51 AÑOS DE PERIODISTA.
+ Mis inicios como cronista deportivo…
+ “Diario La Nación”, lección y aprendizaje…
+ Chiapas, el cobijo de mi actividad periodística…
+ El ayer y el hoy en línea ascendente…
Ruperto Portela Alvarado.
1951-2023; 72 AÑOS DE EDAD…
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Sábado 25 de Marzo de 2023.- Con el permiso de mi respetables lectores, hago la aclaración que esta “Egobiografía” la escribí desde el año 2019 y la he venido repitiendo desde entonces en 2020 (el jueves 26 de marzo) y en el 2021, 2022 y ahora en este 2023. La he querido complementar con otros datos con motivo de mis 72 años por cumplir el próximo 27 de marzo y la celebración de mis 51 años como periodista.
Por eso, insisto, me van a perdonar, pero otra vez voy a sacar todo el ego que traigo cargando, que no he sabido expulsar en muchos años de vida y quehacer periodístico. Voy a hacer valer el vituperio del autoelogio de hablar de mí mismo, como un acto biográfico, en algunas partes de mi vida.
Para empezar, voy a confirmar que soy un orgulloso alvaradeño, hijo de doña Gregoria Alvarado Valerio y don Celedonio Portela Sánchez. Nací en la casa número 33 –después 69 y ahora 453—de la calle Francisco I. Madero, en pleno corazón de la Ciudad y Puerto de Alvarado; la siempre Ilustre, Heroica y Generosa que arrullan las aguas del Río Blanco y el Papaloapan, el 27 de marzo de 1951.
No voy a negar que desde siempre haya sido un vago, “Ciudadano del Mundo”; que la calle fuera mi manto y anduve por todos los barrios de Alvarado; desde la Madero hasta los Carriles; La Fuente y la Valente Cruz; la calle Doctor Luis E. Ruiz, la Playa y la Trocha. No puedo olvidar Paso Nacional donde conocí a mi esposa Lilia Hernández González, con quien voy a cumplir el próximo 29 de diciembre, 49 años de casados.
Fui muy cercano a mi padre Celedonio quien era zapatero de oficio y de quien aprendí el trabajo de reparar calzado desde suelas corridas, media suela, tapitas y tacones. Coser a máquina (en una Singer propiedad de Higinio Terrazas, “Lapio”) las capelladas de las chinelas, que fue para mí otro aprendizaje como también el ser “colador”, o sea, subir los andamios fajado con una lata de revoltura de cemento para colar lozas de casas. Con mi primo “Fallo”, Rafael Noguerola Sánchez, supe lo que era el esfuerzo de ser un peón de albañil, que lo hice por muchos años y algunas veces con su hermano Miguel. De ahí saqué para mis estudios de periodismo más los 20 pesos semanales que me daba mi madre Gregoria Alvarado.
A los 11 o 12 años (1963 o 1963) vendía flanes congelados –que preparaba mí prima María Elena “Mary” Figueroa Alvarado— en el viejo mercado y después en el “nuevo” que fue construido por esos años de 1963-64. Recuerdo que llegaba con un cajón lleno de flanes que colocaba sobre una de esas rejas donde empacan tomates. Circunstancialmente siempre me ponía al lado de una rockola (conocidas como “traga veintes”) que hubo en los dos mercados y donde la gente que era muy fans de la Sonora Santanera en aquellos tiempos, con veinte centavos escuchaban insistentemente “Luces de Nueva York” y “Cabaretera”, mismas que me quedaron grabadas en mis recuerdos. No sé bien si esa rockola era de don Carlos Cuellar, porque en los dos mercados estaba al lado de su restaurante llamado “Lupita”.
