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¿Por qué los Núñez nunca pisarán la cárcel? / De Primera Mano

¿Por qué los Núñez nunca pisarán la cárcel? / De Primera Mano
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RODULFO REYES

 

Si en 2012 la izquierda echó de Plaza Armas al PRI porque ocho de cada diez tabasqueños quería ver en la cárcel al mandatario saliente, el priísta Andrés Granier Melo, el año pasado el 90 por ciento de Tabasco deseaba enviar a prisión al perredista Arturo Núñez Jiménez y por eso optó por el partido de Andrés Manuel López Obrador.

            Pero, ¿si Granier finalmente sí fue procesado por presunta corrupción eso significa que Núñez también es carne de presidio?

            Si así lo cree, la inmensa mayoría de ciudadanos podría llevarse un gran chasco: hay datos duros para adelantar que en el horizonte del exgobernador no se vislumbran años de sombra.

            Para empezar, el exsubsecretario de Gobernación pasa de setenta años de edad, aunque aparenta ochenta, lo que le da el beneficio de enfrentar cualquier pena corporal en su casa bajo el beneficio para la tercera edad de la prisión domiciliaria, de la que goza su antecesor Granier.

            Pero, más allá de lo legal por los años que le quedan de vida, hay otra razón de gran calado por la cual son nulas las posibilidades de que Núñez vaya a la cárcel: pertenece al mismo sistema político que ganó la presidencia de la república.

            Granier fue a prisión porque su gestión terminó al mismo tiempo que la era priísta y el viejo régimen fue sustituido por otro.

            Núñez llegó a la Quinta Grijalva representando a un nuevo orden de izquierda, con el impulso que le dio en 2012 Andrés Manuel López Obrador, quien lo hizo candidato del PRD.

            En 2018, esa corriente ideológica con su máximo líder oriundo de Tepetitán volvió a hacerse de Plaza de Armas, y esta vez también de Palacio Nacional.

            Por consiguiente, Núñez forma parte del bando que hace seis años mandó a retiro al Revolucionario Institucional.

            Por si fuera poco, hay elementos para asegurar que Morena le debe que en las elecciones del pasado 1 de julio se haya mantenido al margen y, lo más importante, sin respaldar al partido oficial, permitiéndole algunas libertades a quienes a la postre resultaron triunfadores.

            Una señal de la avenencia podría ser que el perredista José Antonio de la Vega Asmitia, quien fue el proyecto político de Núñez y de su esposa Martha Lilia López Aguilera, ha pasado a ocupar un importante cargo en la nueva administración.

            Y así se pueden ir enumerando los indicios, como la ratificación del secretario de Seguridad Pública, Jorge Aguirre, que refuerzan la tesis que durante la jornada electoral Núñez se redimió con López Obrador, después de traicionarlo al aliarse con el mandatario Enrique Peña Nieto.

            Vaya, si la presión social (nueve de cada diez ciudadanos repudian al exmandatario y a su cónyuge) obliga a la nueva clase gobernante a castigar la corrupción que el pueblo le incrimina al matrimonio, solo serán llamados a cuentas los titulares de las áreas donde se compruebe el saqueo, como en el caso del sector salud y la Secretaría de Desarrollo, por citar tan solo un par de casos.

            Si bien la exdirectora del DIF también fue funcionaria (su esposo modificó las leyes para hacerla parte del gabinete), tampoco ella pisaría la cárcel por su condición de anciana.

            Así que debe descartarse que se cumpla el deseo del 90 por ciento de los tabasqueños de ver en una celda a los Núñez, quienes ya preparan maletas para irse a residir a España.

            Acaso el único castigo para la pareja sea que jamás podrá a volver a poner un pie en Tabasco, castigo popular que alcanzaría también a su hijo Néstor Núñez López, alcalde de Cuauhtémoc en la Ciudad de México, quien tendrá que enterrar su sueño de gobernar la tierra de sus padres.

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