Juan Carlos Cal y Mayor
Uno de los más silvestres personajes de la actual política mexicana -y vaya que los hay- el senador ahora candidato al gobierno de Coahuila, Armando Guadiana, ofreció a los jóvenes durante el segundo debate por la gubernatura en ese estado que: “Si el PRI se va, jóvenes, por mi sombrero, que Peso Pluma vendrá”. Un pésimo émulo del presidente que quiere pasar por chistoso para tratar de revertir su eventual derrota electoral, pero sin la más remota posibilidad.
Yo, no había caído bien en cuenta de qué se trataba. En un primer momento pensé en el zócalo de la CDMX que se ha convertido en el coliseo chilango donde cantantes populares disque gratuitamente entretienen a las masas que agradecen al soberano tan apoteósicos momentos. Por lo visto esa estrategia les ofrece dividendos electorales de otra manera no se explica porque a ese espacio lo han convertido en la sede de tan pedagógicos espectáculos.
Mi sorpresa fue averiguar quién o qué era el tal “Peso Pluma”. Resulta ser un psicodélico personaje que se ha convertido en el Bab Bunny mexicano, pero con la peculiaridad de ser el rey los corridos “tumbados”, que no son otra cosa que la apología a distintos delitos, como el tráfico de drogas, robo o uso de armas. Es cuando pienso que ni en 500 años vamos a ser como Dinamarca.
Me puse a revisar las letras de sus canciones que además de horrendas, sin ningún talento creativo, dan al traste contra cualquier política pública que pretenda enfrentar las adicciones, un fenómeno cada vez más creciente y preocupante en nuestro país. Solo encontré explicación en el hecho de que detrás de estos personajes chatarras, desechables, intrascendentes, nocivos y tóxicos, exista mucho dinero para diseminarlos hasta hacer metástasis en el subconsciente colectivo de millones de jóvenes a través una bien financiada publicidad y algoritmos en redes sociales.
LA DEA
La DEA ya puso en aprietos al gobierno mexicano porque no les creyó para nada que el fentanilo además de múltiples drogas se “cocinan” en nuestro territorio ante la obesa vista de las autoridades. No se les quiere enfrentar porque pensaron que se iban a “portar bien”. Que solo iban -como siempre- a traficar a los EU y que aquí la fiesta la iban a llevar en paz cada quien sus comarcas. No fue así. La violencia y los homicidios se incrementaron significativamente. El consumo se está exponenciando y ya es una cosa “normal” entre nuestros jóvenes, como “normal” se ha vuelto que a diario nos enteremos de enfrentamientos y muertes a lo largo y ancho del país.
Parece que no habrá manera de frenar este proceso de decadencia social que amenaza nuestro futuro. No sé, si estamos esperando alcanzar la cifra de muertes de Estados Unidos o qué para reaccionar. No hay y tenemos que aceptarlo, un programa eficaz para reducir el consumo de drogas. Parte del negocio es popularizar a personajes como ese bicho raro llamado “peso pluma” y otros más. Mientras el dinero público se utiliza para contratar a lo largo y ancho del país en todos los rincones y municipios, incluso más pobres, a bandas norteñas que ahora también hay en el sur y son las que les hacen sus corridos a los delincuentes.
YOUTH IN ICELAND
Con eso de que ahora los países escandinavos se han vuelto un referente en la política mexicana, habría que ver casos como el de Islandia. ”Youth in Iceland” es el nombre que recibe el programa de prevención del uso de sustancias en adolescentes y se caracteriza porque busca disminuir las condiciones propicias para el uso de drogas, así como potenciar los factores protectores de los adolescentes frente a estas. En tan solo 20 años los resultados han sido notables. Se trata de inhibir y persuadir que se socialicen este tipo de conductas asociadas al consumo. El programa ha sido tan exitoso que se replica en otras partes del mundo. Arrancó recientemente en Guanajuato y Yucatán, pero es muy pronto para pensar en resultados. Ya hablaremos más ampliamente del tema en otro análisis.
Por lo pronto el invitado de honor en la pelea del Canelo con el que todos se querían tomar una selfie era el citado personaje. Como si el deporte y la promoción de las drogas fueran de la mano. “Son un orgullo que representa a México” dijeron algunos medios deportivos. NO gracias! A mí no me representan.
Por lo pronto dejémonos de ya de tonterías. Elevemos la voz como sociedad o pueblo, como le quieran llamar, para proscribir, repudiar este grave flagelo como lo hace la llamada cultura de la cancelación para retirar el apoyo, ya sea moral, financiero, digital y sobre todo social o político, a aquellas personas, organizaciones o gobiernos de cualquier índole, a baladronadas como las del tal Guadiana que se deberían considerar inadmisibles si queremos tener una juventud sana y alejada de los vicios y las adicciones. Solo así podremos construir una sociedad más próspera.