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Decimocuarto aniversario del famoso FAR

Decimocuarto aniversario del famoso FAR
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Antonio Cruz Coutiño

Hoy, a catorce años del deceso de don Fernando Alegría Ramírez, volvemos a referirnos a él, pues su legado periodístico no ha de olvidarse jamás. En especial esa herencia asociada a la crónica policíaca, a la de los bajos fondos, por si algo de ello hubiese existido durante los años de su mayor producción radiofónica y periodística, el período de 1970 a 2009. Treinta y nueve años durante los cuales don Fernando fue mejor conocido como “El Famoso Far”, “Don Far” y “El Far” a secas. Período largo en el que deambula entre los mercados de Tuxtla Gutiérrez, los hospitales y la Cruz Roja, las estaciones de radio, el ¡Es! Diario Popular, su casa en el barrio de La Lomita, y entre sus camaradas reporteros de la fuente policiaca y nota roja.

Don Fernando está presente en la memoria no sólo de los comunicadores de información sino en la de tuxtlecos en general; conejos auténticos y advenedizos. Por su decir desenfadado, por la violencia de sus epítetos y adjetivos, por la crudeza de sus palabras, e incluso por el humor negro, en ocasiones desbordado, que caracterizan sus textos y alocuciones. Aunque… se le ha de recordar sobre todo, por su expresión diáfana y transparente, sus crónicas y su dicción casi mimética, su discurso absolutamente coloquial. Como si el escribidor, el cronista del diario y el radiófono, sus lectores y audiencia fueran una sola y misma familia.

Fue don Fernando Alegría entonces, un verdadero personaje típico popular. De los que distinguen y aportan sensiblemente a la identidad sociocultural de los pueblos. Practicante original y auténtico de las tradiciones y el modo de ser de la antigua Tuxtla de ascendencia zoque. Eficaz hablante del español característico de una de las regiones lingüísticas más emotivas de Chiapas. En donde se incluyen los municipios que forman parte de la vertiente meridional del río Grijalva, desde Cintalapa y San Fernando, hasta La Concordia, Jaltenango y Montecristo de Guerrero.

Así que voy a referirme a él y a refrescar su memoria —la de él y la suya, amable lector— mediante la recordación de una entrevista entrañable, probablemente la mejor de las tres o cuatro que aparentemente le hicieron casi al final de sus días. Dos publicadas por medios impresos y una o dos, presumiblemente difundidas a través de la radio y la televisión, mismas que desconocemos. Me refiero a la que con el título “Entrevista a Fernando Alegría Ramírez FAR” fue publicada el 26 de agosto de 2003 por la periodista Leticia Bárcenas González, en el tabloide catorcenal X Medios Comunicación y Sociedad; en el número tres del mes de septiembre de 2003, joya que aún conservamos.

Se infiere que la entrevista fue realizada en su propia casa, a mediados del mes de agosto, en la más plena euforia de su personalidad, y ante la perspectiva de su experiencia vasta. No conocemos a la entrevistadora, aunque se deduce —por la información disponible en la red de redes—, su inclinación por las entrevistas de semblanza, los personajes de la vida cotidiana, la crónica periodística, y su formación profesional en el ámbito de la comunicación; aunque ella misma asevera desempeñarse como “periodista cultural”. Intentaré una transcripción no textual sino algo modificada, para permitir mayor precisión a las palabras del entrevistado; nada a las expresiones, comentarios y conexiones discursivas de la periodista, sino tan sólo algunas, casi imperceptibles, variaciones en el sentido, contexto y oralidad característica de la dicción del personaje. Los subtítulos agregados van con la intención de facilitar su lectura.  

De práctica y originalidad

Identificado por su estilo peculiar de dar la nota roja, Fernando Alegría Ramírez, mejor conocido como FAR, es un hombre alegre, positivo y orgulloso de su origen zoque. Confiesa que a sus casi setenta años, cree estar a punto de cerrar su ciclo vital. Sin embargo, él, que ha dado a conocer innumerables casos de accidentes y decesos, no le gustaría que su muerte fuera registrada por los periódicos. La razón es que si su encuentro con la huesuda se diera mientras disfrutara su comida favorita, correría el riesgo de que se escribiera: Al FAR ¡Lo mató una nuca de jolote! Además, “Alegría” no es sólo su apellido, él es la viva representación del vocablo.

