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Poesía, literatura y correspondencia de la cochinada / El palo que habla

Poesía, literatura y correspondencia de la cochinada / El palo que habla
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Jorge Mandujano

A la memoria de mi padrino Gervasio Grajales

Señorita, mi corazón repara en el potrero de su hermosura, fue a lo másque se atrevió mi padre, en su solitaria condición de poeta bucólico. Era una flor, estamos de acuerdo, pero también una amplia vereda para la otra versión: Te amo con alambre de púa y caca de vaca: Orlando Guillén, para los sin oficio y encargados de los apodos: “Orrendo Guillén” (así, sin “H”).Orlando no sólo era proclive a la escatología: publicaba (y hablo en pasado porque ya no lo he vuelto a ver desde hace más de 30 años) una revista-libro. Nadie sabía cómo ni de dónde, pero la revista Le prosa, (aunque se recomendaba leer de corrido Leprosa)circulaba.

Para quienes declamaron en inolvidables horas sociales, en la escuela Primaria, los poetas eran una suerte de entes muy cercanos a los dioses, tan inasibles como sus propios versos. Luego entonces, cómo imaginar que los poetas mentaran madre o hablaran de putas; que dijeran, por ejemplo: ¡Anda putilla del rubor helado, anda vámonos al diablo! (Gorostiza en Muerte sin fin). O ¿Qué putas puedo hacer con mi rodilla(…)¿Qué putas puedo hacer, Tarumba?. O A la chingada las lágrimas (…) (Sabines, en Nuevo recuento de poemas). O Dales la vuelta,
cógelas del rabo (chillen, putas)
 (Octavio Paz, refiriéndose a las palabras).

Varios, y ve que dije varios, más bien muchos, que asumieron cabal y puntualmente las prístinas leyes de la naturaleza de esta bendita parcela (el chiapaneco nace, crece, se reproduce y se va a vivir al DF, ahora CDMX), no me dejarán mentir. Empijamados o sorprendidos desnudos avanzado el sábado en la gran Ciudad de México, un texto aparecido en el mejor suplemento, el único, dirigido por don Fernando Benitez, en el ahorarecordado, no sin cierta nostalgia, unomásuno, llamado Sábado, un por demás poderoso, abierto, sincero título: Ojos que da pánico soñar, activó los teléfonos duros (inimaginables los celulares, para entonces) de la comunidad intelectual, sus grupos, sus tan marcados grupos: “¿Leíste?, José Joaquín Blanco se declara homosexual en el Sábado de hoy, ¡no mames!”.

El citarse, con todo lo que implica el concepto dentro de la fiesta brava, y referir al otro “puto”, que no gay, que no homosexual, que no amanerado, confería aún más credibilidad a un texto que, escrito en primera persona, asumía con dignidad el mandato de su preferencia. Con ello, había desalentado lo más parecido a esa triste espera tras las “piernas” del teatro; el infalible, el torpe movimiento de los actores del extremo opuesto, en el corazón de esa espesa oscuridad, que termina por configurar el síntoma inequívoco de ese raro estadio de liviandad que el argot define comovender trama. No era este el caso.

Pero la palabra “puto” no halló exclusividad en aquella reveladora crónica. La llamada literatura De la Onda la había agotado, no en esas ciénegashidráulicas por donde deambuló hasta el amanecer Adonis García, El vampiro de la Colonia Roma: “¡Es hombre! No, ¡es puto! ¡Tiene voz de mujer, pero es puto! (Luis Zapata) y su sana e innovadora propuesta de la jubilación de las comas, los puntos y aparte, y los puntos y seguido, para dar paso a los espacios en mitad de la frase, sino como mera antesala a un verdadero escándalo ruborizante.  

Los 70 estaban diciendo adiós. Un muchacho llamado Juan Villoro se esmeraba por cronicar lo acontecido a lo largo de esa década, en el referido suplemento que, sin pensarlo dos veces, publicó una de las cartas (“de amor”) eróticas de James Joyce a su amada Nora Barnacle. Las llamadas así Crónicas de los 70, extraordinariamente escritas –por cierto- y, a escasos mil 80 kilómetros, una nota roja (publicada a 8 columnas) en la contraportada del chiapaneco Es! Diario Popular, a todas luces cabeceadapor el viejo Gervasio Grajales, que rezaba: VENDEDORA DE AVÓN REGRESA HERIDA DEL COYOL. Y fechada así: El Coyol, municipio de Chiapa de Corzo, Chis. 9 de octubre., no habían logrado sustraer a la intelectualada de una carta, que hacía buen rato (1975) había aparecido en Londres y París, junto con un denso dossier de una singular por descarada, escatológica, relación epistolar.

