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Pedirle peras al olmo / Índice

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        Por: Neptalí Nuriulú Pérez

                                       *Abogado Postulante.

 

            Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 10 de Marzo de 2019.- Sin ánimo de prejuicio, antes de entrar al análisis de una administración de gobierno, que al ingresar al desempeño de la responsabilidad más alta del Estado, da muestras de flaqueza, no podemos ponerlo en la balanza de las ponderaciones en cuento a las capacidades de sus integrantes, como tampoco en el de las descalificaciones a priori. Pero lo que sí arriesgaríamos a valuar, son los antecedentes del que a la cabeza del Ejecutivo, responsable de llevar  al pueblo que gobierna, por el sendero del progreso –a la cuarta o enésima transformación– o bien, por el desfiladero en el que lo han dejado sus antecesores, a partir de los perfiles individuales de cada estructura, formada por cada uno de ellos.

            En esas condiciones, los que estudiaron la Secundaria en el ICACH y les tocó llevar la materia de civismo con “Canito”, no me dejarán mentir; cuando en sus disertaciones éticas criticaba a los gobernadores que recién habían dejado el cargo: de bandidos, rateros y chuchos, que era lo mínimo que les endilgaba, los alumnos ávidos de morbo y travesuras, le picaban: ¿por qué no critica a los actuales gobernantes?; a lo que él, con sabiduría política y de docente respondía: “como serán de pendejos, cómo voy a criticarlos si aún no terminan su mandato. Al final es cuando vemos cómo salen, sin más pobres o más ricos”.

            Aplica al caso lo dicho por el docente en cuanto a lo ecdótico, pues,  aun cuando han pasado más de cincuenta años, se asemeja mucho a lo contemporáneo, en cuanto a la honestidad; aunque en realidad, lo aquí escrito, no se enfoca a la crítica personal, sino más bien al desempeño institucional, ajeno a toda compostura; a la forma de estructurar y armar una máquina de gobierno que tiene por objeto superior, cambiar el destino de los chiapanecos. Hasta hoy llevada por el desfiladero, donde lo han dejado las anteriores administraciones estatales, señeras, las que van, de Pablo Salazar a Manuel Velasco Coello, del 2000 al 2018.

Gobernantes prohijados por el sistema priísta, que algunos dicen caduco; y yo, un poco en serio y un poco en broma, digo, que renovado bajo las siglas de cualquier partido político. Total, como dice un comercial: “el tamaño (partido) no importa”. Pero, en el caso que me ocupa, también hago un ligero análisis de resultados: en esos tres sexenios, sin ser experto en economía, en política o desarrollo, para apreciar empíricamente, a ojo de buen cubero, hoy por hoy, hay cada vez más crímenes que refieren inseguridad en la nueva descripción de la seguridad pública, dispuesta por la Reforma Constitucional de 2011. Va desde la prevención del delito, pasando por la investigación científica, persecución del delincuente, hasta la impartición de la justicia por la autoridad judicial.

Qué hay más pobres como reflejo de la desigualdad distributiva de nuestras riquezas; qué hay más deuda pública, como referencias de hurto y apoderamiento indebido del erario público, impunes. Qué hay más enfermos y atención de salud y nutrición; referentes de violación a los derechos humanos, pues hay más ignorancia como muestra de retroceso y estancamiento cultural. En fin, que como dicen los dichos populares: “lo que se ve no se juzga”.

Esos puntos del tejido social, podrían ser en el esquema del análisis, los insumos del nuevo gobierno, pues a partir de sus individualidades, pudiéramos observar, para prever que, si con ellos desempeñara la función de gobernar, nada nuevo nos espera, ya que ellos mismos son los instrumentos humanos, si se nos acepta la denominación a las personas que operaron en las administraciones pasada. No existen a la luz de nuestros sentidos, elementos para esperar consabidamente un avance en el progreso de la entidad federativa, a no ser que a estas alturas, los interfectos hayan hecho votos de castidad o contrición.

Reciclar a las individualidades adjetivadas de sospechas, salpicadas de corrupción en el desempeño de sus facultades legales, deshonestidad en la disposición de recursos para beneficiarse; falta de honradez y honorabilidad en cuanto al trato con personas al estar manchados de acoso sexual, no son augurios de bienaventuranza. Despedir a los pocos elementos con pretensiones de recomposición, por no convenir a los intereses de los reciclados, por encima del mando superior, no dan señales de réplica en las intenciones del mando federal, sobre todo, cuando el autor de la “Cuarta Transformación”, dice que las escaleras se barren de arriba para abajo.

Por el contrario, enseña que, si los anteriores mandatarios, hacen prevalecer sus designios en la responsabilidad del que les sucede en el mando, seguiremos en el desfiladero, con peligro de derrumbe, cuando no está el horno para bollos. Así las cosas, pudiéramos concluir que, “como el viejo decía; no le pidas peras al olmo”.

El antecedente oculto, más reciente del actual Ejecutivo, estás guardado en el archivo vivo del Poder Judicial del Estado; está en la caja de Pandora, cerrada y flejada por los que hoy manejan la Hacienda Pública y Gobernación de esta administración; elementos de gobierno que debieran formar las dos bases fundamentales de la transparencia y la credibilidad, si es que quisieran recomponer el estado de la cosa pública para sentar las políticas de avance y gobernabilidad, hasta hoy empañadas con la bruma del saqueo impune.

Sabido es que nadie hace equipo con sus enemigos para gobernar; como tampoco con sus hermanos o familiares y menos con dálmatas salpicados con máculas negras. ¿O es que de plano, en esta satrapía, se extinguieron las capacidades y los valores de honestidad?

Señores gobernantes de este sufrido Estado, como solían decir nuestras abuelitas: “pónganse una mano en el corazón; vean en sus paisanos a un hermano jodido, menospreciado, vilipendiado y maltratado por los gobernantes del centro. No se presten a la dictadura, propongan un avance adecuado a nosotros. No dilapiden nuestros recursos, ni lo lleven como ofrenda a los Tlatoanis. Ya somos libertos, adquirimos mayoría de edad; tenemos capacidad de ejercicio, hagan lo que la ley les manda. Absténganse de agarrar lo que no es de ustedes; denle al pueblo lo que es del pueblo y tengan conciencia propia. Obedezcan el Mandato Supremo del pueblo, no al mandato superior de quien les dio el puesto, porque eso de que nuestro voto lo llevó a donde se encuentran, es solo una mascarada de democracia que inventaron los que se han apoderado de la cosa pública”.

¡Ustedes les creen, yo no! Por favor no vayan a replicar códigos de honor o de civismo. Desde hace mucho, en nuestros hogares nos enseñaron: “no le hagas a otro, lo que no quieras que te hagan…si quieres ser respetado, respeta”. ¿Es mucho pedir?…

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