Y es que las charlas con “el FAR” no tienen desperdicio. El sello FAR en la información policíaca es inconfundible. ¿Qué lo lleva a contar las historias de la forma en que lo hace? Pues… comencé en la nota roja desde 1968 y hasta ahorita… como decimos los tuxtlecos, ya llovió. Pero aún seguimos en pie de lucha. Me decía don Gervasio: ya nunca vas a dejar de escribir, hijo. Vas a querer dejar y no vas a poder, la misma máquina te va a llamar, y es cierto. ¿Se considera heredero de las enseñanzas de [don] Gervasio Grajales? No mucho, pero sí. Le agradezco algo de lo que él me enseñó, y que Dios me iluminó para acertar. Hasta orita vamos sin tropiezo, gracias a Dios.

¿Por qué cuenta las historias en esa forma tan, digamos, [tan] cómica? ¿Eso de que le partió la cabeza, le quebró el hueso, la canilla? Hmmm… las frases que utilizo en todos mis artículos de nota roja y en todas mis notas para la radio, y en todas mis participaciones en que publico, las hago con términos tuxtlecos, porque esos términos entendemos. La gente a quien yo le escribo no entiende términos sociales y menos términos médicos. Por eso, cuando hay un muerto y voy por los datos y me dice el médico o el socorrista: lo encontramos de cúbito ventral, yo entiendo qué es “cúbito ventral”, pero el que me lo va oír o leer no sabe qué es; entonces yo le digo cómo es: ¡Embrocado!

Por eso le digo: el cadáver estaba embrocado como Gabino Barrera… porque según el corrido, Gabino Barrera cayó embrocado como besando la tierra. Pero para escribir todo eso a conciencia… creo quee… se debe a quee… anduve mucho tiempo paseando. Cuando era bohemio… porque yo era de cantina —ahorita ya no bebo, pero cuando era joven tomé desde los catorce hasta la edad de treinta y ocho años—. Y ese trayecto también me enseñó mucha experiencia. O sea que, a Usted ya no se le atraviesa ningún Tucán… No. No se me puede atravesar ningún Tucán y mucho menos una de Etiqueta Roja, porque ya está más cara. Entonces ¿ya se le amamparía el alma? Ya se me está queriendo amampar… 

Después de reír por la sorpresa de la pregunta, don Fernando retoma el tema y dice que antes de escribir, se fija en si su forma de decir las cosas está acorde con la información que va a manejar. Busca [por ejemplo] la frase de alguna canción: [algo] que le ayude a reforzar la imagen que quiere proyectar. Por ejemplo —continúa don Fernando—, cuando les digo: “fue encontrado, no tenía donde vivir, dormía en la banqueta”, entonces puedo decir: como dijera Cuco Sánchez “el cielo tengo por techo y nomás el sol por cobija”, y ahí va…

Aclara que “ya no es fuerza” que vaya a ver el cadáver, pues para él es suficiente con que le digan cómo está el cuerpo y dónde tiene el proyectil. Porque con esa información y su experiencia de tantos años [en el asunto], ya sabe dónde se paró el bandido, cómo salió el tiro y cómo cayó el occiso. “Ese para caer tatarateó, y si hay rastros por ahí, de sangre en la pared, seguro cayó de boca”.

Fuentes, formación y estilo

Aparte de la Cruz Roja y el Ministerio Público ¿Qué otras vías [usa] para obtener su información? El Seguro Social, el ISSSTE. A veces me dicen: hay un muertito en el ISSSTE. Me voy [corriendo] y entrevisto a la familia. En el hospital encuentro unos cuadros terribles: corriéndole la sangre al paciente, la mamá o la mujer llorando a un lado; que no tiene ni un quinto, que se va ir para su pueblo, que no sabe qué hacer… Entonces ahí se ve el dolor humano… y ya no la interrogo tocante a lo que quiero saber, sino que mejor platico con ella. Le digo: ¿Ya comió usted algo? Que no. Le digo: ahorita vengo, le traigo un cafecito, lo que sea, y en ese momento me comienza a platicar: que mi hijo fulano de tal está aquí, que le metieron un balazo, que se lo dio mi compadre… y ahí voy tomado los datos.

