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Patentar la fórmula / A Estribor

Patentar la fórmula / A Estribor
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Juan Carlos Cal y Mayor
Dice el presidente qué debido al éxito de su gobierno para enfrentar la pandemia y la crisis económica quiere patentar su fórmula. Solo falta que diga que no la tiene ni Obama.  Se expresa como si la Organización Mundial de la Salud le hubiera hecho un reconocimiento o como si los medios de comunicación más importantes del mundo hubiesen destacado la, según él, exitosa gestión de gobierno.
A sus críticos y detractores no les quedaría más remedio que aceptar que después de todo lo supo hacer. Solo que no hay elementos para sostener dicha conjetura. México no ha sido nota mundial como si lo fueron, por ejemplo, el gobierno de Jacinda Armen en Nueva Zelanda o el de Luis Lacalle en Uruguay. Con casi 5 millones de habitantes Nueva Zelanda solo tuvo 22 muertes, Uruguay con 3.5 millones solo 44. La población es pequeña, claro, pero la proporción comparada con México es infinitamente menor. Con 129 millones llevamos 64 mil muertes. Saque usted sus cuentas.
La más difícil prueba que debe enfrentar un jefe de estado es en los momentos de crisis como estos. Después de la tragedia de Hiroshima y Nagasaki, Japón quedó devastada, pero surgió de las cenizas para convertirse en una de las naciones más ricas del mundo. Winston Churchill enfrentó con entereza las horas difíciles tras los despiadados bombardeos alemanes. Sus discursos fueron crudos, realistas y al mismo tiempo emotivos. Supo sembrar esperanza y transmitir fuerza moral a pueblo que al final de la guerra salió victorioso. Después del ataque a Pearl Harbor, Franklin Delano Roosevelt se dirigió al Congreso y al pueblo estadounidense inyectando el coraje necesario para motivar a sus ciudadanos y enfrentar la guerra.
Y eso, disculpe usted, no está sucediendo en México. Tampoco en Brasil ni en los Estados Unidos. Los tres mandatarios actuaron con absoluto desparpajo subestimando el impacto de la pandemia. Las consecuencias están a la vista. Son los tres países con el mayor número de muertos en el continente americano. Mientras que Taiwán con 23.5 millones de habitantes tuvo solo 7, pero distribuyó oportunamente entre su población millones de cubrebocas e incluso fabricó otros tantos para exportar a los demás países. Esos si que son casos de éxito. No hay definitivamente ningún parámetro. Así que el caso de México no esta para presumir, como dice el presidente, ni para decir que tenemos en el peor momento el mejor gobierno.
Según el FMI, México no solo es el país de América Latina con la previsión más negativa sino también una de las cinco naciones en el mundo que se espera tenga un mayor golpe a su economía. “No rescatamos a los bancos ni a los ricos sino a los más pobres” por eso hay que patentar la fórmula, dice el presidente. Y pues no. No hay nada más disparatado ni fuera de la realidad. México no está para andar presumiendo.
Lo que sí sorprende y hay que reconocerlo, es que la caída en la popularidad o aceptación del presidente no sea mayor. Con la Casa Blanca y Ayotzinapa Peña cayó al final de su gobierno hasta un 20% de popularidad. Nada que ver con el desastre de la pandemia, los millones de desempleados, las cifras terribles de la inseguridad y una expectativa de nulo crecimiento que según Banxico, arrastrará México al menos en los próximos años. Aunque ha descendido al menos unos 18 puntos desde el inicio de su gobierno, López Obrador mantiene hoy un aceptable 56%. Ni cómo explicárselo.
Esa si que debería ser registrada como una fórmula digna de patentarse. Le voy a compartir el secreto. Se trata de mágico atole que solo hacemos en México. Pero para que funcione tiene que ser aplicado con el dedo en la boca. Esa una epidemia cuyo nombre científico es el populismo. Su sintomatología genera un estado catatónico en los individuos que se contagian. De incomprensión de la realidad, de falta de discernimiento, de irracionalidad. Genera reacciones de odio hacia quienes no están contagiados. Ataca al sistema democrático que es el único capaz de generar anticuerpos y erradicar ese mal. Hay quizás una sola única oportunidad que puede aplicarse en las elecciones del próximo año. La solución no proviene de ningún laboratorio internacional. Está en nuestras propias manos con solo votar. Usted dirá si se decide…

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