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Poesía en San Martín Sacatepéquez / Al Sur con Montalvo

Poesía en San Martín Sacatepéquez / Al Sur con Montalvo
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Guillermo Ochoa-Montalvo

Querida Ana Karen, 

Poesía, ¿qué es eso? Quisiera preguntárselo a Dulce Violeta, quien fabrica sueños desde su oficio como poeta, fotógrafa y trotamundos a quien me encuentro atravesando por el largo túnel de sus bien vividosaños una mañana lluviosa en Guatemala donde Josué Nandayapa convierte la ciudad de San Martín Sacatepéquez en el epicentro de la poesía durante la Segunda edición de la Gira Poética Guatemala.

Escucho los ecos del 29 de noviembre. Escritores, músicos y público en un ambiente marcado por la sensibilidad y el arte. Y al escucharlos, para mis adentros, me quedo pensando en ¿qué es poesía en la ciudad? Los escucho cargados de nostalgia, esperanza y reflexiones íntimas en sus poemas, ofreciendo al público una diversidad de voces y perspectivas. Otros autores hablan de poesía entremezclada con susvidas donde cada uno se convierte en el centro de su propio universo llenando la ciudad de poesía y al fondo los sonidos de la ORQUESTA DE CUERDAS OXE TUN KAL.

Escucho la voz de BELÉN MONTERROSO, joven talentosa cuya lectura recordó a los asistentes que la literatura también germina en la imaginación de las nuevas generaciones. La Biblioteca GT de Guatemala Alma de Letras Editorial de México, construyen ese puente literario entre ambos países. El público de San Martín Sacatepéquez muestra calidez participando con atención y entusiasmo.

La poesía es una avalancha de autos en sentido contrario suficiente tiempo para encender un cigarrillo y apagar alguna pasión desbordada en el tiempo donde deben depositarse los malos momentos, es la espera del autobús ocultándose entre las letras negras del periódico para eludir la mirada inquisidora de los transeúntes deambulando como sombras por las calles con la carga de sus preocupaciones cotidianas y la prisa de un tiempo que los rebasa a cada segundo; un cielo gris dejando pasar un rayo de sol por algún hoyo travieso por donde se asoma Dios, curioso por saber a qué viene tanto ajetreo citadino.

Poesía la encuentras al ser devorado por la serpiente de la cotidianidad por donde viajan las melodías de cada mañana y hasta el anochecer entre miles de rostros anodinos presurosos al encuentro de una salida no equivocada para decidir un próximo destino incierto; la encuentras en el rostro añejo de una anciana sentada en el umbral de una iglesia con la mano abierta y tan vacía como su mirada; las calles duelen y un claxon te despierta del sueño en medio de la cinta asfáltica que algún día fueron lagunas y bosques por donde la historia deja testimonio de guerras y derrotas entre iguales y con ajenos.

Poesía es voltear los ojos hacia el apacible silencio del cementerio al encuentro de tus muertos, es escucharlos hablar entre el viento que cala los huesos y lleva sus voces hasta tus sentidos hablando de lo que hay más allá de la tierra y los cielos; son ellos, los espíritus viajeros en este mundo de contradicción donde sus voces se escuchan como un estallido al caer el terrón de azúcar sobre una taza de café salpicando la hoja en blanco de alguien que no logra traducir en tinta esas voces imperceptibles para quienes viven envueltos en el mundanal ruido.

Poesía también es la flor fresca y rozagante, perfumada de ilusiones que se conserva entre las páginas de un libro recordándote un episodio memorable en el inmenso torbellino del amor, la esperanza y el erotismo. Son los olores de un barrio que recuerdan los ayeres y tratan de observar nuevos horizontes.

Poesía es caminar hacia la librería con los bolsillos rotos sin perder la avidez por un buen libro que no podrás comprar pero bastará con hojearlo y dejar su tinta impregnada a tus manos y tus huellas a sus hojas como prueba de presencia.

Poesía es salir cada día con los zapatos rotos y el vestido ajado para lavar ajeno en la residencia del magnate que se levanta con la resaca de la noche anterior donde la cuenta de la borrachera equivale a dos años de trabajo de un poeta; son los barrios populares donde los q’apoj se unen en bandas por no tener otra cosa que unir; son los grafitis irreverentes que gritan desde el silencio de un anonimato que hiede a miseria, despojo, enojo y marginalidad.

Poesía es también el canto desafinado de los trovadores callejeros con sus sacos grises deshilachados y cochambrosos en pos de una moneda; es poesía cuando caminas por las empedradas callejuelas y una jovencita teje sueños frente al balcón sin perderse una palabra del amigo cibernético aconsejándolo cómo conquistar el amor del más guapo del colegio, escribiendo miles de mensajes prefabricados. 

Pero no hay poesía citadina más elevada que aquella que se declama en la cenas elegantes de filantropía donde las alhajas brillan tanto como las sonrisas y la palabras de quienes se jactan de ayudar a los pobres con el dinero recaudado en la televisión que donaron otros más pobres y que llega a los miserables, pero no a los miserables de las colonias sino a los que acumulan cuentan bancarias millonarias. 

Poesía es ver el rostro orgulloso de un periodista encerrado por escribir la verdad de un gobierno corrupto y soberbio donde los negocios de familia diezman los bosques, o el gesto incrédulo de una periodista acusada por denunciar a los pederastas que lucran con la explotación sexual de las niñas y los niños.

Descubres la poesía en el canto sonoro de una madrugada al charlar con las mujeres de la esquina con sus faldas tan cortas como sus esperanzas, porque sus palabras de odio y rencor son poemas al corazón, ese cinismo que oculta su debilidad y la venta de la pasión también oculta su deseo de ser amada. ¿No es eso poesía? Como la de la mujer solitaria en busca del príncipe que nunca ha de llegar porque ella, nunca se atreverá a salir del hoyo de su hogar. 

Poesía es mirar a través del ventanal a una mujer fumando con un vaso de Uvachado o Leche de Monja en la mano, con la esperanza de recuperar el amor traicionero. Es su voz quebrándose al relatar su historia la que hace estremecer al lector en busca de la felicidad bebiendo un vaso de Cusha.

La poesía se tiñe de mil colores y sonidos, se viste de seda y también de trapos sucios. Poesía, en fin, es recordar atardeceres, las caminatas por el bosque en medio de la naturaleza mística con la mirada hacia el volcán descubriendo tus huellas en el Highland Natural Park de Xela para sumirte en las aguas termales de la Laguna de Chiacabal.

La poesía, como dice Josué Nandayapa “tiene la capacidad de unir países, miradas y generaciones. Hoy Guatemala y México se encuentran aquí, en este foro, para recordarnos que la literatura no conoce fronteras para seguir creciendo y que más voces jóvenes y adultas encuentren en la escritura un refugio, un camino y una forma de transformar su propia historia”. 

Poesía en la ciudad es, sin embargo, ver al fin el rostro de la mujer amada y saber que un beso bastará para quitarte los muros de encima y volver a creer que todo es cuestión de amor.

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