Anduve por la rivera ayudando a descargar camarón y pescados de los barcos y me pagaban con una bolsas de pacotilla o de cangrejos de mar que entonces los regalaban y ahora cuestan en oro; pero también la hice de maletero en las paradas de los “Autobuses de Oriente” (ADO), “Los Rojos de los Tuxtlas” y Autobuses Unidos AU, compitiendo contra “La Ronza” que ahora sé que se llamaba Manuel Herreras Vives; Gilberto “Beto” Yépez Herrera “El Pata de Águila” –como le decía Panchiriqui Alceda— y Pancho Crispín, un amigo del Barrio La Fuente. Por cierto, en ese tiempo, Pancho Alceda nos pagaba por descargar camiones repletos de plátano macho, ya sea en su negocio del boulevard Juan Soto y bravo, al lado de la tienda de doña Juanita Uscanga, o frente a su casa de la calle Madero.
En cada diciembre, como es tradicional, en Alvarado se preparan los buñuelos –una especie de donas—que yo salía a vender por las calles de los que preparaba doña Mela (Esmedita González Lara), doña Julia Quevedo Gutiérrez e Isabel González Lara “Chabelita”, quienes también se dedicaban a palmear y vender tortillas para los taqueros y otra que le llamamos “raspados” para preparar unos antojitos similares a las tostadas, que surtía a las loncherías y restaurantes de antojitos. En ese tiempo había otras señoras que realizaban esta labor de cocinar y vende tortillas de mano.
En diciembre también, en algunas ocasiones acompañé a José María “Chema” Ferrer Uscanga a vender juguetes –en abonos– para el día de los Santos Reyes cargando las cajas. En esos tiempos de juventud en algunas ocasiones fui a “calar” (pescar) con Chito Mayo o Lito Uscangaque eran los patrones de la pesquería de mi tío Ángel Portela. Claro que también fui de pesca del camarón a la Laguna del Picacho (que ya no existe) a la bajada de la Trocha, con mi papá Celedonio Portela y mi primo Fallo Noguerola.
Entonces era bonito ver desde este lado de La Trocha y la “Laguna del Picacho” todas las candilejas llamadas “brujas” o “Candil” que iluminaban las orillas de ambas márgenes de los ríos Blanco y Papaloapan y admirar el faro de Las Escolleras con sus estrellas en la lejanía del cielo. Recuerdo que llevábamos un radio portátil marca “Majestic” negro con el que oíamos canciones de la época romántica como “Piel Canela” y la tradicional “Bésame” de Consuelito Velázquez.
Precisamente aprendí con mi tío Ángel Portela Sánchez –y los maestros de la matanza, Mario Ramón Ramón “El Mochilongo” y su hermano Prisciliano “El Pichi”– a manear, matar y destazar puercos, así como freír chicharrones, hacer bisteces y, en tiempos libres servir como mesero en la cantina “El Gallo Rojo” y hasta de mandadero para ir a traer taxis que solicitaban los parroquianos, pues en ese tiempo habían sólo unos cuantos y no pasaban por el barrio. Con mi primo José Antonio Rodríguez Cruz, fui cadenero, ayudante de topógrafo.
Pero ante todo, mi primera pasión fue correr, correr, correr y por eso perdí un año en la preparatoria. Fui subcampeón estatal en Veracruz en los 500 y mil 500 metros planos dos años consecutivos: 1967 y 68. También corrí con la Antorcha Olímpica en tres simulacros, que en uno, como recuerda mi amigo Jesús Rivera Magaña –mi compañero de equipo— recorrí la distancia de mil metros en 3 minutos, 33 segundos 33/100. Quiero agregar que el mero día de la transportación de la “Antorcha Olímpica” no asistí por tener un examen extraordinario y en mi lugar fue Pablo Valerio, quien hasta donde sé, todavía guarda la antorcha como recuerdo.
