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Rumbo al gabinete de la Nueva ERA

Rumbo al gabinete de la Nueva ERA
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Manuel Ruiseñor Liévano

Sostienen expertos como Manuel Quijano Sánchez, que abordar el tema de un gabinete de gobierno necesariamente entraña hablar de las definiciones, implicaciones y alcances de su influencia en la conducción de un país o de una entidad federativa. Una cuestión nada fácil, toda vez que significa ocuparse de una realidad política que carece de vida jurídica.

En términos generales, nos dicen que un gabinete lo integra la élite en derredor del nuevo gobernante; sin embargo, acotan, hay que considerar que no todo el elenco político que envuelve al entrante titular del Poder Ejecutivo, dispone de un lugar dentro del gabinete. Al menos en la democracia mexicana, el gabinete representa al grupo de colaboradores más importantes en términos de responsabilidad y confianza hacia el propio gobernante.

Más allá de estas advertencias, sin duda significativas desde la óptica de las ciencias políticas y administrativas, y sin perder de vista el anuncio de la virtual Presidenta de México en torno a las primeras 6 personalidades que integrarán su equipo de gobierno, aparte del confirmado secretario de Hacienda, lo que está por suceder en Chiapas en el caso del nuevo Ejecutivo del Estado, resulta relevante de abordar.

Dice nuestro autor referido que existe otro aspecto digno de considerar: “la obligada distinción entre gabinete y clase política, referida a todos los actores que despliegan actividades vinculadas al ejercicio del poder público, y clase gobernante, concepto utilizado para hablar del elenco de funcionarios, muchos vinculados a una corriente partidaria, que tienen en sus manos los altos puestos públicos, incluidos los representativos del Poder Legislativo, miembros del Poder Judicial y organismos autónomos, ninguno de los cuales han formado parte de un gabinete (…) siempre constituido por un grupo compacto de funcionarios públicos que rodea al mandatario”. 

Si intentamos responder la pregunta relativa a cuáles son las características generales que debe reunir el gabinete del próximo Ejecutivo chiapaneco –el cual encabezará Eduardo Ramírez Aguilar en calidad de Gobernador Constitucional–, podríamos empezar señalando que debería ser un conjunto de servidores públicos arropados con experiencia, capacidad, seriedad. Y, más aún, un conjunto de especialistas en los temas de su encomienda, con marcada vocación humanista, por la cultura, la historia, el respeto a la ley y a los derechos humanos.

Nada más ni nada menos que los atributos que encierra el propio Ramírez Aguilar y que le ha significado un desempeño exitoso en el servicio público. Que quede claro,que no se trata de agrupar clones del político chiapaneco, sino de afinidades y visión compartida de lo que Chiapas requiere para hacer realidad el Plan Estatal de Desarrollo 2024-2030, la hoja de ruta de la Nueva Era.

No está demás señalar que en ese capital humano que conformará tanto el gabinete legal como el ampliado, también debe haber espacio para quienes profesan vocación por la ciencia, la tecnología y la innovación. A nuestro parecer, hablando de capital humano, la médula del nuevo gobierno deber ser la pluralidad, tal y como lo es Chiapas;paritaria entre hombres y mujeres e incluyente porque fue capaz de abrir espacios a la participación de representantes de diversos sectores de la sociedad tradicionalmente excluidos, como son los grupos indígenas, las personas con discapacidad, la comunidad LGTB+, los jóvenes.

Hablamos de un grupo significativo en razón de la conjunción de políticos veteranos, personalidades destacadas de la academia y de los cuadros más valiosos surgidos de las universidades chiapanecas, tanto públicas como privadas. Nadie mejor que los de casa para entender a fondo la nueva ERA de Chiapas.

Y en atención especial a la condición estructural de nuestro estado, los temas y cargos más importantes deberán estar orientados prioritariamente al desarrollo social donde se concentra el mayor rezago (educación y salud); seguridad, gobernación, hacienda, economía, medio ambiente, campo, culturas y artes, ciencia y tecnología y, por supuesto con énfasis en el calibre profesional y experiencia de sus titulares. 

