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Represión o victimización

Represión o victimización
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José Antonio Molina Farro

“La diversidad de opinión existe entre sabios igual que entre ignorantes. Cualquier opinión que yo tenga puede ser repudiada por personas igual de listas y preparadas que yo, y con argumentos tan válidos como los míos”. Pirro, el padre de la corriente filosófica el <<Escepticismo>>. El filósofo aconsejaba no decir “así es”, sino “me parece que es”. Confieso que escribo desde el denso óxido  del pesimismo y la confusión, quizá como un místico del deber ser. El crítico no es un relator de incidentes, no le interesa lo que pasa sino el significado de lo que pasa. El “atentado o intimidación” a la esposa e hija de José Antonio Aguilar Bodegas, aspirante legítimo al gobierno del estado es execrable por donde se le vea. Es la barbarie encarnada en la política. La condena pública ha sido unánime, salvo gritos de algunas urracas que dicen todo fue una simulación con fines electorales. El “evento” ocurrió, hay que decirlo sin lamentos timoratos ni eufemismos conciliadores. Se levantaron actas y presentaron denuncias con las placas y características del vehículo agresor. También parecería ingenuo considerar una coincidencia el encarcelamiento casi simultáneo  de Manuel de la Torre, hermano putativo de Jósean. Algo pasó, no cabe duda, Jósean cayó de la gracia. Decía el gran fotógrafo  Miguel Álvarez del Toro, “Si quieres ver lo invisible observa bien lo visible”. Inevitable caer en el reino de la especulación: un atentado de Estado o victimización como recurso para concitar simpatías. Ni el uno ni la otra son ajenos a prácticas recurrentes en este país.

En lo personal he enderezado críticas acerbas a Aguilar Bodegas por su propensión a la ira y el rencor, y quizá, injustamente lo digo, en lo que he considerado ánimos de revancha. A Manuel Velasco también lo he criticado por lo que considero políticas equivocadas en el ejercicio del poder, así como su propensión a gobernar con un cenáculo de jóvenes inexpertos que abonan en muy poco a prestigiarlo ante la opinión nacional. Una vez dije que las aguas pronto apestan si en un lugar se estancan. Manuel no es un político de doctrina, es un político de intuición. Tiene “inteligencia astuta”, maña, fingimiento. Y aunque muchos discreparán de mi juicio, hoy lo reitero, Manuel, creo yo,  no es un desalmado represor, proclive a prácticas innombrables de aniquilación física de sus adversarios y menos de los familiares de éstos. Sería irresponsable y hasta constitutivo de delito el considerarlo así. Manuel, dista mucho de la ruindad y perversidad de su antecesor. Tampoco creo en la inocencia fresca de Manuel, pues ha demostrado ser un zorro en las lides políticas – véase su manejo de la sucesión- y aplicar la rudeza cuando lo cree necesario. No tiene dudas ni titubea. Es implacable en la consecución de sus objetivos, pero sin llegar al crimen o el asesinato. Abrigo esa convicción. Es mi creencia.

Carl Schmitt, en <El concepto de lo político> dice que en política “Los conceptos de amigo, enemigo y lucha adquieren su sentido real por el hecho de que están y se mantienen en conexión con la posibilidad real de matar físicamente”. Llama política, pues, a una oposición marcada por la sombra de la muerte. “La ley es aplicable en la normalidad, pero en política la normalidad no es normal”. Claro que Schmitt habla solamente de la “política caliente”, pues tan falsa es la política sin conflicto como la que es sólo conflicto. Para Schmitt, sin enemigo que afirme nuestra vida, vegetamos sin propósito alguno, sólo en la confrontación con el enemigo mortal la vida aparece en toda su grandeza. El bien o el mal, nosotros o ustedes, Dios o Satanás. Ni duda, el territorio de la política es indomable, es una alfombra de erupciones que lleva siempre la marca de la fuerza y el conflicto,”la danza de los cuchillos” pues. En la actividad política navegan hombres y mujeres en un mar sin límites y sin fondo, no hay un destino designado, la tarea es mantener la nave a flote y equilibrada. Dice Oakeshott, “La política es un espectáculo desagradable en todo momento. La oscuridad, la turbiedad, el exceso, las componendas, la falsa piedad, el moralismo…la corrupción, la intriga, la negligencia, la vanidad, el autoengaño y por último la esterilidad”.

Octavio Paz nos dice que la solidaridad, herencia del cristianismo es el nexo que nos humaniza y armoniza. En “Piedra de Sol” describe la necesidad de encontrar al otro: “Para que pueda ser he de ser otro, salir de mí, buscarme entre los otros, los otros que no son si yo no existo, los  otros que me dan plena existencia, no soy, no hay yo, siempre somos nosotros, la vida es otra, siempre allá, más lejos, fuera de ti, de mi, siempre horizonte, vida que nos desvive y enajena, que nos inventa un rostro y lo desgasta”. El mismo Paz: <<El bien, quisimos el bien: no nos faltó entereza: nos faltó humildad…todo lo que pensamos se deshace, en los Campos encarna la utopía, la historia es espiral sin desenlace>>. Mi solidaridad sin reservas para José Antonio Aguilar Bodegas y su familia.

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