Esta es una breve historia de mi biografía que algún día contaré completa con las anécdotas de mis amigos José Sotero Silva Herrera (+), Manuel Rascón Arano, Ricardo Padrón Almeida(+), Rodolfo Zenerín “Fito El Naylon” (+), Rafael Figueroa Zamorano. Luego mí compadre Nacho Ramón Zamorano “El Avión” y, por supuesto, mis hermanos Cecilio, Mario, Gabriel y David, que fue con quienes más anduve en nuestras vagancias. Daniel, el mayor de la dinastía Portela Alvarado, ha sido más calmado y discreto; por el contrario, con mi hermano Matías –Pepe, como le decimos desde antes que lo bautizaran— ha sido siempre mi compañero y cómplice en todo desde nuestra niñez, juventud y actualmente. Mis hermanas, Aída Luz y María Vicenta, por ser mujeres, la relación siempre ha sido más familiar y hogareña, que de participación callejera, aunque algunas veces Aída y Yo, íbamos a vender aguacates por toda La Playa y hasta La Trocha.
MI SANTO Y YO COMO PERIODISTA…
He querido hacer esta relatoría biográfica porque este año 2023, (como lo publiqué el año pasado cuando celebré mis 71 y los tres anteriores), este 27 de marzo de “San Ruperto”, cumpliré los 72 de vida. Soy de principio del medio siglo pasado, 1951, cuando apenas salíamos de la segunda guerra mundial y la celeridad de los acontecimientos, nos llevó a una mayor velocidad de la vida, como la perfección de los inventos, los motores automotrices, la aviación y los medios de comunicación.
Soy “San Ruperto” del calendario de Almazán. Si no lo creen, pregúntenle al maestro Víctor Manuel Cruz Roque, quien me apostaba que mí santoral no aparecía en el almanaque y que “San Ruperto” no existía. Se lo comprobé que sí, en un calendario tamaño espectacular, de aquellos de Cementos Tolteca. Le gané y me celebró mi cumpleaños con una rumba de pronósticos reservados.
¿Quién es “SAN RUPERTO”?. Se los diré. SAN RUPERTO fue un Obispo, misionero (año 710).
RUPERTO significa (en alemán) “hombre de fama brillante”. Fue el gran misionero que evangelizó el sur de Alemania, la región de Baviera. Era Obispo de la ciudad de Worm, quien, acompañado de un buen número de misioneros llegó a Baviera en el año 697.
Para eso y entonces, se presentó ante el Duque TEODO, que era pagano y le pidió permiso para evangelizar en esa región. Pero como llevaba recomendaciones del Rey CHILDEBERTO, el Duque le concedió el permiso de predicar. Una hermana del Duque TEODO era cristiana y logró convencerlo para que fuera a escuchar los sermones de SAN RUPERTO. Tanto le agradaron, que al poco tiempo se hizo cristiano y junto con un gran número de los empleados de su palacio y de su gobierno se hicieron bautizar. Esto facilitó mucho la obra evangelizadora de SAN RUPERTO y sus compañeros, porque ya en el gobierno no había oposición a la predicación.
SAN RUPERTO se fue a su tierra de origen, Irlanda, y se trajo doce nuevos misionero convenciendo a su hermana SANTA ERENTRUDES a que fundara un convento de religiosas allí. Ella y sus monjas contribuyeron mucho a propagar la religión por toda esa región de Baviera. Los compañeros de SAN RUPERTO eran tan fervorosos que tres de ellos han sido declarados santos por la Iglesia Católica.
MIS INICIOS COMO PERIODISTA…
También quiero hacer énfasis, que en este mes de marzo de 2023, precisamente cuando se canta el playbol de la Liga Mexicana, (que no se hizo en 2020 y 2021 por la contingencia de la pandemia del Coronavirus) cumplo 51 años en la actividad periodística. Empecé como colaborador en el “Diario La Nación” –igual que muchos estudiantes de la Facultad de Periodismo de la U.V.— en la información deportiva y específicamente en el béisbol de la Liga Mexicana, desde el “Deportivo Veracruzano” donde jugaban “Los Rojos del Águila”, dirigido por el manager Enrique Izquierdo.
Recuerdo en el equipo al corpulento y enorme jonronero, Al Pinston que cubría la primera base; al gran utility que jugaba todas las posiciones, Rolando Camarero con su tradicional número 27 en la espalda y más tarde “El Borrego” Álvarez. Había un pitcher venezolano, muy bueno, Alberto Osorio y en el shorstop jugaba Francisco “Chico” Rodríguez y en la tercera base el ingeniero Roberto Ortiz. Puedo recordar al Willy Arano y su hermano el pitcher Efraín Arano “El Tres Patines”, quien su último juego lo tiró a los 60 años.
