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Política Chimoltrufia / La Feria

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Sr. López

Tío Óscar, del lado materno-toluqueño, era guapo de Hollywood, un Tin Tan de simpático, bailaba como Fred Astaire y hablando podía convencer al Papa de concursar en una pasarela de lencería. Se casó con tía Bertha, un cañón de mujer importada de Sinaloa (impresionante, en serio). Como mandaban los cánones vigentes a mediados del siglo pasado, ella se dedicó al hogar y otras actividades de las que salieron siete hijos, dos niñas y cinco varones; y él, por su lado, debía aplicarse a funciones de proveedor y refuerzo en la educación de su descendencia. Ella cumplió; él, no, él se dedicaba a divertirlos, a consentir en exceso a los hijos y al fomento del buen humor de la tía que a pesar de las penurias en que vivían, amanecía sonriendo y canturreaba todo el santo día. Al paso de los años, con los hijos entre Secundaria y Preparatoria, después del noveno embargo, la tía le informó que el amor se había evaporado y le pidió el divorcio. Tío Óscar dijo que sí a condición que los hijos estuvieran de acuerdo; aceptó tía Bertha; se convocó a la prole y a coro respondieron que lo adoraban pero que por favor los dejara. Ya viejito, mantenido por los hijos, rumiaba: -Malagradecidos… solo les interesa el dinero –no tenía remedio.

 “Hay una encuesta internacional en donde se mide a los jefes de Estado y estoy en segundo lugar mundial y he caído con la pandemia dos puntos, pero cada quien tiene su medición”, dijo nuestro Presidente el día anterior a su segundo informe de gobierno. ¡Segundo del mundo mundial!, como decía aquél.

 Bueno… en vez de pedirle diga cuál es esa desconocida encuesta, en vez de confrontarlo con otras, aceptemos sin remilgos que es más querido que el aire acondicionado en el desierto de Altar, Sonora. Total.

 Aceptado eso, pregunta un chairo en recuperación: ¿y nos sirve que sea tan popular?… no se sabe. Si sirviera para llevar por el buen camino a criminales y delincuentes organizados, ya la hicimos (pero no lo parece, la cosa empeora); si la popularidad fuera alimenticia, estaría muy bien (pero no, carece de los nutrimentos diarios recomendables, es popularidad chatarra); si ayudara a combatir el cáncer de los niños, que le siga con su madrugadora estrategia (pero lamentablemente, no cura ni alivia)… ¿de qué nos sirve su popularidad?… digo, aparte de vitaminar su ego, de por sí bastante fortachón.

 Y para que vea el Presidente que este junta palabras juega limpio y también para que le baje la muina contra el diario Reforma, se le hace saber que ese periódico fifí-conservador-retardatario, publicó una encuesta realizada entre el 19 y el 23 de agosto pasado, en la que el partido (?) Morena, sale a la cabeza en preferencias electorales para diputados federales, con el 43% de intención de voto. ¡Las sales!

 El dato anterior se matiza algo al saber que Morena ha bajado el 14% de preferencia desde que inició el gobierno de la 4T (lea: ‘cuatroté’… no ‘cuatrote’, no se lleve). Por todas esas cosas tan absurdas de la vida, Morena nomás no amarra y a pesar de que su fundador está alojado en Palacio Nacional, su partido-movimiento baja y baja, aunque el tenochca simplex reconozca que siempre podremos contar con él, no importa dónde estemos, al fin que ya lo vemos, quedamos como amigos. A ver si en 2021 o más seguro en 2024, no nos va a cantar Morena esa de “Y en vez de despedirme con reproches y con llanto/ yo que te quise tanto/ quiero que seas feliz, feliz, feliz” (como receta el Presidente, para que veamos que hay disciplina).

 Otra cosa que no importa pero que se debe consignar, es que en esa encuesta, aparecen empatados el PRI y el PAN, con el 21% de preferencia electoral, en eso del reparto de curules a diputados federales.

 El riesgo de Morena es que los partidos de oposición hasta hoy tan inofensivos en apariencia, echen mano a su bolsa de mañas; saben bien que el desgaste es inevitable al ejercer el poder y no es imposible que veamos las más increíbles alianzas a la hora de darle la pelea a Morena en 2024 (o hasta en el 2021: todo puede pasar).

 Morena como partido político prácticamente no existe. Hay morenistas sinceros, eso sí, pero lamentablemente se les colaron muchos oportunistas de último momento… ¡ah! y también no pocos vividores. Morena es una gelatina con tanta fruta que no pudo cuajar, honran la tradición tribal de que proceden y hoy, peor, se canibalizan.

 Algunos analistas políticos extranjeros consideran que Morena forma parte de la ‘marea rosa’, como la llamó el reportero Larry Rohter, del New York Times, al comentar en 2015 la segunda elección del presidente del Uruguay, Tabaré Vázquez, atenuando el cariz marxista duro que implica ‘marea roja’. El tiempo dio la razón a don Rohter, Tabaré se mantuvo en una izquierda moderada y por ello pudo ser sin hacer el ridículo, consejero del FMI.

 Abona esa consideración de los analistas sobre Morena, que forma parte del Foro de São Paulo que tiene como razón de ser erradicar el neoliberalismo, y es una cazuela de partidos y organizaciones de izquierda, en la que se cocinan desde marxistas reformistas hasta revolucionarios y grupos terroristas y guerrilleros.

 Lo que no saben esos analistas es que la política en México va de lo trágico a lo bufo sin intermedios. Morena es AMLO y AMLO es AMLO. No hay en su vida ni rastro de coherencia respecto de alguna ideología, AMLO disfruta el efecto hipnótico de su repetición de frases enigmáticas, que sirven igual para un barrido que para un fregado. Su discurso evasivo no lo compromete a nada y por eso no pocas de sus posturas son de conservador de tomo y lomo. En el fondo, realmente es un priista de la vieja guardia y así quiere ejercer el poder aunque los tiempos y el país sean otros.

 El mayor problema de Morena es él, AMLO. El peor enemigo de AMLO también es él. Embriagado por el poder, acepta sin rubor que como dice una cosa, dice otra, que no prepara su discurso y así, sin darse cuenta, va dando cuerpo a una novísima corriente política, la política Chimoltrufia.

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