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Reflejos escritos

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Nadia Ruiz

“La hora cositia”: comedia, crítica y cultura popular en la voz de Ángel David Medina.

Con un auditorio lleno y muchas carcajadas de fondo, se presentó en Comitán la obra “La hora cositia”, escrita y protagonizada por Ángel David Medina, joven artista comiteco que ha sabido ganarse al público local con su carisma, talento para la actuación y una voz excepcional que lo distingue sobre el escenario.

“La hora cositia” es una puesta en escena que combina humor, crítica social y la recuperación de expresiones populares, inspiradas en los relatos de la reconocida cronista Lolita Albores. En cada acto, Medina lleva al público por un viaje que atraviesa el sarcasmo, la nostalgia y la denuncia, usando el teatro como vehículo de reflexión y como espejo de nuestra cotidianidad.

Uno de los momentos más intensos de la obra muestra la historia de una madre que enfrenta la crítica social tras tener un niño inquieto y travieso. Medina, desde el humor negro, retrata cómo la familia no apoya sino recrimina, cómo el doctor la llama “mala madre”, y cómo incluso las enfermeras se suman al juicio. Con ironía, el personaje afirma: “ya pasamos por la regañiza de todos, y como broche de oro el comentario de las enfermeras: ‘así fueran buenas para abrir las piernas, también para cuidar a los hijos’”. El impacto de esa línea deja un eco incómodo que obliga a mirar la doble moral que muchas mujeres enfrentan, especialmente en contextos tradicionales donde la maternidad se juzga con dureza y poca empatía.

Pero la obra no se queda en la crítica; también celebra la riqueza del habla popular y la picardía comiteca. En un pasaje hilarante, aparece el personaje del padre parroquial a quien le preguntan si habrá misa, y este responde sin titubear: “¡Ahuevo que va a haber misa, hijita!”, provocando carcajadas y reflejando esa mezcla de religiosidad y espontaneidad tan característica de nuestras comunidades.

Otro momento entrañable ocurre cuando Flor y su compañero Pepe emprenden una travesía a pie desde Yajalón hasta Comitán, pues a Flor se le olvidó el pasaje. Él insiste en ir a la feria de Santo Domingo. Tras una larga caminata, llegan y descubren que la iglesia está cerrada. Entonces, él le dice: “Lo bueno es que está la de los curtidos”, a lo que Flor responde con incredulidad: “¿Para qué chuchos nos va a servir la de los curtidos?” Él, entusiasmado, contesta: “¡Para mercar curtidos!”, y Flor le replica con sarcasmo: “¿Con qué ojo divino tuerto?”, sugiriendo que no tienen dinero. Pero él, con orgullo, le revela: “Voz no tenés, yo traigo mi gasto de la feria, mi sorjuanita… lo ahorré todo el año para comprar mis curtidos”.

La escena concluye con un gesto de ternura y humor: él ofrece compartir su compra con Flor, y al verla molesta, le recuerda: “Flor, acuérdate que ya dijo el padrecito que no me debés estar pegando”, justo antes de que ella lo persiga por el escenario, generando risas y aplausos del público.

Los personajes de Flor y Pepe fueron interpretados con gran soltura y gracia por Daniela Hernández y Roberto Montejo, respectivamente. Ambos actores lograron conectar con el público a través de sus gestos, voces y tiempos cómicos, consolidando la calidad del montaje. El aspecto técnico de la obra también fue destacado, con la participación de Elizabeth Ortega en la operación de audio, quien cuidó que cada efecto y cada intervención sonora fortaleciera la experiencia escénica.

“La hora cositia” es una obra que juega con los límites del humor, lo sagrado y lo cotidiano, retratando personajes entrañables, situaciones absurdas pero reconocibles, y una identidad cultural viva y crítica. La actuación de Ángel David Medina demuestra que el talento comiteco no solo está vigente, sino que también tiene voz propia, una que se atreve a hablar de lo que muchos callan, y que lo hace con el ingenio y la fuerza del teatro local.

Esta obra es una muestra más de que el arte joven en Comitán tiene mucho que decir y mucho que ofrecer, y que la comedia, bien utilizada, puede ser una herramienta poderosa para provocar risa, reflexión y cambio.

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