Manuel Ruiseñor Liévano
Se avecina el cierre de un año como 2025 que, en términos generales, no se esperaba aciago y preocupante, lo cual abre de lleno la puerta a la incertidumbre y cancela una visión de repunte en la condición de un país como el nuestro, con 133 millones de mexicanos, sedientos de esperanza y bienestar.
Si bien es cierto que somos hijos de una nación, la cual a lo largo de su historia ha podido levantarse y salir adelante ante retos monumentales como la unidad nacional, la paz y el atraso material, hoy nuevamente estamos siendo desafiados por la realidad de un orden global comercial y económico de carácter belicoso a nivel internacional; pero también por la escasa eficacia del Estado mexicano, para contener y menos aún desarticular la acción de poderes fácticos como la delincuencia organizada y el narcotráfico; y por igual, con un poder Ejecutivo de gestión mediana y poco transparente y rendidor de cuentas a la ciudadanía.
En lo económico, político y social, las perspectivas para el año de 2026 no se pintan alentadoras; más, si tomamos en cuenta que las principales entidades de orden global, especializadas en el análisis del crecimiento económico y del orden financiero, anticipan escasa mejoría en el movimiento de la maquinaria del desarrollo.
Por ejemplo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) calcula que la economía de México se recuperará ligeramente el próximo año; sin embargo, en su Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe de muy reciente publicación, el organismo multilateral apunta que el producto interno bruto (PIB) de México crecerá un 1,3% en 2026 y añade: “La economía mexicana sigue siendo vulnerable a choques externos derivados de la política comercial, financiera y migratoria de los Estados Unidos.
Al ahondar sobre el tema, el reporte de la Cepal sostiene que “México lleva varios años estancado y con un crecimiento menor a los dos puntos porcentuales”. Cuestión que atribuyen sus analistas al menor flujo de remesas y al debilitamiento de la demanda interna, entre otros aspectos.
La cuestión de fondo es que este organismo, si bien reconoce que México se ha mantenido a flote, principalmente por el crecimiento en el sector externo con exportaciones históricas hacia Estados Unidos —que en los primeros nueve meses del año por terminar alcanzaron los 399 mil millones de dólares—, así como con una inversión extranjera directa récord, de 41 mil millones de dólares, el consumo en el país cae y eso ha impactado negativamente en la economía.
Para nadie, enterado de la mecánica económica, es un misterio que cuando la inversión en un país se desploma y además se cae el consumo, el orden estructural no pinta nada bien. Augura estancamiento, motivo por el cual las políticas públicas en la materia deben ser modificadas. Lo que en otros términos significa un golpe de timón a la nave económica nacional.
Para documentar el señalamiento anterior, ha de referirse que la inversión bruta en México cayó un 6.7 por ciento con corte al mes de septiembre pasado. Si bien puede aducirse que esta amenaza fue compensada por el crecimiento en las exportaciones, no alcanza para prever escenario más alentador.
El actual gobierno federal, que tanta confianza tiene en organismos como la Cepal, debe reconocer sus conclusiones: “La región continuará transitando por una senda de bajo dinamismo, caracterizado por tasas de crecimiento moderadas, un entorno internacional frágil y persistentes limitaciones internas para impulsar la inversión, fortalecer la productividad y expandir el empleo formal”. Nada más ni nada menos.
Sostiene el analista Marco Antonio Mares que, “tras un bajo crecimiento de 0.4% este año, la economía mexicana se prepara para una etapa de “transición” en 2026, ante la próxima la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que despejará la incertidumbre sobre el futuro del intercambio comercial en América del Norte.
Por lo que se refiere al factor trabajo, desde las páginas de El Financiero, el maestro Enrique Quintana aduce que “ el mercado laboral mexicano empieza a mostrar sin matices el freno de la economía. Los datos de noviembre del IMSS lo confirman: el empleo formal perdió aire. La creación de 48 mil 595 puestos parece razonable a primera vista, pero basta compararla con los noviembres previos para ver la otra cara”. Lo cual, añade , es el registro más bajo desde 2020: “muy lejos de los 132 mil empleos de 2022 o de los 101 mil de 2023”.
Coincidimos con el especialista en que tal contraste no admite interpretaciones complacientes. “La desaceleración aparece en todas las orillas. En los últimos doce meses, el empleo creció apenas 0.9%, equivalente a 194 mil plazas. Se trata del avance anual más débil desde 2021. En economía, suele decirse que cuando al inversión decrece, el empleo se viene abajo, y esa es la realidad que percibimos en el análisis del año por cerrar. A no dudarlo, otro factor que no augura que en 2026 nuestro país vaya a repuntar.
A MANERA DE COLOFÓN
La mayor parte de las cifras y de los análisis revisados coinciden en que México no ha podido repuntar el crecimiento económico en los últimos 7 años. Señalan con agudeza que el avance ha estado por debajo de los cálculos y promedios históricos.
Baste decir que hasta este 2025 por finalizar, el PIB ha estado por debajo del 1% en promedio en ese lapso, lo cual nos habla de un estancamiento que, como decíamos al inicio de este artículo, augura incertidumbre y desesperanza social para la población.
En sentido contrario, podría argumentarse que el incremento constante al salario mínimo y los crecientes apoyos sociales compensan; pero eso es una falacia insostenible en el tiempo, porque el nivel de endeudamiento nacional, el factor de las pensiones y el costo del manejo de la deuda nacional, echan por tierra todo escenario optimista en la materia.
En pocas palabras:
—Con crecimiento lento la dinámica económica será cada vez más limitada. Menor avance del empleo formal y debilidad en sectores como el industrial y agropecuario.
—Factores como la inseguridad, la corrupción, la incertidumbre política y comercial (relacionada con EE. UU.) sin duda serán obstáculos para un crecimiento más robusto, de acuerdo con Banxico y analistas.
—Los últimos siete años reflejan un periodo de crecimiento económico modesto en México, con desafíos estructurales y coyunturales que han impedido alcanzar tasas más elevadas, ubicando al país por debajo de su potencial y de otros países de la región. Si bien es cierto, no puede descartarse una leve recuperación a mediano plazo.
¿Finalmente qué se espera para el 2026.
Sólo tres temas:
- Crecimiento del PIB del 1.0% anual.
- Déficit fiscal del 4.5% del PIB. La relación de la deuda pública al PIB alcanzará 55%.
- La informalidad seguirá ganando terreno para superar el 57% de la misma. Se estima una creación de 450 mil plazas nuevas en el sector formal.
Antes de prender las veladoras o quemar incienso, según sea el caso, es pertinente que a nivel de tierra los ciudadanos sigamos cuidando nuestros bolsillos. Hagamos más y mejor economía y, si queda espacio y aliento, emprendamos iniciativas para mejorar el nivel de nuestro bienestar. Formal é informalmente, pero dentro de la legalidad.