Sr. López
Contaba la abuela Elena, que allá en Autlán a principios del siglo pasado, un tal don Panchón, era el ranchero más rico, el más matón y tremendo para eso de las faldas pues que se supiera, tenía hijos con 17 mujeres. Así, una prima de la abuela, de las guapas de quitar el hipo, dijo a su papá que don Panchón la requebraba, la galanteaba, le decía “cosas” y que le iba a decir que sí, pero casada en la iglesia. Y aquélviejo correoso, dijo: -No, mi’ja, nada de casorio, váyase de su querida, pa’que cuando se aburra y la deje, usté’ se pueda casar con otro -historias de antes(se fue con él, no se quede con la duda).
No es falta de respeto ni ganas de moler pero de veras, que alguien de sus cercanos tenga piedad de doña Sheinbaum, ¡por el amor de Dios!
No se vale que la dejen hacer el ridículo, además de que sí irrita que con sus metidas de pata ponga a México como lazo de cochino. Éramos respetados en el plano internacional. Éramos.
Van dos días seguidos, antier y ayer, que la señora del segundo piso, dice que no hay riesgo de ruptura del T-MEC, refiriéndose a lo que dijo el tipo ese, Trump, de que si le sale del forro de la voluntad (la de él, por supuesto), tira a la basura el tratado actual para ‘arreglarse’ con México por su cuenta (no lo dijo así, dijo: ‘tratado bilateral’… o nada, seguirle con sus aranceles).
Según la señora del bastón de caramelo, el T-MEC no se puede cancelar porque, según ella, es ley. Dijo: “El tema es ley en Canadá, en Estados Unidos y en México, se pasó por los congresos, entonces si quisiera cambiarse tendría que hacerse una revisión muy profunda”. Usted nomás quédese con lo de la “revisión muy profunda” (¡qué pena con las visitas!).
A ver, señito, el T-MEC sí tiene fuerza de ley pero queda hecho papel mojado (en llanto), si uno de sus integrantes nomás lo “denuncia”. “Denunciar” un tratado en derecho internacional, significa retirar elconsentimiento, terminar con el vínculo obligatorio del tratado, abrogarlo, poner fin a su aplicación, es causal suficiente de anulación.
La cosa no es arbitraria, nadie está sujeto al humor del que anden sus socios; está normado por la ‘Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados’, a la que México se adhirió hace 45 años, en 1980, cuando entró en vigor en todo el mundo (no escierto, nomás en 118 países). No es ninguna novedad, señora Sheinbaum.
Esa Convención previene (es de sentido común), que los tratados se puedan terminar (no son bodas por la iglesia), y en su artículo 54, inciso a), dice que un tratado se termina y sus miembros se pueden retirarde él, “conforme a las disposiciones del tratado”, en este caso, las del propio T-MEC (entre otras posibilidades que no vienen al caso). Y eso es lo que andábamos buscando.
Es de no creerse que en Palacio, nadie le pase a la fidelísima idólatra del Señor de Macuspana-Badiraguato, una copia del texto del T-MEC, subrayado con plumón amarillo en el artículo 34.6 (Capítulo 34, Disposiciones Finales), en que está pactada la “denuncia” del tratado, del T-MEC; dice:
“Una Parte podrá denunciar este Tratado mediante la presentación de una notificación por escrito de denuncia a las otras Partes. Una denuncia surtirá efecto seis meses después de que una Parte presente la notificación por escrito a las otras Partes (…)”.
Señora Sheinbaum, de todos los respetos de cuatroteros y similares, si al fétido, infame patán, atrabiliario, gañán e insufrible Trump se le ocurre denunciar el T-MEC… ¡abur!, en seis meses no tenemos nada y la economía nacional se va al voladero.
Esa Convención de Viena explica qué se puede “denunciar” de un tratado… y créalo, México llena todos los requisitos para que el tío Sam, nos bote como querida que lo aburrió. Apenas el viernes 3 pasado, Jamieson Greer, representante de Comercio de EUA, ante el New York Economic Club de Nueva York, declaró: “(…) no tiene mucho sentido hablar de extender el tratado o actualizarlo, cuando México ni siquiera está cumpliendo con partes importantes”.¡Áchis!, no es puntada del Trump.
Por su lado, Craig A. Deare, coronel retirado,especialista en inteligencia, Oficial del ejército en el Área Extranjera en Latinoamérica, profesor decano de Asuntos de Seguridad Internacional de la Universidad de la Defensa Nacional de EUA, entre otras cosas (no es un pelagatos), declaró hace días a La Jornada, que la próxima revisión del T-MEC el año que entra: “No se limitará a asuntos económicos. Vamos hablar de la reforma del sector judicial, de temas electorales democráticos (…) como también de seguridad. Todo eso será parte del paquete”.
Sí, señora Presidenta Sheinbaum, la esperpéntica reforma al Poder Judicial, impuesta por su mentor, faro, guía y luz, “el-mejor-presidente-de-la-historia-de-México”, tiene con los pelos parados al tío Sam porque es una aberración y lo advirtió Ken Salazar siendo embajador en México: “la elección popular de jueces pondría en riesgo la democracia en México y la relación comercial con Estados Unidos, y facilitaría la intromisión del crimen organizado en la justicia”.
Los yanquis (sus gobernantes), son lo que usted quiera, pero no tarugos, no son el primo bobo del norte, son como la rabia y por eso son (todavía), lo que son, el imperio.
La reforma al Poder Judicial, la tienen muy estudiada y para ellos, afecta varios capítulos del T-MEC: los 2, 18, 21 y 22, sobre integración comercial; el 14, sobre el trato equitativo que debe recibir la inversión; el 23, sobre relaciones laborales; el 27, sobre políticas anticorrupción; aparte de que consideran compromete la defensa de los derechos humanos y la calidad de vida; y permite -según ellos, que son muy mal pensados- la injerencia de grupos de interés y de los grupos criminales” (hoy, terroristas, detallito).
Todo se puede esperar de los EUA excepto que hagan algo contra sus intereses. Lo más probable es que sigamos teniendo tratado comercial, con o sin Canadá, pero van a apretar, apretar mucho. Es lo malo de meterse a la cama con un gigante pantagruélico.