El periódico El País en su versión digital para américa latina, público una dura y en apariencia bien documentada crítica a la construcción del nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México. Se habla literalmente de un desastre ecológico por la substracción del material con que se esta rellenando toda el área del NAIM, su efecto en el medio ambiente con el “exilio de las aves” y hasta la “destrucción del paisaje milenario”.
El reportaje representa un duro golpe para México y su proyecto aeroportuario derivado de la influencia que tiene un medio tan importante de difusión internacional. La realidad es que el daño si se quiere considerar así, ya esta hecho. La inversión va muy adelantada y la repercusión económica de su cancelación sería, esa si, catastrófica.
Ya se ha dicho hasta el cansancio que el actual aeropuerto es obsoleto, esta saturado y esta resultando cada vez más inoperante. Se van a cumplir 20 años desde que se intentó su construcción en San Salvador Atenco, resultando fallido por que se politizo en grado superlativo.
Después de múltiples estudios, avalados por firmas internacionales, el área se trasladó muy cerca del actual aeropuerto. Cualquier lugar en que se hubiere construido como todo megaproyecto de infraestructura, tiene que tener un impacto ambiental lo cual esta regulado por las leyes mexicanas. Lo mismo que un desarrollo habitacional propio del crecimiento que tiene la población del país.
Este retraso de casi dos décadas ha frenado exponencialmente el desarrollo económico y no puede seguirse postergando. El aeropuerto actual opera al 100% de su capacidad, copado por líneas aéreas que impiden la incursión de unas 20 líneas aéreas interesadas en incursionar en nuestro país sabiendo el potencial turístico y comercial que representa. Será por sus alcances el aeropuerto más importante de América Latina. Pasará de 40 a 60 millones de pasajeros en pocos años. Y eso si que generará una enorme derrama económica.
Tenga por seguro, estimado lector, que muy pronto saldrán las aclaraciones pertinentes en el sentido de que se cumplieron todas normas oficiales que nuestra legislación prevé. Sino se hicieran bajo esa lógica no prosperarían tampoco la construcción de autopistas, vías férreas, desarrollos habitacionales urbanos o de impacto turístico.
Al mismo tiempo se ha dado a conocer el megaproyecto del tren maya que implicará una inversión entre 120 y 150 mil millones de pesos, en contraste con los 260 mil millones que costará ya en su totalidad la conclusión del NAIM. La idea es aprovechar el potencial turístico en la península de Yucatán, Campeche y la Riviera maya, hasta Palenque en el Norte de Chiapas. Sería interesante saber que sucedió con este recorrido que se materializó durante el gobierno de Fox, aunque no con la visión más moderna que ahora se pretende. Se prevé invitar a la iniciativa privada y según esto Corea ha manifestado interés aunque no existe ninguna intención formal a este respecto.
Interesante será contrastar el costo beneficio que representa esta inversión comparándola con el nuevo aeropuerto y si en realidad resulta atractiva para el sector privado. Más allá de eso, también debe considerarse el derecho de vía, el impacto en reservas ecológicas o arqueológicas y la resistencia que puedan oponer organizaciones sociales indígenas o ambientalistas en los más de 1,500 kilómetros de construcción de modernas vías férreas que literalmente, parten el territorio.