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¡Órale! / La Feria

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Sr. López

Ya cuarentón, este menda escuchó una trepidante confidencia de su primo Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda, quien le contó la pena más grande que había pasado en su agitada y ya lejana juventud. Dejando sin mención detalles que no vienen al caso, el asunto fue con una tía política (cuyo nombre se omite por razones que usted comprende), viuda de un hermano del sufrido papá de Pepe; señora muy decente de espectacular anatomía (es-pec-ta-cu-lar), a la que el barbaján Pepe, cayendo el muerto, empezó a cortejar con las peores intenciones (las mejores, según se vea), y tanta lata dio que una tarde en que volvió a presentarse sin previo aviso en el domicilio de la estupenda viuda, esta, ya muy contrariada, lo hizo subir a su recámara y en un santiamén se desnudó, se paró frente a él, abierta de piernas, los brazos en jarras y le gritó (no es cita textual): -¡Ya!… ¡date tu gusto y déjame en paz!… ¡ándale! –y el salaz Pepe, congestionadas las pupilas, quedó como estatua de sal… y se retiró, evitando ya por siempre incomodar a la tía viuda. Explicó Pepe a este López que fue tanto lo que quiso hacer y tanta la geografía por explorar, que no supo por dónde comenzar y quedó congelado: -Me acabó, manito, me acabó -decía todavía avergonzado por el ridículo que hizo. Merecido (… pero la tía, ¡qué tía!)

Honestamente, sin que le diga a nadie, sea usted conservador, fifí, privilegiado, o intelectual de altos vuelos de la mejor izquierda, apasionado por las causas populares, defensor de todo lo que se oponga a lo que se oponga, chairo o devoto adorador sincero de nuestro Presidente, sea lo que sea y esté en la situación que esté, responda con sinceridad, la siguiente pregunta:

 

¿Cuál es el proyecto de país del actual gobierno federal?

 

En plan de ayudarlo (sin ofender), ni se le ocurra decir que el proyecto nacional es acabar con la corrupción, porque es como decir que el proyecto de una pareja de enamorados que van a contraer nupcias, es no ponerse los cuernos. Que no haya corrupción es deseable en cualquier tipo de gobierno y en cualquier proyecto nacional, se trate de una monarquía, una dictadura o una refulgente democracia, en cualquiera puede haber corrupción y no debe haberla.

 

Se repite: ¿cuál es el proyecto de nación actual?… fíjese: no se le pregunta cuáles son los problemas nacionales, eso es otro cantar. Por el momento y si para ello no tiene inconveniente, ¿podría decirse a usted mismo si vamos para Acapulco o rumbo a Veracruz?, si a la derecha o a la izquierda, si vamos a algún lado, digo, porque también pudiera ser que todo sea apariencia y se esté manteniendo todo como estaba, pareciendo que no, que se han hecho grandes cambios, determinantes y beneficiosos para el futuro del país (vender un avión, no alojarse en la residencia oficial, cerrar una obra -por grandota que sea-, desemplear harto funcionario, corretear ladrones de combustible, no son acciones que determinan el rumbo del país, no indican qué estamos construyendo).

 

Usted respóndase. No se lo cuente ni a quien más confianza tenga: ¿cuál es el proyecto de país que tenemos, qué se supone que está construyendo nuestro actual gobierno federal?

 

Su texto servidor pide disculpas y -con la pena-, confiesa estar desconcertado:

 

En lo económico, parece que en esta administración federal, se mantiene el rumbo predeterminado y conocido por todos, el neoliberal, global-mercantilista, que concreta aspiraciones largamente acariciadas por los capitalistas más correosos, disfrazados de generosos y hasta caritativos inversionistas urgidos de crear fuentes de empleo (¡sí, cómo no!).

 

En lo tocante a política social, aparte de cambiarle nombre a la secretaria del ramo (ahora es Secretaría de Bienestar, antes se llamaba, Secretaría de Desarrollo Social), no se observan síntomas que señalen el nacimiento de un nuevo proyecto, por más que se administren de otra manera los recursos destinados (según el artículo 32 de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal), al “combate efectivo a la pobreza, la atención específica a las necesidades de los sectores sociales más desprotegidos, en especial de los pobladores de las zonas áridas de las áreas rurales, así como de los colonos y marginados de las áreas urbanas; y la atención preponderante a los derechos de la niñez, de la juventud, de los adultos mayores, de los pueblos indígenas y de las personas con discapacidad”; todo lo cual suena muy bonito y todo lo cual sabemos no se ha logrado, por más toneladas de dinero que se han gastado (bien, mal o regular). ¿Hay un nuevo proyecto… cuál es?

 

En lo relativo a la educación pública (nomás no lo ande diciendo), la verdad es que se está retocando el proyecto heredado, mejorándolo tal vez (¡seguramente!, no abramos espacio al pesimismo), pero no hay indicios de que las cosas vayan a cambiar en lo esencial (aunque sí se funden cien universidades… por cierto, ¿por qué cien?, por qué no 97 o algún múltiplo del número de estados… cien, así nomás).

 

En seguridad pública: cero cambios. Cero.

 

En Salud, cero cambios también: cero.

 

Otra advertencia: en el caso de nuestra risueña patria, no vale responder que el proyecto de nación está explícitamente descrito en la Constitución… no, señor, que en México, la Constitución es de plastilina y cada Presidente la acomoda a su gusto y preferencia, con la alegre complicidad, perdón, colaboración de la mayoría legislativa que logre obtener.

 

El proyecto existe, claro, y lo conocen unos pocos, muy pocos… y no les va a salir la repuesta en escena de 1929. No van a conseguir instalar un nuevo partido hegemónico. Aunque parezca chiste: México es mucho país y hay puños de gente que ya se organiza. El Sur puede dar sorpresas… va a dar sorpresas.

 

Lo cierto es que quienes nunca creyeron alcanzar el poder, todavía no digieren haberlo obtenido y están en plan beligerante disimulando que tienen, como el avergonzado Pepe,  un ataque de pánico, ahora que La Patria, despojada de su casta túnica, les dijo: -¡Órale!

 

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