Sr. López
Cumplidos todos los trámites previos a una boda: petición formal de mano de la novia (que es lo único que no suele interesarle al novio), establecimiento de fecha de la ceremonia, confección de listas de invitados y su reparto (viacrucis), visita a la parroquia (ni modo que no), selección de templo y sacerdote, en fin, todo lo mucho que se prepara para un enlace matrimonial, la prima Silvita hizo saber a su señor padre, el infame tío Rubén, que en la iglesia la iba a entregar su mamá, tía Celsa, y que él no estaba invitado (tampoco al banquete, se aclara). Y así fue y no lo volvió a ver en su vida. La familia materno-toluqueña entera, estuvo muy de acuerdo y tía Celsaaprovechó para pedirle el divorcio al batracio ese. Y ya.
La Titular del Poder Ejecutivo federal, Jefa de Gobierno y Jefa de Estado, Comandante Suprema de las Fuerzas Armadas (comandante es genérico, no lleva ‘a’, cheque su diccionario), la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, ayer informó oficialmente que el tal Trump no la invitó a la ceremonia el lunes próximo en Washington, en que asume el cargo de Presidente de los EEUU.
En su madrugadora de ayer un imprudente reportero, preguntó -¿Ya la invitó Trump a su investidura?; y respondió: -“No, pero no pasa nada, pues, no pasa nada, estará ahí el embajador de México en Estados Unidos, no hay problema”. ¡Vaya!
El domingo pasado, ya había aclarado nuestro embajador ante los EEUU, Esteban Moctezuma, que en ese país no se acostumbra invitar a jefes de Estado “a esos actos”: “Es lo que se usa aquí, se usa que más que jefes de Estado, se invite a las embajadoras y embajadores”. Menos mal.
Desde antes nuestra Presidenta, había dicho el martes 7 de enero: “Hasta ahora no hemos recibido invitación. Recibió invitación la embajada mexicana en los Estados Unidos como embajada, pero no sabemos si va a haber representantes de jefes de Estado o no”. Luego, el jueves 9 de enero: “En ocasiones anteriores, los presidentes de Estados Unidos no siempre invitaron a jefes de Estado. En este caso, vamos a esperar y si no ocurre, no hay ningún problema. Tengo plena confianza en que tendremos una buena relación con el gobierno del presidente Trump”.
Y don Moctezuma, a las maracas, también dijo: “Si ustedes ven momentos anteriores de las tomas de protesta de los presidentes de Estados Unidos, no siempre invitan a jefes de Estado” (el referido domingo pasado); y el lunes 13 de enero, agregó: “Los jefes de Estado no siempre son convocados a las tomas de protesta de presidentes estadounidenses”.
Y es cierto, dijeron la verdad (asómbrese), no se acostumbra. La lástima es que (otra vez), asesoran mal a la Presidenta. No se necesita de un servicio de espionaje de alta escuela, para conocer los preparativos de la ceremonia del Trump. Un telefonazo era suficiente. O peor todavía, sabiendo cómo va a ser la ceremonia, la engañaron. O pésimo: los dos mintieron.
La realidad es que el gañán Trump, sí (SÍ), invitó a jefes de Estado a su juramentación del cargo.
Están invitados el presidente China, XI Jinping (ya se disculpó, tenía una ropita que planchar); el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu (también se excusó, lo acaban de operar de la próstata… que feo ser una persona importante, de todo se entera el mundo); la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni (sí va, está encantada); el primer ministro de Hungría, Viktor Orban; el presidente de Argentina, Javier Milei; el presidente de El Salvador, Nayib Bukele; el presidente de Ecuador, Daniel Noboa. Ignora su texto servidor si son más los jefes de Estado invitados.
Lo que sí sabe este tecladista, es que el Trump invitó también al expresidente de Brasil Jair Bolsonaro; al presidente del partido francés Reconquista, Éric Zemmour, y su esposa, la eurodiputada Sarah Knafo; al líder del partido británico Reform UK, Nigel Farage; y al líder del partido español Vox, Santiago Abascal.
Para que vayamos entrando en escala sobre qué significa que el Donald Trump, sí invitó a varios jefes de Estado, un exjefe de Estado y líderes políticos, pero no a nuestra Presidenta. Tenga presente que el desaire es de parte de quien a partir del lunes será la cabeza del país más poderoso del mundo y mucho más importante respecto de nuestro risueño país,porque los EEUU son el principal socio comercial de México, país sin el que nuestra economía revienta como pompa de jabón (y donde residen ilegalmente unos cuatro millones de mexicanos). Y doña Sheinbaum haciendo como que no le dolió la intencional descortesía, dice “no pasa nada”.
No, señora, sí pasa. El Trump tiene asesores y allá los asesores, sí asesoran. Piense usted, que están invitados los ejecutivos de El Salvador, Ecuador,Argentina y el expresidente de Brasil (¡el expresidente!), pero no usted, la Presidenta de México. ¿No le dice nada?… ¿le parece buen augurio?… ¿de veras piensa que serán muy buenas las relaciones con el vecino?… que en Palacio vayanpracticando el himno nacional.
El pronóstico de voluntarioso e infundado optimismo de nuestra Presidenta, tiene tinte de propaganda para consumo interno. Nada vaticina nada bueno para México con ese tipo en la Casa Blanca. Ayer informó ‘urbi et orbi’, que el primer día de su gobierno, instalará el Servicio de Ingresos Exteriores para, en sus palabras, “recolectar los aranceles”, y denunció, otra vez, los acuerdos comerciales “injustos y abusivos por parte de otros países”… ahí le hablan, doña Sheinbaum, para que siga de optimista.
Que se pongan muy vivos los que van a negociar el T-MEC el próximo año: el tal Trump, va en serio; agregó ayer: “A través de acuerdos comerciales blandos y patéticamente débiles, la economía estadounidense ha proporcionado crecimiento y prosperidad al mundo (…) es hora de que esto cambie, empezaremos a cobrar a los que nos sacan dinero con el comercio, y empezarán a pagar, POR FIN, su parte justa”.
Señora Sheinbaum, entérese, si el Trump revienta a México, revienta su gobierno. No hay seguidores ni aplaudidores con la panza vacía.