Primer Plano Magazine / Noé Juan Farrera Garzón. – Cada mes de enero, las calles de Chiapa de Corzo, Chiapas, se llenan de color, música y fe durante la Fiesta Grande, una celebración que rinde homenaje a San Sebastián Mártir, el Señor de Esquipulas y San Antonio Abad. Esta festividad, reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, tiene en San Sebastián un pilar central de devoción y tradición.
El 20 de enero, día dedicado a San Sebastián Mártir, es el punto culminante de los festejos. La imagen del santo, venerado como protector contra pestes y enfermedades, recorre las calles de la ciudad acompañada por danzantes conocidos como parachicos, fieles que con sus bailes y máscaras mantienen viva una tradición de raíces profundas.
Pese a que Santo Domingo de Guzmán es el santo patrón del templo principal de Chiapa de Corzo, el fervor popular actual se centra en San Sebastián Mártir. Su figura se ha convertido en el corazón espiritual no sólo de la Fiesta Grande, atrayendo multitudes que lo veneran como símbolo de protección, salud y esperanza.
Este cambio refleja una transformación histórica y cultural, en la que la devoción a San Sebastián ha ganado un lugar preeminente en las prácticas religiosas de la región, gracias a la fuerza de la fe de aquellos que afirman han sido benditos con milagros.
La celebración de la Fiesta Grande y el 20 de enero, dedicado a San Sebastián, no solo reafirma la fe de los chiapacorceños, sino que también proyecta al mundo la riqueza cultural de Chiapas, consolidando al Santo, como un emblema de unidad y resistencia en la tradición mexicana.