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Regimiento de Madres / La Feria

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Sr. López

Para todas las viejitas de la familia materno-toluqueña, tío Juan de Dios era su mero padre, indudable autoridad moral en especial, sobre cómo debía ser la ‘familia cristiana’… y de eso vivía, de dar conferencias en salones de parroquias y hasta teatros que rentaban obispos para que fuera escuchado por los más que se pudiera de sus respectivos rebaños. Y, en verdad, hablando era capaz de convencer a un esquimal de usar chanclas pata de gallo. Alto, elegante, la viva imagen del asceta, con voz gruesa y modales de aristócrata. Pero los señores de la familia, le decían ‘Juan Locuaz’, por ser muy sabido que tenía ‘casa chica’ y que en afamados establecimientos de ilícito esparcimiento masculino, era muy estimado por las señoritas que ahí atendían a la clientela vistiendo solamente -uniforme obligatorio-, aretes, perfume y zapatillas de tacón alto. Ya adolescente este menda se atrevió a preguntarle al ancianito tío (que todavía, aunque muy de vez en cuando, seguía impartiendo sus pías conferencias), si no le apenaba vivir de dar consejos tan alejados de su vida y sin una duda, de bote, respondió: -Yo digo cómo es correcto vivir, no que vivan como yo, que eso no es asunto de nadie… son cosas distintas, ya entenderás –y no, sigo sin entender.

Mayo 14 de este hórrido 2020: “Aunque me critiquen que quiero militarizar al país, voy a seguir insistiendo en que nos deben ayudar las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública”: Andrés Manuel López Obrador, presidente de los Estados Unidos Mexicanos (lo de ‘México’ es una licencia que nos tomamos con el nombre legal del país), en su conferencia de prensa cotidiana en Palacio Nacional. 

Con criterio de pulga se entiende que nuestro Presidente tiene razón: las fuerzas armadas deben ayudar en las tareas de seguridad pública. Aunque lo critiquen: 

“El Presidente tomó una decisión apresurada e irresponsable al enfrentar el fuego con el fuego”… “(…) no se resuelve nada con el uso del Ejército, Marina, policías, cárceles, amenazas de mano dura, con leyes más severas, dado que la paz y la tranquilidad son frutos de la justicia”… “Se tiene que entender que la paz y la tranquilidad son productos de la justicia y el mejor camino para enfrentar la inseguridad y la violencia es el de reactivar la economía de México (…)”.

Que no preste oídos a esas críticas, que aguante vara, todos entendemos que necesita el apoyo del ejército y la marina armada… esos juicios reprobatorios son necedades, producto de la ignorancia o, ¡ni lo quiera Dios!, de la frivolidad ignorante y de mala fe de políticos de quinta (¡ah!, pérfidos conservadores)… pero, ¡espere! (como dicen en los infames ‘infomerciales’), esas son palabras de Andrés Manuel López Obrador antes que fuera Presidente (lo dijo en su gira por Coahuila el 8 de diciembre de 2016). Y a todo el país consta que se oponía con todas las fuerzas que el alma le da, a la participación de nuestras fuerzas armadas en eso del combate a la delincuencia organizada.

“(…) voy a seguir insistiendo en que nos deben ayudar las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública”, dijo ayer él mismo, sin que uno sepa bien cuando lo dijo antes como para que ahora hable de ‘seguir insistiendo’, él, el mismo que tan cerca como hace 10 meses (el 1 de julio de 2019), en entrevista con el periódico La Jornada, declaró que si por él fuera desaparecía al Ejército… bueno, pues ya no, ahora va a seguir insistiendo en que lo deben ayudar. Uno es el que no lo entiende, ¡qué bueno que él sí se entiende!… suertudotes que somos.

Tranquiliza saber que es capaz de aceptar la realidad y cambiar lo que haya que cambiar. Antes de asumir el cargo veía las cosas de una manera, ahora ya enfrentado a la espeluznante situación, pues se echa para atrás y qué bueno. Imagínese que no.

 También serena el ánimo patrio saber que tiene muy clara la importancia de reactivar la economía (“el mejor camino para enfrentar la inseguridad y la violencia”), pero espanta que en su primer año la economía cayó (-0.1%), y en este va a ser mucho más pronunciado el tropiezo, por lo del Covid-19 y por la inadmisible falta de confianza de los capitalistas que siguen sin querer entender las sólidas razones del gobierno para cancelar el aeropuerto en Texcoco, suspender las rondas petroleras, clausurar la construcción de una cervecera inmensa en Mexicali… ¡necios! 

Tan nuestro Presidente sabe de la importancia del crecimiento de la economía, que les puso un tuitazo a Peña Nieto y Videgaray, por el reporte del escuálido crecimiento del PIB: “En enero la economía creció 0.8%, es decir, nada. EPN y Videgaray no saben como -sic- hacerlo. Perdón, pero con nosotros sería distinto y mejor. Manuel (@lopezobrador_) March 26, 2014”. Y el 9 de julio, ya siendo Presidente electo, se reunió con el Consejo Mexicano de Negocios (CMN), y declaró: “(Queremos) que ya no tengamos solo 2% de crecimiento anual (del PIB), como ha venido pasando en los últimos 30 años, sino que la economía pueda crecer al doble, cuando menos al 4% anual (del PIB, no se distraiga), y esto se va a lograr con la participación del sector privado, del sector social y del sector público, en armonía”. ¿Ven que bonito es lo bonito?

 Nada más que ahora dice que el PIB no importa, que eso era algo de los tiempos de antes, del neoliberalismo (en que estamos, por cierto, porque todos los criterios de política económica presentados por él al Congreso, respetan al pie de la letra la anterior política económica), que ahora lo que importa es el bienestar (ya luego nos darán un manual para aprender a estar bien aunque sea con hambre, porque no solo de pan se vive).

Lo que sí urge es que sus expertos arreglen la ecuación, pues si el mejor camino para devolver la seguridad pública al país, es el crecimiento económico (el PIB), y se quita eso (el PIB), entonces qué: ¿nos vamos resignando?… ¡ah! tal vez por eso ahora ya le caen bien los soldados… pero, no se preocupe mucho, todavía le queda en reserva el Regimiento de Madres.

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