5%.
La proeza
Se trata de una auténtica proeza si consideramos que lo que se preveía antes del arribo de su gobierno era una profunda recesión que hubiera disparado la pobreza a niveles insospechados. Y es que no es para menos: el kirchnerismo, herencia del peronismo, destrozó la economía. Endeudaron el país al grado de la insolvencia y abusaron de la impresión monetaria para sostener programas sociales con fines de control político. Impusieron, además, toda clase de cargas tributarias y frenos al comercio, fijando precios, controlando ficticiamente el valor del dólar y prohibiendo las operaciones monetarias con otra moneda que no fuera la argentina, una de las más devaluadas del mundo.
Contra la violencia
Otra de las acciones fue aplicar la máxima de que “el que la hace, la paga”, un operativo para combatir a la delincuencia y a lo que ha llamado el narcoterrorismo, con toda la fuerza del Estado, lo cual ha traído consecuencias inmediatas para restablecer la seguridad en aquel país. Otra de sus firmes acciones fue desaparecer varias secretarías y auditar los programas sociales, lo que significó una reducción del 35% del gasto público. Ahí encontraron toda clase de anomalías y, por supuesto, era de esperarse que las organizaciones sociales parasitarias pusieran el grito en el cielo. Los llamados “piqueteros” ya se habían acostumbrado a vivir a costillas del presupuesto público y mantenían sitiada de manera permanente la circulación en las principales avenidas del país. Se les aplicó la ley para garantizar el libre tránsito y ahora se dicen reprimidos por el solo hecho de que pueden manifestarse, pero no bloquear las calles en perjuicio de la población.
Milei, el fenómeno
Por eso es que Milei se ha convertido en un fenómeno mundial que ha resucitado al liberalismo económico como una fórmula infalible para la prosperidad. Milei ahora enfrenta a los llamados zurdos que se habían venido enquistando en el poder en América Latina con esa verborrea que los condena a la pobreza. El éxito de Milei representa una amenaza para quienes, ofreciendo la panacea de la justicia social, han esclavizado a millones de seres humanos que emigran masivamente a los países desarrollados. El éxodo venezolano, con más de 8 millones de personas, es el más claro ejemplo del cinismo dictatorial de personajes como Maduro, Díaz-Canel, Petro y Daniel Ortega. Es tan solo el principio del fin ahora que la derecha liberal se reorganiza y está convenciendo a los pueblos buenos y sabios de la farsa socialista.