Ahora no bastaron las llamadas. En La Guadalupana, la extrañada cantina coyoacanense; en La Providencia, en San Ángel; En la librería-café El Parnaso, también en la plaza de Coyacán; en fin, en todas las cantinas del centro del ex DF, el comentario: “¿Leyeron la carta de Joyce a su mujer? “¿Cuando le dice: te la pongo por atrás y me gusta que me eches de peditos?”. Nada más inexacto. Aún así, permeó las conciencias liberales de quienes no se perdían un Festival de Oposición del Partido Comunista en el Auditorio Nacional, se sabían de memoria las rolas de la Nueva TrovaCubana (cronicaría a la par el buen Juan Villoro), pero no escapaban al escándalo ruborizante de las cartas de Joyce:

9 de diciembre de 1909

44 Fontenoy Street, Dublín

“Mi dulce sucia pajarita cogedora. Aquí está otra nota para comprar

bragas bonitas o ligueros o ligas. Compra bragas de puta amor, y

trata de perfumarlas con algún suave aroma y de decorarlas también un

poquito por atrás (…).

“…deja a cada oración llenarse de sucias palabras y sonidos sin recato.

Son lo más amable de oír y de ver en el papel, porque las más sucias

son las más bellas.

“Las dos partes de tu cuerpo que hacen las cosas más sucias son

las que yo más quiero (…) Ojalá pudiera oír a tus labios murmurando esas poderosamente excitantes palabras obscenas, ver tu boca haciendo ruidos y sonidos lascivos, sentir tu cuerpo agitándose debajo de mí, oír y oler los gruesos sucios pedos de muchacha (…).

Claro está, no faltará quien sentencie que esta, “para nada es del autor del Ulises. Pasa que existen muchas traducciones. Por supuesto, y por asuntos de región, en continentes, siempre habrá variantes dialectales, modismos. Pero de que la carta es de Joyce, no hay duda.

De no considerarlo así, mi posible lector, ya estaba abandonando la cita, al autor y la anécdota.

Intentaré volver al espíritu que anima el origen de esta lucubración, cuya publicación habrá de quedar en manos de mis editores.

Todos estos pedagógicos ejemplos referidos, porque hace ya varias lunas la entrañable Mariauxilio Ballinas puso en mis manos un libro de bolsillo intitulado Versos puercos; una compilación de Grissel  Gómez Estrada, de alrededor de 70 poemas de igual número de autores, que no se tientan el alma para escribir, precisamente, versos puercos, poesía de la cochinada. Poetas que no sólo son escatológicos sino ex católicos, pues… Entre Quevedo y Bukowski deambulan García Lorca, Antonin Artaud, Rafael Alberti, Salvador Novo, Nicanor Parra, Vicente Huidobro, entre muchísimos otros.

Entrarle a los desechos del cuerpo, “puesto que el hombre no sólo es un ser racional que ama, piensa y crea, sino también eructa y mea”, es entrarle a esta rica muestra de elementos escatológicos que procura —y logra— la compilación.

En su liminar, Gómez Estrada advierte: “…es decir, lector, en las siguientes páginas no encontrarás los grandes temas de la poesía –el amor, la muerte, la patria-, sino mocos, caca, baba y otros”.

Así, la compiladora nos presume de entrada versos sobre el pedo. (“Con dinero baila el pedo, dijo el perro, al tiempo que se echó un pedo”), anota nuestro bien querido hermano Ignacio Nacho Betancourt, en su memorable cuento De cómo Guadalupe bajó a la montaña y todo lo demás, Premio Nacional de Cuento de San Luis Potosí, y quien, hace ya algunos años, Isstecultura le encargara leer sus textos a estudiantes de bachillerato. Tomó por asalto mi casa, y desde ahí salió a los municipios marcados en el itinerario. Por las noches, volvía todo tatemado por el implacable sol, pero con una botella de ron en la mano. Unos muchachos que tenían un café literario en el mezzanine del hotel Posada del Rey, osaron invitarlo para que leyera, con todo y su cansancio. Esa noche se limitó a compartir un extraordinario texto sobre el pedo. Hecho que provocó incomodidad entre algunas distinguidas personalidades de la conspicua sociedad tuxtleca.

