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Peor que la sarna / La Feria

Peor que la sarna / La Feria
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Sr. López

 

Ya sabe bien que el héroe de la infancia de este López, fue el primo Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda, de edad siete años mayor, muy inteligente, genéticamente gandalla, bueno para el póquer desde los 9 de edad (ya fumaba), terror de las azoteas (usted entiende), mentiroso profesional “cum laude”, muy entrón, que verlo repartir trompadas era un gusto… y fue precisamente él, quien instruyó a este menda en el arte de la pelea callejera: -Si calculas que te van a ganar, tira todos los golpes que puedas… corriendo, que es mucho mejor quedar de rajón que de tarugo y con la boca reventada –pues sí.

 

Hay un librito -muy breve- que se le entrega a cada Presidente de México. Se llama “Instructivo para acabar con el país”; tiene un solo capítulo de una sola línea: Métase con los EUA. Punto. Ediciones Éjele, 1929.

 

Ya cada Presidente decide si se pone trompudo con el tío Sam (eso lo respeta), o de zalamero queriendo caerle bien (eso no lo respeta). Lo que nunca se hace (nunca, de nunca jamás), es meterse a la cama con él porque hay que cumplirle. México está en decúbito supino de unos 30 años para acá… y hay que cumplirle. No es pegón, ni malmodiento, mientras no se afecten sus intereses, mientras se cumplan los tratos. ¿No le gusta?… a su texto servidor tampoco, pero la única manera de dejar de ser pupila de esta Madame internacional, es ponernos nosotros mismos en orden, limpiar nuestra casa, gobernarnos bien, educarnos, restaurar nuestra cultura (lo que queda es más que mucho), y desarrollarnos económicamente (nótese el orden de prioridades). Al tío Sam no le molesta la riqueza ajena, al contrario: es mejor cliente.

 

Un error monumental es imaginar que el tío Sam es el gobierno de los EUA. No. El tío Sam es un muégano de intereses. Aunque un Presidente de allá traiga el retratito de uno de acá en su cartera, si le pisan un callo a cualquiera de sus muchos consorcios globales, desenfunda y jala del gatillo (no, no nos van a invadir ni a bombardear, sería malgastar fuerza y parque… algo se les ocurre, sí, de eso no dude).

 

México está donde está y las cosas están como están. Los EUA, también. Tarde se dio cuenta el tío Sam de la amenaza que para su hegemonía racial, militar y económica, representaba el entusiasmo reproductivo del tenochca simplex y cada día (“sorry mister”), algún esforzado compatriota radicado por esas tierras, afianza la presencia de la raza. No hay muro, escudo antimisiles, radar ni nada que detenga eso: cada nueve meses, otra comalada de guadalupanos, celebrantes del 5 de mayo… ¡ajúa!

 

Siendo candidato y presidente electo, el tío Sam veía a Andrés Manuel López Obrador, más raro que a un gaucho vegetariano, pero le creyó que se iba a portar bien.  Algo ha hecho desde que asumió el poder para colmarle el plato en menos de mes y medio. El desgaste de seis años en seis semanas: récord Guinness, Mundial y olímpico; a menos que usted piense que la revista Time pone a su gobierno “entre los 10 temas de riesgo de la geopolítica global de 2019”, nomás por moler.

 

Según el Servicio de Investigación del Congreso de EUA sobre Relaciones Internacionales (protocolo RL30172), han invadido o intervenido militarmente 59 veces otros países, 29 en América Latina y el Caribe (1831: Argentina; 1846-1848: México; 1852-1853: Argentina; 1853: Nicaragua; 1854: Nicaragua; 1855: Uruguay; 1856: Nueva Granada; 1858: Uruguay; 1859: Paraguay; 1868: Uruguay; 1891: Chile; 1894: Nicaragua; en el siglo XX, 1898-1902: Cuba; 1898-1902: Puerto Rico; 1914: México; 1915: Haití; 1916: República Dominicana; 1917: México; 1926: Nicaragua; 1960: Guatemala; 1964: Panamá; 1965: República Dominicana; 1967-1969: Guatemala; 1983: Granada; 1989: Panamá; 1994: Haití; 2004: Haití).

 

En el resto del mundo, 1801-1805: África del Norte; 1815: África del Norte; 1853-1854: Japón; 1859: China; 1860: Angola; 1893: Hawaii; 1900: China; 1945-1946: China; 1950-1953: Corea; 1958: Indonesia; 1959-1975: Vietnam; 1983: Líbano; 1986: Libia; 1990-1991: Guerra del Golfo; 1993-1994: Somalia; 1995: Bosnia y Herzegovina; 1998: Sudán; 1998: Afganistán; 1999: Yugoslavia.

 

Y en el siglo XXI, del 2001 a ahora, en Afganistán; 2002: Filipinas; 2003-2011: Guerra de Irak; 2007: Somalia; 2011: Libia; 2011-2012: Yemen, Pakistán, Somalia; 2014: Irak y Siria (continúa en la actualidad). Ahí por su lado busque en San Google, “Encyclopedia of American Foreign Policy, Volume 1”; “Dictatorships”; DeConde, Alexander et al.; Simon & Schuster edición 2001.

 

Algunas de esas gracias han sido a iniciativa de sus petroleros. No todas, algunas. Pero no se aflija: no nos van a invadir (no son tan tontos), nomás nos revientan la economía y en caso de apuro, financian grupos políticos opositores… o guerrilleros.

 

Siempre ha sido así. El tío Sam empezó por apoyar a cualquiera que le asegurara mercado a su industria hasta 1922 cuando (por cortesía de Lenin & Cía.), nació la URSS y por miedo al comunismo, estaban del lado de quien fuera -santo o demonio-, mientras se opusiera a la expansión mundial del comunismo y al final de la Segunda Guerra Mundial, con una diarrea modelo Niágara, el tío Sam enfrentó la durísima realidad de que la URSS de Stalin, se apoderó de medio Europa, por lo cual, financiaron y organizaron los golpes de Estado, guerras o invasiones, que hicieran falta para contener el comunismo (que de comunista tenía muy poco); atendiendo siempre a sus intereses, representados por las grandes corporaciones yanquis: casos paradigmáticos en la América Latina del siglo pasado, la United Fruit Company y la petrolera Standard Oil; sin descuidar ningún frente, como los países árabes con su brutal riqueza petrolera, a cuyo efecto protegieron y financiaron, el radicalismo islamita y fortalecieron cuanto pudieron (mucho) al Estado de Israel. Excusas quiere la muerte para llevarse al ahorcado.

 

Y se pregunta uno: -¿De verdad nuestro Presidente cree que le puede pintar un violín al tío Sam? -los EUA en mal plan, son peor que la sarna.

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