Desde el otrora “Parque Deportivo Veracruzano” mandaba por teléfono mi nota a la redacción donde me la mecanografiaba una señora de quien no recuerdo su nombre. De colaborador del “Diario La Nación” pasé a “jefe del suplemento deportivo” cobrando 35 pesos diarios de aquellos de 1973-74; después a reportero y “jefe de la Sección Policiaca” con salario de 85 pesosal día y más tarde “Jefe de Redacción”. Cuatro años en esa actividad de aprendizaje y experiencia periodística que dirigía el ingeniero naval, don Fernando de la Millar, quien tenía una columna que se llamaba “Abriendo Brecha” con el seudónimo de Wenceslao Fernández.
Debo decir que fui “Jefe de Redacción” gracias al Maestro Campos o “Campitos” como le decían entre sus amigos, pues fue a él que le ofrecieron el cargo. A donde se encuentre “Maestro Campos” todo mi agradecimiento. Por cierto ahí encontré la amistad de “Don Mayito” el linotipista y el maestro de la fotografía que solo me acuerdo le conocían por su apellido “Becerril”como firmaba las imágenes que publicaba. También fue mi compañero reportero de la nota roja, un amigo que se hacía llamar en la radio de la “XEU de Veracruz” como “Jiménez y Jiménez”.
Debo decir que antes de ingresar a la Facultad de periodismo en la generación 1971-75, me fui con la inercia de mis amigos y me inscribí en la Facultad de Contaduría Pública en la capital veracruzana, Xalapa, donde cursé solo un año, ¡a duras penas!, en 1970.
No sé por qué, pero sin saberlo, mi vocación era, es y sigue siendo, la de periodista. Estando en el segundo año de la carrera de Licenciado en Periodismo –que fue la última generación con esa denominación— en la Universidad Veracruzana, se sucedió el temblor (1972 o 73, no recuerdo bien) que devastó Ciudad Serdán, Puebla, y otras comunidades circunvecinas, a donde fuimos a cubrir la información.
Ahí tomé muchas fotografías y por una me gané el segundo lugar en el concurso interno de la Facultad. Era una fotografía de una procesión de 28 féretros de las víctimas del temblor, en un lugar llamado “El Voladero”. Conseguí otro segundo lugar con una fotografía de la calle Rockefeller inundada en Alvarado. Para eso, ya me juntaba mucho con el fotógrafo y después corresponsal del diario “El Dictamen”, mi amigo Rolando Hernández, más conocido como “Rolín´s”, con quien aprendí un poco la fotografía y me regaló una cámara japonesa descompuesta que yo mismo reparé y la usé hasta que “alguien la cambió de dueño”. Por cierto, de las fotografías que Rolando ya no vendía y que guardaba en el archivo, yo las reciclaba y muchas de ellas comercializaban para tener una ganancia extra.
Confieso que tuve un conflicto con el director del “Diario La Nación”, el ingeniero Fernando de la Millar, quien se firmaba como “Wenceslao Fernández” en su columna “Abriendo Brecha”. A causa de eso, regresé a Alvarado –ya casado y con mi esposa embarazada—para seguir mi rutina de peón de albañil con mi primo Rafael “Fallo” Noguerola Sánchez, a quien mucho le agradezco su ayuda y apoyo. Con Fallo también acompañaba a mi padre Celedonio Portela Sánchez a la actividad de la pesquería de Ricardo Tiburcio o por las tardes después del trabajo de albañilería, a la captura del camarón prieto en la “Laguna del Picacho” de la Colonia La Trocha, que por cierto, en un descuido y abandono se secó y ya no existe; pocos la recuerdan. Hoy ese lugar es una plancha de cemento y un apiladero de piedras que hacen el escollerado. Los daños de la modernidad.
