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Pobreza y periodismo / Código Nucú

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César Trujillo

 

México es el país más peligroso de América Latina para ejercer el periodismo. A esto se le deben sumar la falta de independencia política y económica de algunos medios, la precariedad y la mala retribución, factores que nos colocan a quienes ejercemos esa noble profesión en un escenario sumamente desfavorable.

Ser periodista en Chiapas, en la mayoría de los casos, es carecer de prestaciones laborales, seguridad social y estabilidad en el empleo: me tocó vivirlo y con conocimiento de causa escribo. Es, pues, una condena para ser arrojado a los brazos de la muerte sin oportunidad de poder dar pelea siquiera.

Muchos son los casos de los compañeros que tienen que esperanzarse a la solidaridad del gremio (que existe afortunadamente) para poder cubrir los gastos básicos cuando de un problema de salud se trata: asunto por demás terrible si contrastamos la realidad opulenta en la que viven los propietarios (de los medios).

Me refiero a esa disparidad entre quienes cobran y venden desde el escritorio, y las precarias condiciones de quienes trabajan para un medio desde la calle. La brecha es enorme. El comparativo, grotesco.

He sido testigo de esa realidad que aplasta a decenas de compañeros que no alcanzan ni una jubilación digna, o bien, no pueden ni cubrir las necesidades básicas propias, menos las de su familia en caso de enfermedad o accidente que, muchas veces, desencadena males que los terminan llevando a la tumba.

El contraste con los datos que el mismo Instituto Nacional de Estadística y Geografía expone sobre los medios y los fuertes ingresos a los que en sexenios anteriores tuvieron acceso los dueños de medios es por sí sólo grosero.

Bajo ese panorama, la vida del periodista y de quienes laboran en medios de comunicación, es cada vez más precaria.

Por ejemplo, ahora mismo tenemos a compañeros internados por problemas graves de salud y a otros con enfermedades crónico-degenerativas que no saben ni cómo le harán “mañana” que se les compliquen las cosas. Muchos, incluso, viviendo en cinturones de miseria en las periferias de la ciudad.

Sí, estamos solos y desamparados ante un canibalismo mediático que beneficia a los poderosos y pasa por sobre quienes menos tienen, y quienes son, cabe señalar, pieza fundamental para que todo este engranaje marche.

Hace más de un año se publicó el reporte “Dueños ricos, reporteros pobres”. La plataforma Indeed estimó que “el salario promedio de un reportero mexicano es de 4 mil 560 pesos mensuales”. Mensuales, repito: el chiste se cuenta solo.

Si comparamos esa cantidad con los 2 mil 876.45 pesos que se requieren por persona para entrar en la “línea del bienestar mínimo”, no hace falta ser docto en  números para saber la enorme brecha de desigualdad en la que estamos inmersos.

Sin embargo, debemos entender que no todo está perdido: hay mecanismos que pueden implementarse y nos permitirían a los periodistas poder aspirar a gastos médicos, seguros de vida, mejoramiento a la vivienda, becas y hasta seguros por desempleo, en caso de así contemplarse.

En Guerrero, por ejemplo, existe un Fideicomiso por cinco millones de pesos. Este Fondo de Apoyo a Periodistas fue legislado y cumple con una serie de lineamientos que lo contemplan como un programa social enfocado a cubrir las necesidades primarias del gremio: gastos médicos mayores por hasta 50 mil pesos, dependiendo de la enfermedad; seguros de vida que contemplan diferentes montos por muerte natural o en caso de un asesinato. Nada mal.

En diciembre de 2017, en Chiapas ya existió una intentona de Fideicomiso en la que se habló de un monto de un millón de pesos propuesto por el entonces presidente del Congreso local, Williams Ochoa Gallegos. Y digo intentona porque todo, como en ese sexenio verdeecologista, fue de labios para afuera.

Lo cierto es que los periodistas en Chiapas requerimos de un fondo legal que permita poder asistir a los compañeros, sin importar afiliación alguna, que así lo requieran y garantizarles atención médica. Sobre todo si los datos arrojan a unos mil hombres y mujeres dedicados a esta bella profesión en toda la geografía estatal.

Coincido en lo que aquella vez se dijo: se debe ir más allá de una ley, o de pronunciamientos sobre la protección del trabajo de los periodistas. Hoy por hoy, y derivado de las necesidades de varios compañeros, es urgente promover un fondo para la protección de los derechos humanos de los periodistas.

Es urgente cambiar, sí, el dicho de que el periodista narra el diario de la sociedad, y que el verdadero drama es su vida. Somos muchos los agrupados en asociaciones y en la Delegación del SNRP, y ahora nos toca caminar por el mismo rumbo.

Así, mientras los dueños de los medios no formalizan contrato y pagan ínfimas cantidades por la información, corresponde a nosotros trazar la ruta para que el futuro nos alcance a los periodistas con la voz al aire y el puño en alto. #JusticiaParaMario.

 

#MANJAR.- Alguien reportó mi cuenta de Facebook hace ya más de una semana. No sé qué argumentos falsos usó para tirarla pero le funcionó bien. Le incomodó, supongo, que se ventilara alguna situación e intuyo que tuvo la iniciativa de operar bajo ese modo. En fin. La vida da vueltas y todo se acomoda en su sitio. Esto es una rueda de la fortuna. Por lo pronto ya tengo una cuenta activa y seguiré haciendo lo que más me gusta: escribir mis columnas, subir mis fotos sobre ocurrencias y publicar poemas y libros. #CámaraNoMeAgüito // “Amo tus pies porque anduvieron sobre la tierra y sobre el viento y sobre el agua, hasta que me encontraron”. Pablo Neruda. #LaFrase // La recomendación de hoy es el libro Hábito lunar de Balam Rodrigo y el disco de Raw Sienna de Savoy Brown. // Recuerde: no compre mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.

 

* Miembro de la Asociación de Columnistas Chiapanecos.

 

* Delegado en Chiapas del Sindicato Nacional de Redactores  de la Prensa.

 

Contacto directo al 961-167-8136

 

Twitter: @C_T1

Mail: palabrasdeotro@gmail.com

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