Los protagonistas de sus historias le reclaman o lo felicitan por publicar sus casos… No, no. No hay ningún reclamo. Inclusive algunos me dicen: fijate que le pasó esto a fulano de tal. Y yo les digo: pero ya lo dijieron los demás periódicos. Me responden: pero me gusta que lo digás vos. Decilo. Y ahí lo digo. Les gusta yo no sé… yo no sé qué es que les gusta, pero en la frecuencia de radio donde estoy, me busca la gente. Que dónde estaba. Aah, ya lo encontramos. ¿Y en dónde está? Estoy con el licenciado Mario Tasías Aquino en ORM Noticias, en la UE. Detrás de Kalimán voy yo. O sea que… serenidad y paciencia… Sií, y mire que ya tiene varios tiempos que yo nací. Nací aquí, en el barrio de La Lomita. Algún presidente municipal quiso volarse la barda, pero confundió los barrios. Aquí le puso el barrio del Cerrito y aquí no es. Aquí comenzaba La Lomita hace setenta años. ¡Una loma tremenda! Un cerro era.

El rostro del señor Alegría demuestra la emoción que le produce recordar el lugar en que nació y creció, al lado de sus padres y [de] sus nueve hermanos. La casa en la que jugó y escuchó a su padre platicar en lengua zoque, con el boticario de la esquina. El olor de la chincuya, de la anona, del mezquite, frutos que se daban en el patio familiar.

¿Y por qué no publica fotos en sus notas? En primer lugar, porque no quiero andar cámara… Que ya ahí voy a andar con la camarita… no, no. Si hay alguna foto que me la den a la buena, ahí está para publicarla; pero eso de que yo ande ahí con la cámara, no. No uso ni libreta para tomar datos. Dice una persona por ahí, que sabe: el único que no usa libreta todo el tiempo, es El FAR. Ni en los discursos ni en nada. Lo está oyendo el discurso y al otro día lo está publicando tal como lo dicen. A veces decía don Gervasio: y el discurso fue tomado [de] la televisión, copiado por el FAR. Porque lo copiaba yo así, pues… ligero. Con unos signos que Dios me hizo que yo los inventara y sólo yo los entiendo. Es más rápido que la taquigrafía, pero solamente yo sé qué quiere decir ahí. Cuando miro mis garabatos… A ver… ¿Qué será que puse aquí? Los voy siguiendo y digo, quiere decir Lourdes, por ejemplo.

Usted estudió alguna profesión… Pues nada más sexto año de Primaria, Secundaria en el ICACH y un cuarto año de… Normal… ahí se acabó mi carrera porque ya me absorbió la cantina [risas]. Yo por eso tengo experiencia para decirles esas cosas: te vas a llegar a titular, pero si dejás de beber. Si no, la cantina te va [a] absorber y te va a desbaratar. Y ahí vas a quedar tirado. Ya no vas a ser útil.

Los errores de sintaxis y ortográficos son parte de su estilo… ¿O son ajenos a su voluntad? Están dentro de mi estilo. Yo llevo eso que me decía el profesor Gaspar Jiménez: sintaxis y todo eso es bueno, pero lo importante es que comprenda el lector. A lo mejor no lo sabe interpretar, entonces hay que irle diciendo. Y yo le doy gracias a Dios que ninguna sugerencia rechazo. Todo lo acepto, hasta los estudiantes del COBACH que me dicen tal o cual cosa les respondo: voy a analizarlo a ver quién es, si es así como dicen. Porque nunca hay que despreciar ni desechar lo que uno no conoce. Primero hay que conocer para decir que eso no sirve ¿verdad?… Yo soy de esos.