Nacho argumentaba que no es lo mismo que un joven se eche un pedo junto a su novia, a que un padre de familia se lo eche delante de su mujer y sus hijitos; es más —decía– la esposa a veces se hace cargo de llamar a los críos para anunciarles: “niños, su papá se va echar un pedo. Vengan conmigo y tratemos de inhibírselo”.

Las flatulencias existen, han existido y quebrado las inexpugnablesdiscreciones de la Edad Media, han dado al traste con la pulcritud cortesana, en los solos de un violín, en los conciertos; vamos, hasta en el otrora tan visto programa televisivo Siempre en Domingo: “el pedo de Lucerito”.

Volviendo al trabajo compilatorio de Grissel Gómez Estrada (Versos puercos), no me extrañó toparme con Charles Bukowski. Tanta es la admiración que le profeso, que no sólo busqué incansablemente muy cerca de Trocadero el Barfly, en una noche bajo el duro invierno de París, sino que estampé su nombre en la marquesina del hotel donde vive el personaje central de mi novela. Bukowski ha sentenciado: “No hay peor condena para un hombre que tener una mujer fría en la cama y una cerveza caliente en la mesa”.

Pero las llamadas “malas palabras” no existen, me dijo siempre un maravilloso hombre con quien tuve el privilegio de compartir una buena parte de mi vida: Don Armando Jiménez, mejor conocido como el Gallito inglés, y autor de esa Biblia llamada Picardía Mexicana. Pero este compa se cuece aparte, y hay que dedicarle tiempo y espacio.

Volver al pedo, al culo y a la puta que lo parió, es leer Versos puercos. Y como sé que a ustedes les gusta la pendejada y las buenas tardes, y son más léperos que la mismísima cochinada, comparto algunos fragmentos de envidiables por apestosos poemas. Que Dios los coja confesados, y luego los perdone:

He pisado una caca

(Fragmento)

Mi gran aburrimiento.

Lo aburrido que estoy.

Y sin embargo. ¡oooH!

He pisado una caca.

Acabo de pisar —¡Santo Dios!- una caca.

Dicen que trae suerte el pisar una caca.

¿Suerte, señores, suerte?

Rafael Alberti

La búsqueda de la fecalidad

(Fragmento)

Allí donde huele a mierda

huele a ser.

El hombre hubiera podido muy bien no cagar,

no abrir el bolsillo anal,

pero eligió cagar

como hubiera elegido vivir

en vez de aceptar vivir muerto.

Antonin Artaud

Poema al pedo

(Fragmento)

Alguien me preguntó un día:

¿Qué es un pedo?,

y yo le contesté muy quedo:

el pedo es un pedo,

con cuerpo de aire y corazón de viento,

el cuerpo es como un alma en pena

que a veces sopla, que a veces truena,

Es como el agua que se desliza

con mucha fuerza, con mucha prisa.

El pedo es como la nube que va volando

y por donde pasa va fumigando,

el pedo es vida, el pedo es muerte

y tiene algo que nos divierte;

el pedo gime, el pedo llora,

el pedo es aire, el pedo es ruido

y a veces sale por un descuido,

el pedo es fuerte, es imponente

pues se lo tira toda la gente.

En este mundo un pedo es vida

porque hasta el Papa bien se lo tira.

Hay pedos cultos e ignorantes,

los hay adultos,

hay pedos gordos, hay pedos flacos,

según el diámetro de los tacos,

hay pedos tristes, los hay risueños

según el gusto que tiene el dueño.

Francisco de Quevedo

Y para no quedarme fuera, va mi granito de arena con estos versos del demonio público:

Hasta aquí mi amor llegó

mas si tú lo determinas

juntaré tu con que orinas

con mi con que orino yo.

En mi libro Contar de los Cantares, de próxima publicación.

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