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Pena ajena / La Feria

Pena ajena / La Feria
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Sr. López

Una vez, tía Lupita llegó a su casa cerca de las once de la noche y el que fue su marido, tío Mario, le dijo: -Te exijo una explicación -fue lo último que le dijo. Tía Lupita no explicó nada, empacó una maletita y se fue a casa de su hijo mayor; jamás volvió: -… en lugar de preocuparse… una explicación… -decía bufando muy ofendida.

Todo tiene límite. Ahora resulta que un muchacho (hará 39 añitos el próximo 21 de agosto, un crío), no puede tomar unas merecidas vacaciones, sin sufrir el acoso de la prensa y ser sujeto de escarnio.

Por si no atina usted a quién se refiere este menda, se le aclara: a Andy, Andy López Beltrán.

Se entiende que por ser hijo de quien es (ni se le ocurra volver a pensar eso de que es un ¡hiiijo-de-la…!, ni se le ocurra), que por ser hijo del redentor de la patria, tanto su persona como sus actos, estén sometidos al escrutinio del peladaje, todos nosotros, pero también se entiende que entre esa masa haya detractores-maledicentes-conservadores-fifís, esos sí, ¡hiiijos-de-la…! (a mucha honra).

Andy, es egresado de Ciencias Políticas de la UNAM, con maestría en Administración Pública por Harvard -donde también estudiaron el innombrable Salinas y el villano favorito de los cuatroteros, Calderón-, y eso a pesar de que su papi dijo muy claro el 6 de agosto de 2021, que “los que han estudiado en Harvard o en otras universidades del extranjero, aprenden a robar, a eso van”. Él sabrá por qué lo dijo. (Si es cierto que estudió en Harvard porque con estos ya no sabe uno qué creer).

Da flojera repetir que cada quien con su dinero, esmuy libre de viajar a dónde le pegue la gana. A él le dio la gana ir a Japón. Santo y bueno. Y sí, se puede ir a Tokio sin ser hijo de Slim (o siéndolo del Señor de los Abrazos).

Lo que no era recomendable de ninguna manera, era salir a dar explicaciones y menos por escrito. Y ahora se aguanta, porque su cartita la dirigió a la “opinión pública” y eso incluye al del teclado.

Para empezar, se nota que lo suyo no son las letras (pudiendo pedir ayuda al que le escribe los libros a su papi); muy su asunto. Y también se nota que usa los mismos insultos del amplio repertorio de su papi; que se aplique y busque algunos propios, digo, de repente parece que está uno leyendo al señor que regalaba petróleo… y francamente, ya Chole. 

Luego, en el primer párrafo desliza una justificación no pedida de por qué tomó vacaciones, “luego de extenuantes jornadas de trabajo” y en eso sí hay que darle toda la  razón.

Hasta el 1 de octubre del año pasado, cuando su papi le consiguió ser secretario de organización del partido suyo de él (de su papi), no había trabajado en su vida y debe ser muy pesado por la falta de costumbre, hay que entender.

El joven Andy no es de esos casi 3 millones 800 mil niños y adolescentes de entre 5 y 17 años que tienen que trabajar (dice el Inegi en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo). No, bendito el Buen Dios a él lo mantuvo su papi (con 200 pesos en la cartera),aunque hasta los 38 años de edad, ya fue encaje.Asunto de ellos, uno qué.

En el tercer párrafo, dice Andy: “(…) viajé en aerolíneas comerciales y pagué 7 mil 500 pesos diarios en un hotel, incluido el desayuno”, como si volar a Tokio correspondiera a la “justa medianía” juarista a la que él mismo alude, y sin darse cuenta que esos 7,500 pesos diarios de alojamiento (desayuno incluido), son casi un salario mínimo mensual (8,364 pesos): lo que él pagó por noche, lo gana uno del peladaje en casi un mes (sin desayuno incluido). Esos 7,500 pesos según se ve, para Andy vendrían a probar que sí, que para él “la austeridad es un asunto de principios”, como pone en su carita.

Esas cosas se dicen cuando no se tiene ni la menor idea de las que pasa el tenochca simplex. La británica YouGov Global Profiles, dedicada a estudios de mercado de Europa, América del Norte, Oriente Medio y Asia-Pacífico, informó que el mexicano gasta en promedio en vacaciones, entre 4,500 y 9,999 pesos por persona… por todas sus vacaciones, no por día.

Así, Andy queriendo probar que sigue los pasos de su papi, metió la pata. Era mejor no decir nada. Y si a usted que lee esto le parece imposible salir de vacaciones con un máximo total de 9,999 pesos, se le hace saber que es usted un fifí: el mexicano nivel banqueta, el que viaja con anafre y la suegra para que cocine en la playa, viaja con eso tan poco y se divierten, claro que sí… y ya a su regreso verán qué empeñan.

Agrega ya engallado (se nota que escribió su cartita muy enojado), que “desde hace décadas” han enfrentado la perversidad de la mafia del poder económico y político. Lo puso en plural pero aun así, no se diluye el desatino: el joven Andy con trabajos lleva dos décadas de adulto y así como que enfrentando a los malos, no se le ha visto. Exagerar a lo zonzo nunca es recomendable, Andy.

Otra cosa en la que tiene toda la razón, para que vea que no es aferrado el tecladista, es en eso que de que “no somos iguales”; claro que no y por no buenas razones Andy; sin meterse en honduras este menda, con lo de “no somos corruptos”… pues no, según la presunción de inocencia, no. Ahora que si tuviera la amabilidad de escribir otra cartita explicando de qué vivió todo el sexenio de su papi, se le agradecería. De veras, están totalmente convencidos de que somos sus tarugos… y a lo mejor sí, ya se verá en 2027.

En el penúltimo párrafo, Andy sobreactúa, se pasa mucho de la raya y dice: “(…) jamás olvidaremos hacer de nuestra vida pública una línea recta (…)”. De verdad, por falta de espacio y por no abusar del candor de Andy, no se le hace un resumen de asuntitos que nunca se aclararán, pero son bien sabidos.

Lo peor es el último párrafo: “Siempre valdrá la pena, y no es en vano, pagar una cuota de humillación cuando se lucha por una causa justa y en contra de los opresores del pueblo”. Andy, Andy, todo se le perdona, hasta su viaje, pero no lo cursi, que es pariente de lo ridículo. Andy necesita aprender a ser malo, ni eso hace bien, es de pena ajena.

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