La muerte y el santo trago

Y sobre la muerte… ¿Le causa risa o miedo? Pues… la muerte no me causa ni risa ni miedo. La veo como una cosa natural, que tiene que pasar a fuerzas, y no es motivo para llorar. Es motivo de alegría, porque la muerte lo saca a usted de un apuro. Es un alivio. Por ejemplo: si tiene una enfermedad incurable, la familia no le quiere dar veneno ni le quiere dar un balazo; solamente la muerte va y lo saca del apuro. Cuando pasa uno a otra dimensión ya está uno más tranquilo. 

Una vez pué, que yo me estaba muriendo de una cruda… tomé nada más noventa días… cuando murió el maestro Agustín Lara, yo y don Gervasio. No see… [talvez] sentíamos mucho la muerte [de este hombre], pero noo… no era eso. Era [sólo] por beber. Entonces, yo, en mi cruda ¡De noventa días!… los muchachos de hoy con una noche que se emborrachen… ¡María Santísima! Ya se están muriendo, digo… esos que no aguantan ¿no? Entonces —suspira y continúa— la muerte ya… yo quería morirme y… ¡Llegó la muerte! Me miró y le dije: ya, sacame ya. Se me quedó mirando. Se rio y me dijo: no, no. Se dio la vuelta y se fue, y me dejó otra vez en el purgatorio.

¿Y cómo fue que dejó de beber? Porque comprendí que el alcoholismo destruye y acaba. El alcoholismo acaba la salud, el talento, la sociología y todo eso… lo social, lo cultural. Para el alcoholismo no hay barrera que lo vaya a detener. Entonces aprendí —y sé— que es una enfermedad progresiva e incurable. Desde entonces dejé de beber y comencé a trabajar con mis amigos y compañeros borrachos. Esa es la tarea que llevo ya treinta y dos años realizando.

Crónicas, anuncios y mercado

El periodismo le da para vivir… Pues para comer sí. Para vivir todo trabajo da. Ahora, para presumir no. Porque hay que comprender las cosas. Para presumir… que esto y que lo otro, solamente que yo sea priista de primer orden. Pero de vender periódico y reportajes no. No da par’eso, así escriba uno de nueva cuenta la Biblia. Da para la comida y para los niños y hasta ahí. Y si te enfermás puees… ¡Tomá tu té de canela!

Y fuera de eso ¿Qué otras actividades realiza? Hago grabaciones de negocios. Hago mi boletín, mi periódico… llego a repartir mi periódico, llego a despachar. Llego a una tortillería a levantar masa, a levantar peroles, y ahí estoy ganando.

¿Cómo combina eso con su trabajo en el periódico? Todo se puede hacer, corriendo siempre. Todo. Es que no puede decir uno: ay, es que no tengo tiempo, es que estoy aquí, estoy muy ocupado… Eso dice la gente que no sabe vivir, pero el que sabe vivir se va’coplar y va’decir: hasta ahí puedo. Como yo le digo a la gente: de ocho a diez de la noche ni hablen por teléfono, porque no les voy a contestar, estoy en el grupo de Alcohólicos Anónimos. Si mataron a un obispo, después voy ir a traer los datos. Ya no va huir, ya lo mataron. Gracias a Dios ya está muerto, ya no huye. Ahora, si es un delincuente que lo tienen detenido, ahí sí se puede pelar, porque le puede dar a las autoridades un billete de a quinientos y entonces… pues el policía lo suelta.

No es tampoco que tenga mucha fuerza el reo y [que] se jaloneó… ¡Mentira! El policía se ablandó con un billetote, porque… ya ve Usted que un Cuauhtémoc ablanda más que el cebo…

Así que hasta la muerte con el ¡Es!… Sí, así es. Me hablaron muchos periódicos y me siguen hablando para escribir. Pero yo les digo: no. Yo soy del ¡Es! Diario Popular. La gente le dice al chamaco, al repartidor: dame un periódico del FAR. No dicen el ¡Es!, noo. Un periódico del FAR, dicen. Sí, cómo no, aquí está. Los chamaquitos ya saben que es el ¡Es! Están los canasteros ahí en el mercado del Calvario y cuando paso me gritan: ¡Don FAR! ¡Don FAR! ¡Órale! Pura chusma. Me bajo de mi carro y les digo ¿Qué tal? Ya quieren su periódico. Ahí hay uno, les digo. 

