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Oposición: 2024, tarea imposible / De Primera Mano

Oposición: 2024, tarea imposible / De Primera Mano
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RODULFO REYES

No se necesita ser ducho en prospectiva para vislumbrar demasiado complicado que en 2024 la oposición logre quitarle el poder a Morena: son minúsculas las posibilidades de que un adversario del gobierno crezca en tres años, pues los antagonistas no solo carecen de figuras, sino también de estructuras partidistas.

¿Por qué no se percibe hoy a un político que pueda cambiar el rumbo de la historia o, más bien, cortar con la intención transexenal del actual régimen de gobernar 18 años al hilo?

A saber, de los políticos que ya levantaron la mano para el 24, el más conocido es el experredista Gerardo Gaudiano Rovirosa. No hay otro.

Los movimientos anticipados de los expriístas Oscar Cantón Zetina y Jesús Alí de la Torre no pueden ser tomados en cuenta: si bien forman parte del gobierno, podrían defeccionar a finales de sexenio si no los nominan, y volverán a hacer un papel insignificante, como en el pasado reciente, desde la trinchera donde “compitan”.

Gaudiano forma parte de un proyecto en el que aparecen políticos del viejo régimen como el tabasqueño Pedro Jiménez León, y en el que confluyen intereses nacionales como los del veracruzano Dante Delgado para contrarrestar a López Obrador en su tierra, una misión suicida como improbable.

El nieto del exgobernador Leandro Rovirosa Wade no tiene posibilidades de crecer por la razón de que carga encima la “maldición” de los expresidentes municipales de la capital a quienes la ciudadanía obliga a jubilarse cuando han abandonado el cargo.

Al igual que Jesús Alí un año antes de concluir su gestión para ser candidato del PRI a la gubernatura en 2012, Gaudiano se separó de la comuna para ser abanderado del PRD en 2018.

Ambos perdieron la elección porque, entre otras cosas, los electores de Centro los repudiaron.

Más allá de si hicieron un mal o buen trabajo en el ayuntamiento, el rechazo a los exalcaldes que apetecen Plaza de Armas parece ser automático.

El caso de Alí lo ilustra mejor: en 2012 le dieron la paliza electoral de su vida porque los habitantes del territorio de la capital sufragaron en su contra.

Seis años después el expriísta volvió a sentir el frío desprecio de sus conciudadanos de Centro: como aspirante “independiente” a la Quinta Grijalva alcanzó en todo el estado ¡el 1 por ciento de los votos!

En la capital, pues, le dieron la espalda de manera tal que no queda duda de que hay una suerte de conjuro contra los políticos que no terminan su trienio.

Gaudiano perdió en 2018, ciertamente, porque la ola del lopezobradorismo inundó a todo lo que se puso enfrente.

Pero en las elecciones intermedias de junio pasado el experredista prácticamente hizo campaña sin pena ni gloria por un allegado suyo que compitió por una diputación federal por Movimiento Ciudadano, su nueva casa.

Y si en las proyecciones del exedil aparece el cálculo de que en 2024 los habitantes de Centro ya olvidaron su participación en las elecciones de 2018, debe recordar que Alí volvió a competir seis años después con un resultado aún más desastroso.

Alí hizo el ridículo un período después como abanderado “independiente”.

En ese espejo debe verse Gaudiano: aunque el instituto de Dante Delgado tiene alguna fuerza regional, sobre todo en Jalisco, donde es gobierno, en Tabasco no hay condiciones para el crecimiento de un partido cuyo objetivo sea combatir al López Obrador.

Por eso el excandidato debe ir pensando en afianzar otra posición por la vía de la representación proporcional.

Solo para eso le alcanza.

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