Todo ello, sin dejar de considerar que, con la nueva gestión de Ramírez Aguilar, lo más probables es que se modifique la Ley Orgánica de la Administración Pública del Estado, pero esta vez para cumplir con los criterios de atender lo más urgente, fortalecer la capacidad institucional, reorientar el esfuerzo presupuestal y los recursos humanos, técnicos, financieros y materiales a las nuevas prioridades. Más allá de la política de austeridad, ejercicio racional del gasto público y combate a la corrupción, que son plataformas imprescindibles en la gestión de la llamada Cuarta Transformación.

De otro lado, también están los valores de la ética política y de servicio: lealtad, honestidad, apego a la norma, responsabilidad social y eficacia, que son referentes obligados a acreditar de parte de quienes integrarán el gabinete de gobierno de la Nueva ERA de Chiapas.

Otro aspecto, el cual no puede omitirse señalar es que, en la designación de algunos titulares de dependencias, entidades, organismos desconcentrados, etc., seguramente ocuparán un nivel de responsabilidad quienes hayan expresado su interés con propuestas y diversos planteamientos para la Nueva Era en los llamados “Diálogos para la Transformación” y que, cono ya hemos referido en entregas anteriores a este medio, ha sido un ejemplar ejercicio de democracia participativa. A nivel nacional, en torno a la hoy virtual presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, y a nivel estatal alrededor de Eduardo Ramírez Aguilar.

Estamos muy cerca, sí, de conocer a un equipo de trabajo que durante los próximos seis años tendrá la ingente responsabilidad de sacar a Chiapas de los últimos lugares en los indicadores de rezago y pobreza. Pero por igual estamos a un tris de confirmar más allá del discurso que la pluralidad política de Chiapas y la diversidad cultural, que tanto nos enorgullecen, estarán dignamente representadas en el granequipo del próximo gobernador. El gran propósito es, a saber, hacer realidad una nueva era de desarrollo y crecimiento en una tierra que, con más gloria que nada y en razón de sus primeros doscientos años de federación a México, está hoy más que nunca obligada a pintarse el rostro con el color de la esperanza, y a mirar con ojos de jaguar el Chiapas que somos y el que juntos, sociedad y gobierno, podemos lograr. Nada más, pero nada menos.

Sostienen los politólogos y estoy de acuerdo, que la primera señal para advertir la naturaleza de un nuevo gobierno, es la integración de su gabinete, la segunda es su política económica y social, la tercera es el discurso de toma de protesta y la cuarta es su Plan de Desarrollo.

En Chiapas, muy pronto habrá nuevo gabinete y con ello seguramente gratas noticias. En esta tierra del Sur de México, desde el inicio de su campaña con sus propuestas y más adelante con los Diálogos por la Transformación y el Plan Chiapas Transformador, quedaron trazadas las líneas de la política económica y social. Falta el discurso de toma de protesta y el Plan Estatal de Desarrollo, el cual estará terminado en septiembre de este mismo 2024, a diferencia de lo que ocurría en gobiernos anteriores, cuando ese instrumento clave para la práctica del buen gobierno, se presentaba en los primeros meses del siguiente año. Queda claro que con la nueva ERA la cuestión es diferente, el ritmo de gobierno también será distinto y, si bien es cierto no habrá prisa, será verdadero que tampoco habrá pausa.

Luego entonces, de cumplirse en tiempo y forma con estas líneas de política y administración, se estará cumpliendo con enviar un poderoso mensaje de certidumbre a la ciudadanía, al caudal enorme de chiapanecas y chiapanecos que conscientes (JAM ACH ULEL) la dieron a Ramírez Aguilarun aval millonario de confianza sin precedente en los anales de los procesos electorales en territorio chiapaneco.

Finalmente, lo cierto es que más allá de quienes lo integren,el gabinete está obligado a cumplir con un gobierno eficaz, responsable, honesto y sensible al sentir y a la exigencia popular. Ha de ser ejemplo de democracia y pluralidad.

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