Mar Dientz
“Pocas cosas más útiles hay para comprender a Chiapas que releer a Rosario Castellanos”, fue la opinión que destacó un diario de circulación nacional en su contraportada por motivo del 50 aniversario luctuoso de una de las pensadoras más proliferas que ha dado las letras mexicanas.
Y pese a que el festejo y el reclamo no es un asunto aislado para la entidad chiapaneca, en estos días se estarán realizando actividades artísticas y culturales en honor a la autora de Balún Canán, considerando que dicha programación sirva como pretexto para ir cerrandola agenda cultural de la actual administración tras el clímax de violencia e inoperancia continuamente señalada.
Recordar a Rosario Castellanos a cincuenta años de su partida va más allá que un homenaje, compromiso o deuda que se tenga con la destacada diplomática, pues su pensamiento es tan vigente como sustancial para volver a ella, para situarnos en el contexto que hoy dependemos y con ello ‘depurar los demonios’ que nos atan.
En cambio, recordar a Rosario siempre será un acto desinteresado y generoso que todo lector pueda dedicarle a quien hizo de la escritura un oficio de la luz y la reflexión, no por nada cuando profundizó en El niño y la muerte sobre el tema de la fatalidad (retomándolo como una constante actual que asola al país), ilustrándonos sobre la importancia para mediar la palabra que es depositada en la mentalidad de las infancias.
Lo anterior, porque es bien sabido que la educación prima del hogar, sin embargo, se hadocumentado que en la familia también se engendra la violencia, el odio y el desconcierto, muchas veces cuna del lenguaje soez y demás actos inmorales, de tal modo que la filósofa mexicana se cuestionó:
¿Qué es lo que duerme al niño? ¿El ritmo, la repetición hipnótica, la melodiosa voz de la que canta? No. El miedo, la necesidad de escapar de la amenaza entrando en el ámbito de otro mundo en el que tampoco se está a salvo porque en el sueño aparecen figuras de cuerpos destrozados, de entrañas rotas.
Es decir, Rosario Castellanos abogó por que se empleará un discurso que no fuerademasiado presuntuoso y grotesco para la niñez respecto a la vida y la muerte, insistiendo que es en el juego donde se disocian asuntos tan complejos y oscuros. Pero ella misma se detuvo a sustraer la idea de que en el juego también ronda la muerte, ya que la niñez mexicana juega con la muerte, hace rondas y se divierte con la muerte, sin tener la menor duda de estar invitando a un compañero más a ese convite: “Naranja dulce, / limón celeste, / dile a María / que no se acueste, / María, María / ya se acostó, / vino la muerte / y se la llevó”.
Por supuesto que jugar es una dinámica mundial, lo preocupante es que hoy en día es casi imposible ver a la niñez apropiarse de los espacios públicos como antaño, cuando el tiempo se paralizaba y a deshoras podías despedirte de las amistades y del cotorreo, prometiendoun día más para el reencuentro, porque “todo es juego para los niños: juego y descubrimiento gozoso”, tal cual dijera el escritor argentino Jorge Luis Borges.
Y esto me lleva a la añoranza del pasado y el escenario lúdico que se reduce en recuerdosdebido a que la inseguridad nos ha rebasado, las cifras de los desaparecidos y feminicidios no caben en las actas, y pese a tal escenario recurrimos al forcejeo verbal para obligar a lasinfancias a irrumpir las calles, pero inmediatamente volvemos a inducirlos al hogar ante el cruce de balas y el reclutamiento forzado.
Por ello el argumento inicial sobre la existencia de asuntos más urgentes para atender en Chiapas, que releer a Rosario Castellanos, es entendible hasta cierto punto, mas no en el sentido de politizarla para ignorar los problemas y las demandas que atraviesa la nación; en defensa de ella que no fue ajena ante el acontecer del mexicano.
En el marco dedicado a la escritora y filósofa mexicana, son días apremiantes para quienes vemos en ella un referente en las letras, quien se esforzó en depositar en sus escritos la palabra más precisa para aligerar el pensamiento y mejorar la conciencia frente a los infinitos sentidos y significados de los temas sociales y culturales, entre otros que procuran un mayor cuidado de la palabra para dirigirnos no solo a las infancias, sino a toda la humanidad, porque tal como dijo en una de sus correspondencias: “Lo único que te pido cuando hables conmigo es que tus palabras sean justas, que sean del tamaño de tus pensamientos, porque si tú me dices no, para mí es no, y si me dices llueve, para mí está lloviendo. Y si me dices amor, para mí es amor”.