Sr. López
Viudo y muy viejito, tío Alfredo contó a este menda de la vez que -cincuentón-, había estado casi para morir y los médicos solo coincidieron en que necesitaba un notario y un cura. Tía Carmela, toluqueña, primero llevó al cura, que lo confesó y lo santaoleó, y ya parairse el tío le dijo que por lealtad quería confesarle a la tía eso que le había dicho a él, que tenía casa chica, y el padre le dijo: -Eso no es lealtad, ¡tonto!… tú, aunque se presente la otra, lo niegas -pero no se murió, bueno, cuarenta años después.
Por inexcusable falta de este menda, no le mencionéel 572 aniversario de la caída de Constantinopla el pasado 29 de mayo (el quingentésimo septuagésimo segundo aniversario… no, mejor el 572 y todos nos entendemos).
En esa fecha del año 1453, cayó Constantinopla(llamada así por su fundador, Constantino), cayó el Imperio Romano de Oriente, el Bizantino, que duró 1,120 años, sin descontar los 57 años que la ocuparon los cruzados (tomen nota los del actual régimen mexicano que llevan siete años en el poder y ya se sienten imperecederos… qué risa).
Bueno, por si está usted pensando que la caída de Constantinopla le interesa menos que el clima en las Islas Marshall, le cuento:
Fue la ciudad más importante, la más grande y la más rica de esos ayeres (por eso se le llamaba ‘Basileuousa Polis’, la Reina de las Ciudades). Sus murallas se consideraban inexpugnables, invencibles,al igual que sus tres puertos, el Teodosio, el Eutropio y el Cuerno de Oro (que era natural). Dentro de Constantinopla, todo mundo dormía mejor que los Tres Cochinitos, a pierna suelta y sin pesadillas (digo, después de mil años bien guardaditos, se entiende).
Su terrible derrota y caída a manos de los otomanos,obedeció a diversos factores, como son las cosas en la historia, pero en este caso, contribuyódecisivamente la firme e inamovible lealtad de su élite, a sus tradiciones y a su gobierno; por encima de sus divisiones internas.
Esa inconmovible lealtad, se tradujo en la resistencia a hacer los cambios que exigían los tiempos: no reformaron su gobierno, sus ejércitos ni sus defensas, insuficientes ante el asedio otomano; y por sus divisiones internas todo se les iba en discutir (habrá usted oído de las ‘discusiones bizantinas’, pues es eso, discutir todo, no decidir nada con oportunidad).Por supuesto los debilitaron varias guerras civiles, producto de ese su alegarlo todo y no ponerse de acuerdo en nada pero la élite: firme en su lealtad al ‘status quo’ (reaccionaron tarde y Europa los apoyó apenitas, lo menos que pudieron, cobrándoles siglos de soberbia).
Claro, hay otros ejemplos de lealtad que termina en tragedia. La lealtad ciega y fanática del pueblo japonés a su emperador, les costó dos bombas atómicas pues los EUA sabían que si invadían Japón (Operación Caída, ya bien planeada), el pueblo tenía la orden de luchar a cuchillo si hiciera falta, para buscar unaderrota con honor (¡dioses!); los militares de los EUA calcularon en no menos de 250 mil las bajas entre sus fuerzas y probablemente un millón de japoneses… mejor dos bombas nucleares y ¡listo!
Otro ejemplo de lealtad equivocada es la de los espartanos en la Batalla de Las Termópilas. Y para lo que va esta columna, le menciono la lealtad de los mafiosos, su ‘omertá’, porque hay lealtades criminales.
Sí, la lealtad es virtud, es fidelidad pero no a todo ni siempre. No es exigible la lealtad al mal padre, tampoco al patrón bandido.
Las organizaciones políticas suelen desarrollar fuertes estructuras que obligan a la lealtad sin la que no tienen futuro político sus integrantes; los gobiernos también, con el añadido de que la lealtad de los funcionarios no pocas veces, muchas veces, obedece al miedo y la complicidad (la corrupción tolerada, es un cementante infalible de la lealtad).
Hay también una lealtad casi incurable, la que produce la dependencia psicológica a otro, que en política deriva en una actitud acrítica, ese seguir al líder aun en lo malo, aun contra toda certeza de error, que es una lealtad sumisa, ese creer que es obligatoria la fidelidad al líder, necesitar su constante aprobación aun tomando decisiones malas, aun ante la evidencia del daño que se hace a la sociedad.
Usted, vivo que es, ya entendió que su texto servidor se refiere a la lealtad de la Presidenta a su antecesor, el Señor de los Abrazos, que llega ya a cotas de escándalo… o no, y es impotencia. ¡Dioses!
Ayer, el Wall Street Journal, que no es un pasquín, publica un artículo que es mensaje, en el que dice entre otras cosas, todas muy serias: “(…) la penetración del crimen organizado en todos los niveles de la sociedad y el gobierno mexicanos podrían debilitar la posición de Sheinbaum. Trump y los miembros de su gabinete han indicado que Estados Unidos está dispuesto a tomar acciones militares unilaterales si México no está a la altura de la tarea”.
¿Así o más grave, señora?… “en todos los niveles de la sociedad y el gobierno mexicanos”… “acciones militares unilaterales”
Y el viernes 1 de agosto, The New York Times (nado sincronizado, dirán los cuatroteros), se refiere a lo del que llaman “poderoso senador del partido de la Presidenta” (ya sabe, Adán Augusto López), y agregan que la señora de Palacio enfrenta eso “(…) y el momento no podría ser peor para la mandataria de México, quien enfrenta ese escándalo de corrupción mientras el Presidente Donald Trump redobla las acusaciones de que los cárteles de la droga tienen al gobierno mexicano bajo su control”.
Por supuesto ayer, la señora del segundo piso, lo negó, insistió en que todo va muy bien y volvió a decir: “(…) hay un acuerdo, prácticamente por firmar, en temas de seguridad, donde los principios son muy claros: respeto a la soberanía, confianza mutua, respeto territorial”.
¡Y no se da cuenta!… confianza mutua, señora, es lo que no hay. No en su gobierno, no por su lealtad equivocada que nos lleva al voladero como país.Señora, corrija, tiene poder sobrado; señora, las campanas doblan por México.