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Pausa / Al Sur con Montalvo

Pausa / Al Sur con Montalvo
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Guillermo Ochoa-Montalvo

Querida Ana Karen, 

Dejaré de escribirte cartas durante un tiempo indefinido. Me brindaré una pausa; abriré un compás de tiempo suficiente para darle un descanso a la prisa, al reloj, a la agenda y a la nada. Desconectaré mi cerebro de los cerebros de las computadoras. Barreré el espacio hasta dejarlo libre de pensamientos inquietantes sin la pretensión de descubrir lo que exista dentro del hoyo negro. Cerraré los ojos a la tormentosa y caótica realidad con el privilegio de crear otras más habitables sin el estridente ruido que todo lo confunde.

Ahora comprendo las palabras de Ingram Bergman diciendo: “Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.”. Por ello, te propongo dibujar pausas en el pentagrama; llenaremos la partitura de fusas, semi-fusas, negras y redondas; dibujaremos rayos indicando ese silencio necesario en el conciertos de nuestrasdistantes vidas, Ana Karen.

A la distancia, escucharemos con atención las voces del silencio observando a las nubes viajar dePoniente a Oriente arrastradas por los vientos de Comitán. Tú las verás pasar en Querétaro de Oriente a Poniente. Abramos corchetes con los ojos cerrados para llenarlos con aquellos escenarios donde la ilusión encendía luces de neón promisorias a la espera de tiempos mejores. 

Desde las alturas, la vista se amplía en medio del silencio y la soledad; es ahí donde nos encontramos con nosotros mismos sin miedos ni incertidumbres vanas; ahí, donde es necesario hacer un recuento de los días vividos; los caminos extraviados; las equivocaciones que son como manuales para rectificar la ruta evitando volvernos a equivocar. 

Seguiré siendo un ermitaño refugiado entre los muros, patios y jardines de esta casa decimonónica a salvo de la muchedumbre ruidosa.

Dejaré las hojas de papel en blanco. No escribiré más cartas durante esta pausa indefinida; es probable que la tinta quede seca en el tintero, el reloj se detenga, las hojas del calendario caigan sin darme cuenta y el escritorio llegue a extrañarme. De eso se trata esta pausa que aprovecharé para despertar sin apuros en compañía de mis chihuahuas; sin prisas, me tenderé en el césped del jardín bajo el Sol de la mañana permitiendo que mi piel recobre el tono cobrizo que alguna vez lució tras algún viaje por las playas de México.

Romperé con las rutinas de una agenda rígida y rigurosa con obligaciones estresantes por cumplir con puntualidad las citas, sabiendo que nadie llega a tiempo. Aspiraré el aroma del café, el aire y las flores; contemplaré la danza de las mariposas y los colibríes; me perderé observando a los peces nadando en circunvoluciones entre los lirios y las flores de loto, ellos, que viven sin apuros.

Comeré cuando sienta hambre, dormiré cuando sienta sueño; leeré los libros pendientes; aquellas obras que se dejan empolvar por falta de tiempo y que nos preguntan curiosas, cuándo entraremos a sus páginas para conversar con sus personajes y viajar por esos lugares extraños, lejanos e incluso, inexistentes pero, que al leerlos los convertimos en realidades palpables. Conversaré con el autor y sus personajes porque ese diálogo es inevitable. Quizá haga algunas pausas entre sus capítulos para escribir otra versión dándole un punto de inflexión a la historia o reinventar un nuevo final.

Ignoro cuántas Lunas Llenas tardará esta pausa. Ya no tengo prisa. Apreciaré los días de lluvia contando cada gota hasta escampar. Disfrutaré al caminar bajo la lluvia sin temor a una gripe o pulmonía, <de algo moriremos>. Me ocuparé en conocer cada hierba, planta, flor y árbol de esta casa decimonónica donde el eco del pasado me hablará con claridad.

Dejaré crecer mi cabello; cortaré mis uñas con parsimonia escuchando el clic del alicate mientras Gala y Duby se las devoran como si se tratase de un  bocatto de cardinale

Durante este tiempo, abandonaré las redes sociales, dejaré de asistir a los grupos de lectura que frecuento; evitaré asistir a las actividades culturales de la ciudad y obviamente, declinaré toda invitación de tipo social; no leeré noticias ni me desgastaré analizando obsesivamente las causas y consecuencias de cada suceso; dejaré de investigar en fuentes confiables.

Haré las tareas cotidianas como la limpieza de la casa, la atención a la cocina, la alimentación de mis chihuahuas; el lavado de ropa y las compras a través de la Internet. De seguro, extrañaré a mis amigas las canasteras quiene también son mis consejeras médicas sabiendo que no recurro a medicamentos de patente. Así, me surten de frutas y hierbas medicinales como el jengibre, ajo y cebolla para preparar un té de inmunidad; o de manzanilla para relajarme y conciliar el buen sueño; y otros tantos más que si no curan, tampoco hacen daño. De esas mujeres, hablaré en otra ocasión porque su humanismo es inagotable. En ocasiones me entregan mercancías confiando que les pagaré en algún momento. Esa confianza me hace recobrar la esperanza en las personas. Trato de compensarlas con charlas entre risas, bromas, hasta sorpresas cuando la charla entra a esos temas que les preocupan. Las escucho y les colaboro en lo que puedo.

Me alejaré del mundo aunque las amistades íntimas a quienes amo y me procuran con cariño, seguirán entrando y saliendo de la casa con sus propias llaves sin aviso previo. Estas personas, quienes forman parte de mi círculo más cercano, me brindan la certeza de no estar solo en el mundo.

Durante esta pausa encontraré el equilibrio entre mi cuerpo, mente, emociones y Espíritu para darme un tiempo de paz y tranquilidad como privilegio de la libertad que encuentro en la soledad. De esta manera, abandonaré la pluma por un tiempo hasta cansarme del descanso; hasta  necesitar la adrenalina del estrés y los apuros de cada día, porque el ocio también se da sus pausas. 

Como sea, agradeceré siempre a Enrique Alfaro su apoyo y comprensión en esta pausa. Charlaré conmigo mismo; buscaré repuestas tantas preguntas que flotan en el aire y sin duda, encontraré en el camino nuevos temas de los cuales escribir al concluir esta pausa. Sé que terminaré reconciliado conmigo mismo como una cuestión de amor. 

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