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Robarse todo el país / La Feria

Robarse todo el país / La Feria
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Sr. López

Tío Anselmo era uno de esos cuya divisa es la necedad y su distintivo, la falta de sesera. Su esposa tía Nacha (Ignacia se llamaba la pobre), ya mejor no le decía nada porque si le reclamaba por las horas (el amanecer) y el estado en que había regresado (ebrio), él le respondía: -¿Y tu papá, qué?… ¿él sí podía? –mejor lo dejó, bueno, no lo dejó, lo echó, porque según ella, le daban flojera las mudanzas. Pues sí.

El lunes, el trenecito Maya descarriló. Punto. No sufrió una “interrupción de flujo”, como explicó la empresa militar que lo administra. Descarriló. Se salió de su carril. Poco o mucho, descarrilarse es descarrilarse. Y si eso pasó a 10 km/h, cualquiera no teme algo peor a 100 km/h.

El trenecito Maya iba a costar entre 120 mil y 150 mil millones de pesos, como se anunció en agosto de 2018. Pero en septiembre del año pasado, el secretario de hacienda, Rogelio Ramírez de la O, declaró que costaría 500 mil millones de pesos, el 333% más de costo (y que estaría terminado en diciembre de ese 2023, por cierto).

Otro detallito en el que se fijan nomás los cuenta-chiles, es que con ese costo de construcción y 1,500 km de largo, el trenecito Maya costó 333 millones por kilómetro (un poquito más).

Para que se haga una idea del absurdo que es ese costo, entérese que el ferrocarril de alta velocidad (AVE), entre Madrid, Valencia y Alicante, en España, cuya construcción es mucho muy cara por estar diseñado para velocidades de hasta 250 km/h, les costó 13.5 millones de euros por kilómetro, que a la paridad de ayer, equivale a 244 millones de pesos por kilómetro. El kilómetro de trenecito Maya que es lento como la cuaresma, salió en 333 millones. De plano.

Y recuerde que de no cortar ni un solo árbol, como prometió el Presidente en 2018, el mismo gobierno aceptó en febrero de 2023, que se habían “removido” (talado), tres millones 400 mil de árboles (que ya van 5 millones es chisme, no haga caso), pero también aceptó el propio gobierno que habían deforestado (arrasado), 3,167 hectáreas de selva, aunque la verdad, la verdad, ya va la cosa en por ahí de 6,659 hectáreas, según algunos de esos que el presidente ya nos advirtió que son “pseudoambientalistas”.

Total, ni quien se fije… bueno los jaguares, monos araña y ocelotes o tigrillos, sí se van a fijar, pero como de por sí estaban en peligro de extinción, que se extingan de una buena vez y dejen de extrañar nada de su selva. (Nota: si usted anda viendo videos de supuestos pilotes atravesando supuestas grutas, ríos subterráneos y mantos acuíferos, usted es un morboso fifí, conservador, amigo de la mafia del poder que extraña sus privilegios; vergüenza le había de dar).

Lo que sí sería rudeza innecesaria, sería prestar atención a las grabaciones de sabrosas pláticas telefónicas de amigos chacoteando con que venden el balasto que no se sabe si es balasto, sobornando funcionarios para que les reciban su material, porque el papá (de quién sabe quiénes, ellos dijeron que el señor de palacio, cosa tan rara), autorizó que solo ellos sean los proveedores. Si el balasto no es de la calidad necesaria, todo el trenecito está en peligro, de eso depende su estabilidad… y que no se descarrile.

Otra cosa es que este descarrilamiento del lunes no es el primer problema del trenecito Maya. El 21 de marzo en Valladolid, se quedó sin frenos y dejó de circular; el 20 y 21 de enero dejó de rodar todo el trenecito por fallas en el sistema eléctrico; el 20 de enero, en la corrida Cancún-Mérida, salió con dos horas de retraso, con avance lento y sin aire acondicionado (tuvieron que abrir las puertas), y no hubo riesgo porque se detuvo por completo (Dios existe), y a los pasajeros los regresaron a Cancún en autobús, seis horas de espera; y no se le vaya a olvidar que se inauguró el 15 de diciembre pasado y al día siguiente se dio inicio a la operación abierta al público, con retrasos de hasta cuatro horas por “algunas fallas”. A fines de ese diciembre, se suspendió cuatro días el servicio y el 5 de enero se suspendió la corrida a Campeche por “un desperfecto”. Bueno, Roma no se hizo en un día… ni el trenecito Maya… y la Línea 12 tampoco.

Así las cosas, doña Xóchitl Gálvez, antier, lunes, denunció los hechos ante la Fiscalía Especializada en Materia de Combate a la Corrupción, de la FGR, para que se investigue la asignación directa de contratos en la compra de balasto para la construcción del trenecito Maya. Dijo ella: “Se tiene que investigar cómo se pasó de un costo de 120 mil millones a más de 500 mil millones de pesos. El Tren Maya es un proyecto noble, pero desafortunadamente el presidente, sus funcionarios y familiares han hecho de él un gran acto de corrupción”. Híjoles, ¡qué llevada!

Lo bueno fue que doña Sheinbaum entró al rescate y ayer, en conferencia de prensa en Oaxaca, declaró: “(…) llama mucho la atención que una obra estratégica como ésta se pida una investigación. ¿Por qué no pide la investigación de (Genaro) García Luna y (Felipe) Calderón, por ejemplo? (…)”.

¡Ah, caray, tiene razón! Como que está raro que se pida investigar una obra (estratégica o no), nada más porque costó el 333% más del presupuesto original. De veras, es andar de fijados. Costó eso y punto. ¿O va usted a desconfiar de la sólida moral-todo-terreno de los funcionarios de la cuarta transformación?… o de la palabra del Presidente, de sus hijos, de los primos de sus hijos, de los amigos de sus hijos… es mucho desconfiar. Esperemos que don Gertz Manero, el fiscal General de la República, asigne a sus mejores sabuesos para que rapidito, ratifiquen ‘urbi et orbi’, el inmaculado manejo de los dineros en esa obra estratégica. Sí, que investigue, que investigue y que retiemble en sus centros la Tierra.

Y la otra cosa en que tiene razón doña Sheinbaum es en que mejor había doña Xóchitl de denunciar a Calderón, que dejó la presidencia hace 12 años… o mejor todavía, a Hernán Cortés por asociación delictuosa, porque él y sus amigotes, consiguieron robarse todo el país.

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