Dos años después de salir del “Diario La Nación” y andar de peón de albañil, un día me llego el mensaje de que me presentara en la Facultad de Periodismo donde me propusieron me viniera al Instituto Tecnológico Regional número 27 de Tuxtla Gutiérrez a integrar la oficina de prensa y difusión. Con 18 horas docentes, acepté y llegué a esta capital chiapaneca el 7 de junio de 1976 a las 7 de la mañana. Para eso, ya son 47 años de residir en Chiapas, particularmente en su capital, donde he hecho vida y amigos.
Desde entonces, además de haber integrado la oficina de prensa y difusión del TEC´ TUXTLA, me incorporé más tarde a la actividad académica con dos grupos que me cedió la maestra Esther Rodríguez Leos a quien agradezco sus enseñanzas docentes pedagógicas y su amistad. También por los años de 1978-79, colaboré en el diario “El Sol de Chiapas” con don Francisco “Pancho” Núñez López, “El Gitano” y luego en otros hasta que ingresé como reportero de deportes y la información general en el diario “Número Uno” bajo la dirección del buen amigo, licenciado Gerardo Vicente Pensamiento Maldonado y el excelso periodista, Jorge Díaz Navarro.
En 1983 colaboré en el diario “Chiapas Libre” con mi amigo Julio Barrera Gordillo, donde nació mi columna ÍNDICE… y para 1984, ingresé al “ES, Diario Popular” de don Gervasio Grajales, bajo la dirección de su hijo Alfonso Grajales Burguete “El Coleto”, con quienes colaboré por 16 años y se consolidó mi columna “ÍNDICE…”, aunque estuve escribiendo para otros diarios como “Vanguardia del Sureste”, “Expreso Chiapas”, del que fui inclusive subdirector y la revista “Diálogos en el Sur” de mí estimado amigo Marco Antonio Álvarez Ruiz, de la que fui director por casi diez números.
De la misma manera fui “corresponsal” del diario “La Prensa” de la Ciudad de México desde Tuxtla Gutiérrez, durante el gobierno del General Absalón Castellanos Domínguez (1982-88). Y digo que fui “corresponsal” (entre comillas) porque el acreditado como tal era el recordado amigo José “Pepe” Villanueva Cabrera, quien fuera director del diario “La República en Chiapas”, pero a quien le entregaban los cheques de la publicidad del gobierno era a mí y por supuesto, yo cobraba las sustanciosas comisiones de aquel diario de circulación nacional.
En el diario “Número Uno”, donde –reitero– estuve bajo la dirección de Gerardo Vicente Pensamiento Maldonado y Jorge Díaz Navarro, logré llevarme por más de treinta días consecutivos “la de ocho columnas” con mis notas y entrevistas al Gobernador Juan Sabines Gutiérrez y el entonces delegado federal de Programación y Presupuesto Demetrio Mondragón Barajas, entre otras fuentes informativas como los partidos de oposición, los mercados, la Delegación Federal de Pesca y de los acontecimientos de la erupción del volcán Chichonal la madrugada del 28 de marzo y 2 de abril de 1982.
Yo tenía las fuentes informativas del Gobierno del Estado, la iglesia, los partidos de oposición, los burócratas, mercados y la de pesca –que abrí e inauguré en Chiapas, porque esa información no se manejaba aquí– precisamente cuando fungió como eterno Delegado Federal, don Bosuet Esquinca. Fue una buena época del periodismo que ya solo es historia en el diario “Número Uno”, cuyo hermoso e histórico edificio terminó siendo una tienda de conveniencia, Oxxo.
El recorrido ha sido inmenso e intenso, pues he sido partícipe en la fundación de muchos medios de comunicación como “Televisión Rural de México, TRM” (1981); el diario “Número Uno” (1982); “Expreso Chiapas” (con Leticia Hernández Montoya) y en última fecha el diario “Contra Poder en Chiapas” que dirige el doctor José Adriano Anaya. Estuve al frente de la revista “Diálogos en el Sur” del buen amigo Marco Antonio Álvarez Ruiz por más de diez números. En ese tiempo, de 1993 a 1996, fui coordinador de Comunicación Social de la Delegación Estatal del ISSSTE-Chiapas y en 1998 Subcoordinador de Comunicación Social en el gobierno de Roberto Albores Guillén con Armando Rojas Arévalo, que era el coordinador y director.
