Sr. López
Nadie supimos qué padecía el primo Quique, pero era imposible hablar con él; para que me entienda, decía “unas costras porosas”, en vez de “unas cosas por otras”, y así todo el tiempo. Nunca tuvo novia ni se casó. Era buena persona.
Ayer fueron a Palacio Nacional, los diputados y senadores de Morena y sus aliados, para recibir el agradecimiento del Presidente por votar a favor de reforma electoral. Muy en su derecho, ellos y él. Nomás faltaba.
Cierta prensa (el Reforma), destacó la nota con el siguiente encabezado: “Somos serviles a AMLO y a mucha honra”, y el siguiente subtexto (‘balazo’ parece que le llaman los periodistas): “Legisladores acudieron a Palacio Nacional para recibir agradecimiento de AMLO por aval a reforma electoral y se dijeron serviles a él”. Y no es precisamente cierto.
Al leer la nota queda claro que eso dijeron solo dos asistentes: la impresentable diputada plurinominal morenista Citlali Ibáñez Camacho, mejor conocida en los bajos fondos de la alta política nacional como Yeidckol Polevnsky, afamada por no hacerle ascos a nada de la grilla; secundada un poco a regañadientes por Andrea Chávez, también diputada de Morena.
No es veraz el encabezado. Ni una ni dos golondrinas hacen verano. Pero los dichos de las respetables mencionadas, reflejan cómo entienden el recto actuar legislativo. Doña Polevnsky, dijo: “Venimos a escuchar su mensaje (del Presidente) y decirle que estamos para servirle (…) dicen que somos serviles al Presidente, si eso es como lo piensan ¡a mucha honra!”… ¡ah, bueno!; y doña Chávez por su lado agregó: “Somos leales y serviles al pueblo de México y como el Presidente López Obrador es pueblo y es servil al pueblo, los somos también con él”.
Parece aconsejable que reciban clases de español. No es recomendable que asuman cargos de la importancia que reviste ser legislador, personas carentes de la habilidad para expresarse en nuestro idioma pues tal vez tampoco entiendan cabalmente las iniciativas que votan a favor con tanto entusiasmo.
El adjetivo ‘servil’ tiene varios sinónimos que permiten captar que no es la más adecuada palabra para definir una actitud de lealtad: rastrero, adulador, sumiso (y se dejan fuera otros francamente majaderos relativos a la acción de lamer cierta parte del sistema digestivo y reproductivo ajeno). En el diccionario, ‘servil’ tiene tres acepciones: 1. Perteneciente o relativo a los siervos y criados; 2. Que de modo rastrero se somete totalmente a la autoridad de alguien; y 3. En el primer tercio del siglo XIX, partidario de la monarquía absoluta.
¡Áchis!, qué tal que las dos damas usaron correctamente el término ‘servil’, luciendo profundo conocimiento del español, al utilizar su tercera acepción, declarándose partidarias de la monarquía absoluta, lo cual significaría que al Presidente lo ven como monarca… absoluto. ¡Válganos Dios!… mejor pensemos que no supieron qué dijeron y que sin querer insultaron a todos sus compañeros de bancada en ambas cámaras. ¡Qué pena con las visitas!
Y más pena si se tiene presente que la mencionada Citlali Ibáñez (a) Yeidckol Polevnsky, del 2017 al 2020, se desempeñó como secretaria General en funciones de Presidenta de Morena y una vez que entregó el cargo, el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de Morena, la denunció penalmente ante la Fiscalía General de la República, por presunto lavado de dinero y daño patrimonial al partido por 809 millones de pesos durante su gestión, denuncia ratificada en junio de 2020.
Vale aclarar que ese mes de 2020, la FGR informó que inició la carpeta de investigación en contra de Yeidckol Polevnsky, que de resultar culpable podría recibir sentencia de dos a 14 años de prisión. Cosa seria.
Aparte de esa denuncia, el CEN de Morena presentó una denuncia mercantil ante instancias federales, contra quien resulte responsable, para anular dos contratos que firmó la Polevnsky, tratando de recuperar 395 millones de pesos pagados por adelantado por la ilustre doñita para la remodelación de algunos edificios del partido. Chulada. Será por eso que en diciembre de 2021, la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena suspendió por seis meses los derechos partidarios de su exsecretaria General y expresidenta en funciones, doña Yeidckol.
Esa inhabilitación supuestamente tenía los efectos de eliminarla del padrón de afiliados a Morena, inhabilitarla para participar en procesos internos y para ser registrada como candidata a un puesto de elección popular por ese partido. ¿Sí?… pues igual la anotaron como candidata a una diputación plurinominal y eso es, diputada federal… con fuero, que no estorba.
Por lo pronto y hasta nuevo aviso doña Polevnsky es inocente. Sí, su presunción de inocencia es sagrada… pero en su partido tal vez fuera prudente que a la hora de confeccionar listas de candidatos a legisladores consideraran que la mala fama pública, afecta al partido.
Sí, en serio, la fama pública existe y hay quienes gozan de la mejor reputación y prestigio y quienes, aunque sea por mala suerte, carecen de tales prendas. Sin olvidar que aun siendo de acrisolada honestidad, sigue siendo recomendable la prudencia en el hablar hasta en tanto conozcan bien el idioma en que se expresan. Digo.
Claro que estas reflexiones son de risa en estos tiempos en que todo vale, que la impudicia es la divisa de algunos de nuestros legisladores… y también de otros, que el Presidente, con garbo, las suelta de su ronco pecho como ayer cuando dijo que el atentado que sufrió el periodista Ciro Gómez Leyva: “Pudo ser un autoatentado, no porque él se lo haya fabricado sino porque alguien lo hizo para afectarnos a nosotros”. ¡Jesucristo-aplaca-tu-ira!
Así, ahora resulta que un autoatentado puede ser autoatentado-ajeno, quitando al término ‘auto-’ su naturaleza de ‘propio’ o ‘por uno mismo’… a este paso habría que pensar en legislar que para ser candidato a cargos públicos se tenga que aprobar un examen de español. O mejor todavía, crear una Ley General de Silencio Obligatorio.