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¿Qué vamos a hacer? / La Feria

¿Qué vamos a hacer? / La Feria
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Sr. López

 

Ayer domingo, para no variar, AMLO se dio la nota de prensa. En el V Congreso Nacional extraordinario de Morena, presentó sus planes de Acción y de Austeridad de Morena.

 

En sencillo pero sentido discurso, calificó como “farsa dañina” la transición del año 2000 (don Chente silba de lado con las manos en las bolsas), y aseguró que esta vez va en serio, a fondo, y como ejemplos de ello, afirmó que convertirá en delitos graves el robo del presupuesto, el robo de gasolinas y energéticos, la emisión de facturas falsas y la compra de votos. Por algo se empieza.

 

Aprovechó la oportunidad -no le gusta perder el tiempo-, para reelegir hasta noviembre de 2019 a la dirigente nacional de Morena, Citlali Ibáñez Camacho (a) Yeidckol Polevnsky Gurwitz, mediante bonita votación a  mano alzada, sin que nadie se atreviera a mencionar que los Estatutos de Morena dicen que no se puede: “Artículo 10°. Quien ocupe un cargo de dirección ejecutiva (comités ejecutivos municipales, estatales o nacional o coordinadores distritales) sólo podrá postularse para otro cargo del mismo nivel después de un período de tres años, y sólo por una ocasión más (…)”… ¿no?, pues vea nomás: sí se pudo, faltaba más. Pelillos a la mar, no sea fijado.

 

De regreso a lo importante, el Plan de Austeridad no es nuevo, que nadie se sorprenda, es el mismo que anunció en julio pasado, las 50 acciones con que busca un mayor ahorro del gasto corriente de la administración pública para dirigir esos ahorros a programa sociales (como la pensión universal para adultos mayores y el programa de becas y prácticas profesionales remuneradas para jóvenes); 50 acciones que a ojo de buen cubero, él calcula le den cuando menos 500 mil millones de pesos (ya harán cuentas después, no sea pesimista ni coma ansias), de los 550 mil en que estima el costo de sus promesas de campaña.

 

En esa cantidad estimada y que ya se verá después cuánto es, no están incluidas cosas como la reconfiguración de tres refinerías de las actuales, que están de pena ajena, ni la construcción de dos que él ya determinó: una en Tabasco y la otra en Campeche. Detallito que suma 571,200 millones más (cada refinería nueva ronda los 210 mil millones de pesos de costo -nota de Pablo Hiriart, El Financiero, 8 de febrero del año pasado-, y la reconfiguración de cada una de las actuales, 50 mil 400 millones de pesos). Ya se verá. Es cosa de no perder la fe. Roma no se hizo en un día.

 

Y tampoco estaba considerado el tren Maya, que dice él que cuesta otros 150 mil millones de pesos. ¡Uf!, todavía no empieza su sexenio y ya se siente uno gastado.

 

Ojalá y en su equipo de trabajo, AMLO tenga alguien al que escuche. No hace falta seguir prometiendo cosas, asumiendo compromisos. Lo que es más: si algunas de sus promesas de campaña resulta que se deben diferir o cancelar, créanos don AMLO, no pasa nada. Está tan prendida la gente con usted que eso y más le aguantan. Que alguien le avise que ya ganó, que ya no es necesario enamorar a la doncella que ya le dijo que sí, que cuando quiera y como quiera. El tiempo corre y antes de que se dé cuenta, será Presidente en funciones y ya nomás toca cumplir, cumplir y cumplir. Ya no suba la vara.

 

Ayer también, el que se supone será su secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán lanzó la convocatoria para concretar el “Acuerdo Nacional para una Educación con Equidad y Calidad para el Bienestar de Todos los Mexicanos” (el ANEECBTM), para lo cual está programada una consulta digital y una serie de foros en cada una de las entidades.

 

A ese noble fin, el ANEECBTM convocó a participar a “profesores, estudiantes, padres de familia, autoridades educativas, investigadores, organizaciones de la sociedad civil, especialistas y cualquier interesado en materia educativa”, porque según esto “La sociedad está llamada a reivindicar al magisterio y su rol en la conducción educativa y a garantizar el derecho a la educación. Se busca avanzar en la construcción de consensos que permitan una educación que supere los rezagos de la pobreza, la marginación y la exclusión; y afronte con equidad y calidad los retos del futuro”. Suena a rollo. No es que lo sea. Ojalá y no le sea. La propuesta de campaña era echar para atrás la reforma educativa; luego, reformar la reforma; ahora va en Acuerdo Nacional”.

 

Para eso se hará una consulta digital para registrar ponencias y contribuciones a través de una plataforma en internet y foros estatales del 27 de agosto al 29 de octubre con la colaboración con la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) y las universidades estatales; y un “diálogo social mediante visitas realizadas por brigadistas voluntarios a hogares en todo el país”… sí, es rollo. Qué pena. Los maestros no son tarugos de nadie. Foros, consulta digital y diálogo social, no los marean. Es asunto de profesionales de la educación. No es tómbola de opiniones de cualquiera que esté interesado en materia educativa. De veras.

 

Las consultas para lo del aeropuerto, la reforma educativa y todo lo que quieran, si se hacen caseritas, sin respetar la ley, serán agua de borrajas, pero si imponen sus resultados, los que sea que AMLO y compañía nos digan que fueron, entonces serán actos de autoridad, ilegales, dictados. Y la gente, aunque los morenistas no lo crean, no les dio un cheque en blanco: les dieron todo lo necesario para que gobiernen bien, sin obstáculos, no para que nos tomen bien el pelo.

 

Si a partir de hoy se empieza a hablar con seriedad y se hacen planteamientos realistas, quedará esta etapa como parte de la comprensible borrachera del triunfo. Ya. No más. No jueguen con su buena suerte damas y caballeros de Morena. A nadie conviene que fallen.

 

Por cierto: el 16 de marzo pasado, al registrarse como candidato a la presidencia de la república, AMLO aseguró: “No traicionaré a la patria… Ofrezco el compromiso de someterme a la revocación del mandato cada dos años”.

 

No lo va a hacer, no lo debe hacer. ¿Qué vamos a hacer?

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