No quiero pasar por alto que colaboré en el diario “Vanguardia del Sureste” que dirigía el amigo Armando Chacón Ramírez Corzo y en el “Sol de Chiapas” en tiempos de don Francisco“Pancho” Núñez “El Gitano” y ya con más formalidad bajo la dirección de Gonzalo Núñez de León. Toda una historia que tenemos que recordar con buen agrado.
Me quiero acordar que en Veracruz estuve reporteando para el diario “Noticias” que era de un empresario de nombre José Luis, donde también participaba mi estimado amigo y maestro Moisés Limón Peña (que fue reportero del diario “El Dictamen”, conductor de un programa de radiodifusión en FM y catedrático de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Veracruzana) y otro compañero, José Luis García, que me parece era originario de Cosamaloapan.
Pero fue en 1983, habiendo salido del diario “Número Uno” que me incorporo al proyecto de Julio Barrera Gordillo del diario “Chiapas Libre”, donde inauguro y empiezo a publicar mi columna ÍNDICE…, qué, como lo dije antes, en este año 2023 está cumpliendo 40 años de vida periodística. En fin, tengo mucho que celebrar y dar a conocer de mí y mis actividades profesionales como persona y periodista.
¡Ah!, no puedo excluir de mi currículum que soy colaborador y “Embajador Plenipotenciario” de la revista “El Quijote de Alvarado” desde Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, que dirige el buen amigo José Ángel Palacios Martínez con el acompañamiento de su esposa, María Luisa Chávez, a quienes agradezco siempre su atención y a la vez ser responsable de la publicación de mi libro: “Alvarado de Mis Recuerdos” que presenté en la Casa de Cultura de Alvarado, un viernes 04 de octubre de 2019.
Este próximo lunes 27 de marzo de 2023, cumpliré 72 años de vida; 47 de vivir en Tuxtla Gutiérrez; 51 años como periodista y 40 mi columna ÍNDICE… desde su primera publicación. Se me olvidaba decir que publiqué dos semanarios: “Otro Más” durante la administración del general Absalón Castellanos Domínguez, que tuvo doce ediciones, en tanto que en el gobierno interino de Julio César Ruiz Ferro, edité el periódico “ÍNDICE…” con diez publicaciones.
Faltaba mencionar de mi acervo periodístico, algunas publicaciones que he tenido en el transcurso de mi vida, como “El Quehacer Periodístico en Chiapas” y “El Ingenio Natural de Chito Mayo” que tuvo a bien publicarme el Colegio de Bachilleres de Chiapas (COBACH) y la diligente disposición de su entonces director general, Edgar Valente de León Gallegos, a quien agradezco siempre sus atenciones y sincera amistad.
Otras publicaciones son: “El Cabalgar del Diablo”, “Radiografía del Periodismo Chiapaneco”, “Chiapas, el Corazón del Plan Puebla Panamá” y “Alvarado de Mis Recuerdos”, que son publicaciones libres de patrocinio y pensamiento.
Agradezco de antemano todas las felicitaciones recibidas con anticipación y las que pudieran venir a partir de la presente “egopublicación”, que será parte de mi ego-auto-biografía de este año 2023, al celebrar mi cumpleaños número 72.
Posdata: este artículo egobiográfico fue publicado el año 2019 y solo se cambiaron los tiempos, fechas y algunas situaciones en el 2020, 2021, 2022 y ahora en este 2023. Agradezco su comprensión por este acto de autoelogio calificado de vituperio. Pero, si no lo digo yo, no creo que alguien lo quisiera decir…
Vaya un saludo desde la Ciudad del Caos, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, tierra del pozol, el nucú, la papausa y la chincuya…
Para contactarme: rupertoportela@gmail.com
Celular: 961 18 8 99 45