Juan Carlos Cal y Mayor
Sucede que cada vez es mayor la presencia de inmigrantes, particularmente venezolanos, en nuestro país. En nuestras calles y ciudades abundan los trashumantes y sus campamentos, mientras en los aeropuertos las autoridades migratorias deportan a quienes no tienen sus papeles en regla. Por vía aérea es imposible solicitar asilo o permisos para transitar, como sí sucede en las estaciones migratorias, a las que los migrantes llegan por vía terrestre mediante las llamadas caravanas. Ahí está el negocio.
SIMULACRO
Es un simulacro ver a los agentes migratorios en los accesos y retenes de ciudades que son parte de los escollos con los que los tratantes de personas tienen que pactar en esa enorme mafia que controla -más que el Estado- los flujos migratorios. Pero la trata de personas va más allá. Las “damas de compañía” de origen extranjero son parte de un tinglado que orquesta la tramitación documental para internarlas “legalmente” a cambio de jugosos pagos.
GRUPO DE PUEBLA
Venezuela, Cuba, Haití y Nicaragua se han convertido, en las últimas décadas, en los mayores expulsores de migrantes, cuya cifra se cuenta en millones. Huyen de la pobreza por esa farsa que Hugo Chávez bautizó como el socialismo del siglo XXI, para diferenciarlo de los regímenes tiránicos de Stalin o Mao Tse-Tung, que provocaron la muerte de decenas de millones de personas, ya sea por hambre o represión. Es esa autodenominada izquierda progresista, disque benefactora, la que está haciendo metástasis en los países hispanoamericanos y a la que López Obrador y la izquierda radical sesentayochera dentro de Morena se adhirieron en 2019 en el llamado Grupo de Puebla.
CONTUBERNIO
Por ello no es de extrañar nuestro contubernio con los gobiernos de Nicolás Maduro, Evo Morales, Pedro Castillo, Daniel Ortega, Rafael Correa o Gustavo Petro. En casi todos esos casos se ha urdido la trama y asociación criminal con el narcotráfico, cuyos cuantiosos recursos financian campañas y literalmente sostienen en el poder a quienes se subordinan a sus intereses. La actividad criminal –desde el tráfico de drogas hasta los delitos de trata de personas, extorsión, derecho de piso– alimenta gran parte de la economía global y representa, en la actualidad, entre el 8 y el 15% del PIB mundial.
EMPLEADORES
El Financial Times afirma que “Los dos principales cárteles de México dirigen ahora una red de actividades ilegales que se extiende por toda América del Sur, desafiando a los gobiernos”. Sin embargo, la política del gobierno de México ha sido la de los abrazos en vez de balazos, buscando atender las causas, sin que hasta la fecha se haya comprobado que esta estrategia da resultados. Lo que sí es cierto es que el narco es el quinto generador de empleo en México, superando a Walmart, Pemex y Oxxo. Según la revista Science, los cárteles cuentan en la actualidad con entre 160,000 y 185,000 miembros.
PARAÍSO CRIMINAL
México se ha convertido en un paraíso criminal donde las actividades delictivas gozan de cabal salud y operan a plena luz del día. Lo vemos con el huachicol que, al inicio de su gobierno, el presidente Obrador ofreció combatir. Antes era poco común ver las garrafas salvo en ciertos caminos y carreteras menos transitadas; ahora se venden incluso frente a gasolineras, absolutamente al margen de la ley o cualquier tipo de control legal. Se estima que un tercio del consumo de gasolina del país proviene del huachicol ilegal, que deja ganancias por más de 400,000 millones de pesos. Los gasolineros son ya los principales clientes, y Pemex el omiso cómplice, a pesar de la enorme deuda que al 30 de junio de 2024 se estima en 1.83 billones de pesos, lo que equivale a 99.4 mil millones de dólares y se está pagando con dinero de los contribuyentes mexicanos.
CUELLO BLANCO
A pesar de que la UIF (Unidad de Inteligencia Financiera) tiene acceso a todas las cuentas bancarias del país, además de los flujos de dinero, solo se dedica a rastrear a los opositores al gobierno para ponerlos en la picota con la amenaza velada de la prisión preventiva oficiosa. Nada hace contra los criminales de cuello blanco que operan en los grandes centros financieros del país y comen en Polanco portando trajes de Ermenegildo Zegna. El lavado de dinero está a la orden del día, cual paraíso fiscal, y las factureras siguen vivitas y coleando, pero solo facturan al servicio de los consentidos de la mafia del poder.
TODO ES NEGOCIO
En el paraíso de la impunidad, todo es negocio. A los productores y exportadores agrícolas que comercian con los Estados Unidos gracias al T-Mec ya les quitaron sus propiedades y el fruto de los esfuerzos de toda una vida. Ahora operan sus negocios. Lo mismo pasa con los tramos carreteros del arco norte, donde a plena luz del día asaltan una y otra vez transportes con mercancía que luego revenden en un mercado negro cada vez más blanco.
CONTRA LAS PYMES
Mientras endurecen las medidas fiscales para exprimir hasta la saciedad a las Pymes y grandes empresas del país, proliferan los negocios informales, muchos de ellos votantes de la 4T que, además de no pagar impuestos, acceden a la educación y salud públicas gratuitas, además de abarrotar los padrones del bienestar, que también son otro jugoso negocio que ninguna autoridad audita.
CLEPTOCRACIA
El Estado mexicano ha claudicado ante los criminales, que son ahora los grandes mandones del país. Quiere ahora dejar en manos de ese populacho la decisión de elegir jueces para que sirvan a sus intereses. A la nomenclatura morenista no le importa el país. Hoy son parte de una élite cleptocrática que utiliza al pueblo como excusa para satisfacer hasta las más vulgares y al mismo tiempo sofisticadas ambiciones. Son como el asaltante de un banco, sentados en una bóveda y arrojando billetes por la ventana.