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País funerario / La Feria

País funerario / La Feria
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Sr. López

Tía Tita (Carlota), era la campeona familiar en cuidar las apariencias (con poco éxito). Su hijo mayor no reprobaba, no, repetía año para “reafirmar conocimientos”, aunque todos sabíamos que era una piedra; y se voló la barda cuando dijo que Tita Chica, su hija menor -cuando ya no era tan menor-, por una “indisposición en el abdomen”, estaba en tratamiento médico “temporal”; sí, temporal, de nueve meses y sí, del abdomen, concretamente en el útero. Y la tía se quedaba tan campante (fue niño, por no dejarlo a usted con la duda).

Más o menos todos sabemos que el domingo pasado descarriló el Tren Interoceánico, allá por los rumbos de Oaxaca. Trece muertos, 98 heridos, cinco de ellos, graves. Tragedia, otra. Tristeza, otra vez.

No se sabe aún qué causó esto y no se vale adelantar juicios, por más que haya sospecha fundada en auditorías oficiales (de la Auditoría Superior de la Federación), de que hubo irregularidades en su construcción, aunque, seamos precavidos, no necesariamente provocaron el descarrilamiento. Ya se sabrá… o no, que el director general de la construcción de ese tren es el actual Secretario de Marina. En fin.

Pasó lo que pasó a las 9:28 horas del domingo (dice la autoridad, con esa su precisión a la que nos tienen acostumbrados). La Secretaría de Marina emitió un primer informe a las 11:01 horas, en el que dijo:

“El Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec informa que se registró un evento ferroviario a la altura de Nizanda, Oaxaca, sobre la Línea Z, en el que viajaban 9 integrantes de la tripulación y 241 personas pasajeras (…). En dicho evento se presentó el descarrilamiento de la máquina principal. (…) Desde el primer momento, se brinda atención inmediata a las personas usuarias (…)”.

En su segundo informe, horas después (el 104/2025), la Secretaría de Marina, indicó: “(…) hoy se registró un accidente ferroviario a la altura de Nizanda, Oaxaca (…) Hasta el momento se contabilizan 20 personas lesionadas (…). Desde el primer momento, se brinda atención inmediata a las personas usuarias (…)”.

Hubo después, un tercer informe de la Secretaría de Marina (105/2025), ese mismo día de los hechos: “(…) en alcance al comunicado 104 del día de hoy (…) 139 personas se encuentran fuera de peligro, 98 lesionadas, de las cuales 36 se encuentran recibiendo atención médica hospitalaria y el resto se encuentran sin lesiones de gravedad, y lamentablemente 13 personas perdieron la vida”.

¡Ah, no, eso sí que no!, en su primer informe, la Secretaría de Marina, anunció que “desde el primer momento”, se atendía a las “personas usuarias” (pues claro que personas, el ganado no es usuario), y en el segundo, que había 20 lesionados, reiterando que se les atendía “desde el “primer momento”, o sea, si los atendieron “desde el primer momento”, está de pensarse que “desde el primer momento”, no se hayan dado cuenta de que había más de una decena muertos y casi cien lesionados.

Sin tener que estudiar lógica formal ni lógica material, se concluye que esos dos primeros informes fueron puro cuento, para aparentar que están a las vivas, en lo suyo. Si hubieran ido desde el “primer momento”, desde el “primer momento”, hubieran sabido que la cosa era gravísima, no de “20 lesionados”. Luego, en su tercer informe ya dijeron de qué tamaño es esta tragedia.

Pero al menos para este su texto servidor, es aún más inaceptable que hayan dejado de referirse al accidente como “evento”. Todo tiene límites.

Mire usted, originalmente la palabra “evento” se refería a lo eventual, al hecho imprevisto, que aplica con precisión a la palabra “accidente”. Después de muchos retobos, la Academia de la Lengua, aceptó otra acepción, por el uso generalizado: “Suceso importante y programado, de índole social, académica, artística o deportiva”.

Por eso nuestras autoridades usan “evento” cuando pasa algo muy gordo, para adelgazarlo, para que no suene a desgracia. No es lo mismo decir “se registró un evento ferroviario”, a decir se nos cayó el tren a un barranco. “Evento” suena menos feo.

Y este irredimible junta palabras, protesta. Que sigan usando “evento” para referirse a accidentes y tragedias, porque nosotros los gallardos integrantes del peladaje nacional, tenemos muy presentes algunos “eventos”, como cuando en 2005 el entonces Pejeremías libró el desafuero; y otro “evento”, cuando el mismo ya como Pejecutivo, asumió la presidencia de la república.

Otros “eventos” en su acepción de tragedia, todos de la autoría del hoy Pejestorio, fueron la cancelación del aeropuerto de Texcoco; la desaparición de los fideicomisos, el Seguro Popular y los órganos autónomos; el desabasto de medicamentos; la imposición de la estrategia de abrazos a los del crimen organizado; el manejo politizado de la pandemia del Covid 19, con sus 300 mil muertes evitables; la devastación de la selva yucateca para construir el trenecito Maya; el caso Segalmex; los más de 120 mil desaparecidos, los 200 mil homicidios y tantos más.

Pero “eventos” si los hay, fueron la bufonada esa de la encuesta para elegir a la corcholata designada como candidata a la presidencia de la república; la anulación del Poder Judicial y la deformación del amparo (rima con transformación), eliminando sus efectos generales; cancelando el interés legítimo de colectivos y organizaciones que defienden derechos comunes, poniendo como condición para pedir el amparo, que el daño sea real, personal y directo; y dota al gobierno de la posibilidad de negar o modificar suspensiones, por “interés social o interés público”, lo que deja al tenochca simplex a su suerte. Punto.

De regreso al “evento” del tren. La Presidenta ya fue a visitar heridos. Bien. Anunció 30 mil pesos a cada familia (no a cada herido), y que “se les está dando apoyo funerario”. Menos mal.

Pero ni así gana el gobierno apariencia de humanismo, ni mexicano ni de otra nacionalidad. Ya llegará la historia poner a cada quien en su sitio. Son demasiados muertos, el cuatroterismo ha hecho de México un país funerario.

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