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¡Pregúntanos! / La Feria

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Sr. López

 

En México, como organización o partido, no existen los “conservadores” ni los “liberales”. Los “pelados” y la “gente decente”, son distinciones sociales y políticas que murieron con los últimos que vivieron el porfiriato. PRI, PAN y PRD (nótese que no se menciona a los partidos chiquitos, uno se respeta), se parecen tanto entre sí en virtudes y vicios, que se desdibujaron; y Morena es como una caja de galletas de “surtido rico”, integrado por unos cuantos de cada grupo de interés, porque tampoco es muy serio hablar en estos tiempos de “derecha” o de “izquierda”.

 

La razón que tenga el Presidente ya en funciones, AMLO, para aplicar adjetivos a sustantivos ya en desuso por inexistencia (solo falta que también hable de los yorkinos y escoceses; federalistas y centralistas; rojos y cangrejos), es asunto de él… a condición de que no lo diga en serio y se crea el valedor del pueblo bueno (sector compuesto por los que solo él sabe), pues es una quijotada hacerla de Cid Campeador en estos tiempos (que el señor de la Triste Figura, bien leído el Quijote, es un personaje patético: el de respeto es Sancho Panza).

 

Más nos vale que AMLO esté al tanto de la realidad actual y si no, que reflexione  (Paco Taibo, absténgase).

 

A brocha gorda: el imperialismo colonial (siglo XV a fines del XIX), pasó de moda porque salía carísimo mantener en orden territorios extensos y nada cercanos, y por la competencia feroz entre las mismas potencias coloniales (Guerra Franco-Prusiana, 1870-1871, y Primera Guerra Mundial, 1914-1918). Una excepción hicieron Alemania, Bélgica, Francia, Gran Bretaña y Portugal, que se repartieron África en la Conferencia de Berlín (1884 y 1885), por sus pistolas pero diciéndolo bonito: “uti possidetis iure”, el “derecho a usar la propiedad”, que bien traducido significa que el que pueda robar, robe y es legal para todos los que roban; esto puso verdes de envidia a japoneses y yanquis, que hicieron lo propio con el Sudeste asiático y puños de islas del Pacífico.

 

Como sea, el imperialismo que quedaba -de ese tipo-, se desvaneció y del fin de la Segunda Guerra Mundial a los años 60 del siglo pasado, hubo una pandemia de fiebre independentista, no por una saga de heroísmos, sino inducida por las potencias que ganaron esa terrible guerra, para conformar bloques de países alineados, unos con la URSS, otros con los EUA (y el Tercer Mundo éramos los países no alineados, no los de tercera, como se usa ahora el término).

 

Todo esto se tradujo primero, en un capitalismo comercial (mercantilismo), que pasó a capitalismo industrial, hoy conjugado con un imperialismo financiero, tan a la vista. Al menos en Occidente es imposible que ningún país escape a la fuerza gravitatoria de estos poderes y México, por su ubicación, menos.

 

Cuando las buenas maneras de lo políticamente correcto, dificultan la intervención directa en otros países, las potencias y algunos consorcios globales, recurren a la acción ciudadana, presentada ante el gran público con la etiqueta purificadora de Organizaciones No Gubernamentales (ONG’s). No se trata de “conspiraciones” orquestadas secretamente, ni que todas las ONG’s anden en esas andanzas -las hay correctísimas-, pero no se puede negar que las hay fundadas, financiadas y dirigidas por gobiernos de otros países y consorcios empresariales, para promover y proteger sus intereses. Cuando nada basta, sin rubores subvencionan revueltas, asonadas, revoluciones o de plano, invaden militarmente (con “fuerzas conjuntas”, es la moda).

 

Viene todo esto a cuento por las airadas protestas del colectivo #FiscalíaQueSirva, formado por más de 300 grupos de la sociedad civil, defensores de derechos humanos, víctimas y académicos, contra la aprobación en el Senado de la nueva Ley Orgánica de la Fiscalía General de la República (que sustituye a la PGR). En pocas palabras, están que trinan porque en esta Ley, el Fiscal será nombrado por dos terceras partes del Senado, de la terna que proponga el Presidente de la república; terna que saldrá de los 10 nombres que dos terceras partes del Senado haya seleccionado y presentado al Presidente. También los tiene con los dientes flojos que el Presidente pueda despedir al Fiscal General de la República por causas graves (bien determinadas en la Ley).

 

Quieren una Fiscalía totalmente autónoma del Poder Ejecutivo y que el Fiscal sea elegido de la misma manera, pero que la lista de los que el Senado presente al Presidente sea elaborada por una “Comisión de Designaciones” (!) compuesta de “nueve ciudadanos de reconocido prestigio académico o profesional en procuración de justicia, derechos humanos, combate a la corrupción y políticas públicas en materia de seguridad y justicia”. En resumen: el Senado y el Presidente de la república, no pueden proponer a nadie, un grupo de nueve ciudadanos químicamente puros se encargará… ¡ah! y tampoco el Presidente de la república podrá despedir al Fiscal General de la República, solo el Senado por voto de mínimo dos tercios.

 

Esto es una estrategia de arrinconamiento del Poder Ejecutivo Federal. Acotarlo cuanto se pueda.

 

Nuestro Presidente jura al asumir el cargo, cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanen. Si le quitan la Fiscalía (antes PGR), si el Fiscal General deja de depender del Presidente, quien no puede ni correrlo, entonces resulta que no tiene el instrumento esencial necesario para hacer cumplir la Constitución y las leyes. Bonita cosa.

 

En buena hora, AMLO no cayó en este garlito (fácil le iban a pasar semejante tamal sin verlo). Falta la ratificación de los diputados de esta Ley de la Fiscalía, no hay problema.

 

En este país, con todo como está, hasta nuevo aviso, no es nada prudente abrirle más la puerta a ONG’s de entre las que no todas tienen intereses coincidentes con los del país. Ojalá alguien le sugiriera a AMLO hacer una consulta para ver si el pueblo estamos de acuerdo en que del erario se les dé dinero a las ONG’s (este año: 7,500 millones de pesos). ¡Pregúntanos!

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