Gracias don FAR. ¡Véngase a tomar un su arroz con leche!… Por eso cuando alguien me busca, los vecinos le dicen [al fulano]: sí, pero a don FAR no lo va usted [a] encontrar. Él está en la calle, comiendo con los cargadores, con los estibadores. Esa es la gente. Y mire, toda esa gente enseña, le enseña a hablar y hasta le enseña a usted qué pasó y dónde está el cliente… ¡Todo! Pero si se va Usted a mostrar bronca como “la suegra que levanta pesas y le gusta el box”, no le dicen nada. Me refiero a la suegra de la canción que dice: “sabe herrería y sabe mecánica, levanta pesas y le gusta el box”. Luego luego se nota que es una camotuda y si se me acerca me retiro. Pues sí.

De política y legalidad

¿Cuál es su película o serie policiaca favorita? No tengo ninguna predilección de película. Antes me gustaban las de Juan Orol. De gángsters, de tahúr, de cómo se matan… ¿Usted se identificaba con los personajes? No muy. Nunca he sido adicto a eso. Ni a la televisión; menos que yo esté viendo que el Bacardí… “nosotros damos la calidad, usted pone el tanto que va a tomar”. No, no. No me gusta ni leo novela. Leo periódico. Eso sí, nacional e internacional y de preferencia la nota policíaca.

¿Qué piensa de la política? No puedo opinar porque no muy le entro a la política. Me da desesperación. Yo siempre he dicho que ya no hay ni políticos. ¡Revoltosos hay! Aah ¡Que yo lo voy a demandar a fulano! ¡Que yo también lo voy a demandar! Puees… ¿Qué dirá Gabino Barrera?, ¿Qué dirá Ignacio Bernal?, los de los corridos revolucionarios. ¿Qué dirá Simón Blanco ante estos muchachos de hoy? No, no. No puedo opinar de la política. ¿Y de la justicia? ¿La de la tierra o la divina? Porque hay dos, la divina tarda pero es efectiva. ¿Y la terrenal? De esa no see… porque se ablanda, como le acabo de decir. A veces se pone dura, pero si le ponés un billetón, se ablanda: que tiene usted razón… que yo creo que no es así. ¡Así es! No es que quiera la paga, le gusta el retrato que lleva el billete, por eso es que vence.

FAR está convencido de que México tiene las mejores leyes, la mejor Constitución, y que no hace falta reformarlas, sino que “se necesita que se sepa aplicar esa ley y todos estaremos felices. Pero mientras no haya una ley que se aplique como tal, no va haber paz”. Parece que esta última palabra le trae algún recuerdo, tal vez de sus antepasados, porque antes de despedirse comenta que tiene el presentimiento de que morirá en mayo “…porque en mayo nací. El 30 de mayo de 1934 y puees… ya me toca morirme. Ya voy a cerrar mi ciclo de vida”.

Muerte propia, epitafio mío

¿Y cómo le gustaría que se anunciara su muerte en el periódico? Yo creo que mejor que no lo anunciaran, porquee… si yo muriera comiendo —como mi comida preferida de fiesta es el jolote, mole de jolote, y no cualquier parte del cuerpo del jolote, sino la nuca y el pescuezo—, podrían decir: ¡Lo mató una nuca de jolote! o, ¡Se le atravesó el pescuezo!

La risa, al igual que el estilo FAR, es espontánea. Su sentido del humor no lo abandona ni cuando rememora que, de sus nueve hermanos, cuatro ya murieron. “Ya se está desgranando la mazorca, aunque no se están muriendo muchachitos. Yo fui el último y tengo casi setenta años, y puees… a ver qué día de éstos me toca”.

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