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¡Qué pena con las visitas! / LA FERIA

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Sr. López

De tía Concha, de las de la familia materno-toluqueña, había quien decía que era tonta y otros, aseguraban que se hacía la tonta. El caso es que ella siempre metía la pata y en su defensa alegaba: -Es que yo digo lo que se me ocurre –y sí, hasta que hartó a tía Victoria, ya sabe, la deslenguada y muy bien informada tía Victoria, quien en un desayuno de Primera Comunión, después de otra de sus infidencias, le dijo: -¿Sabes qué Concha?, a mí se me ocurre decir que no es cierto que enviudaste y que estás de arrejuntada y te advierto que se me puede ocurrir decir varias cosas más que tú sabes muy bien –desde eso, tía Concha para ir a cualquier evento familiar, primero preguntaba si iba a ir tía Victoria. Le decían que sí aunque no fuera cierto. Merecido.

Como es bien sabido, el gobierno de Israel a través de su embajada en México, mostró su profundo disgusto por la tibia postura de nuestro Presidente ante el ataque terrorista de Hamas a su país. Ayer el Presidente dijo que respeta la protesta del gobierno de Israel pero que frente a los conflictos internacionales, él se sujeta a la postura definida por el presidente Juárez, ratificada en la Doctrina Estrada… no es exactamente así, pero da lo mismo.

Esa Doctrina defiende el principio de no intervención y derecho de autodeterminación de los pueblos, pero realmente se refiere a que… mejor la copio y usted se entera:

“El gobierno de México no otorga reconocimiento porque considera que esta práctica es denigrante, ya que a más de herir la soberanía de las otras naciones, coloca a éstas en el caso de que sus asuntos interiores pueden ser calificados en cualquier sentido por otros gobiernos, quienes, de hecho, asumen una actitud de crítica al decidir favorable o desfavorablemente sobre la capacidad legal de regímenes extranjeros. El gobierno mexicano sólo se limita a mantener o retirar, cuando lo crea procedente, a sus agentes diplomáticos, sin calificar precipitadamente, ni a posteriori, el derecho de las naciones para aceptar, mantener o sustituir a sus gobiernos o autoridades”.

Esa es la parte medular de la Ley Estrada, del 27 de septiembre de 1930 y es la coartada favorita del presidente López Obrador cuando se mete en líos sobre asuntos internacionales. Él no opina. Él no se mete. Él respeta. ¿Sí?, pues no.

Nuestro Presidente no se ha cansado de opinar sobre asuntos de otros países, los EUA incluidos, país al que exige mañana, tarde, moda y noche que nos respete recordándole que somos un país soberano.

Sin embargo no aplicó ese rasero al opinar en diciembre del 2022, que no es legítima presidenta del Perú, Dina Boluarte, nombrada por su Congreso después del fallido golpe de Estado del anterior presidente, Pedro Castillo, destituido por ese chistecito, en riguroso apego a las leyes de ese país. Ahí sí opina nuestro Presidente. Y más porque también dijo que el clasismo y el racismo imperan en el Perú “(…) no quiero generalizar, pero hay un grupo dominante que se creen dueños del Perú con el apoyo del extranjero”. Para respetar la Doctrina Estrada.

También se sirvió con la cuchara grande, en ese mismo mes, al meterse en asuntos internos de la Argentina cuando fue condenada por los tribunales de ese país, a seis años de prisión e inhabilitada de por vida para ejercer cargos públicos, su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, y nuestro Presidente aseguró que la dama es víctima de una venganza política encabezada por los conservadores de ese país. ¿Y a él, qué?

En mayo de este año, sin pudores de novicia, nuestro Presidente declaró que buscaba que Guatemala indultara a un tal Julio César Macías López, alias César Montes, exguerrillero, para darle asilo en México. El señor ese fue detenido en México por la Interpol que lo entregó a las autoridades de Guatemala donde fue juzgado y está preso por asesinato, asociación ilícita y usurpación agravada. Nuestro Presidente no explicó ni justificó su intención pero desde Guatemala le mandaron recado: “En Guatemala decidimos los guatemaltecos”. ¿El Presidente de México gestionando un indulto en otro país?… ¿en serio?… pues sí. Pero él no interviene. No, nunca.

También se mete en elecciones en tierra ajena, como cuando apoyó en junio de 2022, al candidato presidencial de Colombia, Gustavo Petro, “porque está enfrentando una guerra sucia de lo más indigno y cobarde, todo lo que ya vimos y padecimos en México”. Y si así fuera, no es su asunto ni asunto de México. La Cancillería colombiana lo puso quieto. Penoso todo esto, penoso e innecesario.

Como la estulticia no conoce límites, nuestro Presidente en julio del 2021, calificó como “acción medieval” el embargo de los EUA a Cuba, asunto entre esos dos países y decisión libérrima de los EUA ante las expropiaciones sin pago de propiedades de sus ciudadanos en la isla. Cosa del todo ajena a los intereses de México. Y sobre lo mismo también dijo: “(…) no se le puede condenar a un pueblo al hambre, a la enfermedad”… bueno, puestos a opinar, que se lo diga a los castristas, que son los que han hecho eso. Faltaba más.

Se debe mencionar que en enero de 2022, nuestro Presidente envió sencilla pero sentida carta a Donald Trump, pidiéndole que indultara a Julian Assange a quien México daría asilo. Luego dijo en uno de sus gustados programas matutinos de variedades: “En mi opinión, aunque haya actuado de manera equivocada, es una persona movida por ideales y principios (…)”; bueno en opinión del tío Sam es un delincuente; don Assange se bailó el zapateado en una pila de leyes de ese país, ¿nosotros qué? Y a peor: nuestro Presidente en su cartita le dice al Trump: “(…) dio una muestra de benevolencia al conceder indulto a varias personas y considero oportuno rogarle que la extienda al señor Assange y le otorgue un indulto a fin de que pueda ser liberado”. Rogarle.

¡Eso, no!, el Presidente de México no le ruega a nadie…  al menos en estos primeros 200 años ninguno le rogó nada a ningún presidente de otro país. ¡Qué pena con las visitas!

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