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Olivia Bonifaz en el nuevo amanecer de los mayas / Al Sur con Montalvo

Olivia Bonifaz en el nuevo amanecer de los mayas / Al Sur con Montalvo
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Guillermo Ochoa-Montalvo

Querida Ana Karen, 

Olivia Bonifaz volvió a sorprendernos gratamente al presentar el libro de NATALICIO HERNÁNDEZ XOCOYOTZIN, justamente, el mismo día en que lo condecoraban en El Congreso con la Medalla al Mérito “Rosario Castellanos” en honor a su larga trayectoria como defensor de las lenguas indígenas, como poeta y por sus aportaciones a la historia, antropología y la crónica de las comunidades indígenas desde su obra literaria y la fundación de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas, La Casa de los Escritores en Lenguas Indígenas y la Alianza Nacional de Profesionales Indígenas Bilingües.

El autor ausente estuvo presente a través de una videograbación para recordarnos la importancia de preservar la palabra de los pueblos originales de Chiapas y de todas la nación. El autor, oriundo Naranjos, Veracruz es hablante de la lengua náhuatl.

En esta ocasión, no deseo reseñar la reseña que Olivia Bonifaz realizó el libro EL NUEVO AMANECER DE LOS MAYAS porque sería mancillar su texto. Por ese motivo, le solicité permiso para reproducirlo tal como fue escrito; a lo cual, la comentarista accedió generosamente. Sus palabras durante la presentación del libro en el Centro Cultural “Rosario Castellanos” son estas:

“El nuevo amanecer de los mayas “ La poesía me salvó la vida” dice Natalio Hernández . “Si México no divulga el aprendizaje de las lenguas indígenas entre la población mestiza, se corre el riesgo de tener una nación desarraigada”. 

Cuando empecé a leer el libro del escritor Natalio Hernández, el nuevo amanecer de los mayas, creí firmemente que fue asignado por nuestros antepasados a narrar, a contar, a rememorar nuestro origen muchas veces olvidado y a recordarnos que somos un pueblo con una identidad propia que debemos inmortalizar como el fuego, el agua o el viento. 

Con sensibilidad y pasión nos habla de la fuerte relación entre los pueblos originarios con la naturaleza, porque dice, la madre tierra nos sustenta, nos alimenta y nos recibe en su seno cuando morimos. 

Creció con los rezos de su madre que en náhuatl le decía “Necesitas respetar todo lo que existe en la tierra porque la tierra es nuestra madre. “El maíz por ejemplo es sagrado y se le debe tratar con respeto, si se le trata descuidada e irrespetuosamente el aspecto tangible de su yo puede encolerizarse y guardar resentimiento”. 

Tierra bendecida por esconder el grano de maíz bajo su piel, padre de todos los orígenes, sustento de nuestras familias. La relación de Hernández con Chiapas ha sido estrecha desde hace muchos años y conoce perfectamente todas las arterias que bombean el corazón de nuestro estado. 

Nos habla de la geografía multicolor, esta tierra líquida de lagos, de ríos que nos van contando historias a su paso. De los textiles de nuestras hermanas tzeltales , tzotziles o tojolabales con manos privilegiadas que bordan al ritmo de los hilos figuras geométricas , plantas, animales, historias. En algunas comunidades nos cuenta, que en las ceremonias se solicita a los santos destreza en el manejo y diseño de este arte, telar de cintura de origen prehispánico que con las manos diestras y el corazón alegre se tejen hilos, pero también la identidad y el orgullo. 

La música también es un arte importante en las festividades y rituales de los pueblos, pueblos danzantes que al son de la marimba, del violín y del tambor retornan con sus notas a la selva en un abecedario musical a revivir nuestro origen. Y que decir de la literatura indígena, las lenguas están amenazadas, pero el renacimiento de la literatura en lenguas originarias son armas poderosas para preservarlas. 

Así, en su libro menciona a Enrique Pérez López escritor tzotzil que dice, “la palabra florida de los viejos da fuerza a las nuevas palabras florecidas de los jóvenes. Las lenguas vuelven entonces a crecer, reverdecen, florecen y dan frutos como las plantas cuando se les cuida, protege y cultiva. 

Durante la lectura del libro, el nuevo amanecer de los mayas, nos acompañan imágenes de ceibas, ese árbol sagrado que es la representación del presente, pero también con unas raíces fuertes que sostienen siglos de nuestra historia. 

¿En qué momento perdimos la conexión con la naturaleza? ¿En qué momento el ave de las 400 voces retornó a las montañas asediado por la civilización? ¿En qué momento dejamos de agradecer y de cuidar a la madre tierra? 

Hernández nos hace referencia a una metáfora: El espejo de la diversidad, tomar el espejo y reconocernos a nosotros mismos, quienes somos, de dónde venimos, a dónde vamos. Ese espejo que a veces se empaña con nuestra soberbia, con el eurocentrismo , con el destierro de nuestras raíces, con el desprecio a nuestros hermanos de los pueblos originarios. Nos hace referencia varias veces y lo hace con cariño a su maestro, el historiador y escritor Miguel León Portilla, quien en el año 2001 obtiene el premio Bartolomé de las Casas, mismo que dona el importe económico para dos proyectos educativos comunitarios en Chiapas -Abejas de Acteal Pimienta / Unión de Maestros de la Nueva Educación en México. 

Juntos van a la comunidad de Acteal , donde el recuerdo perdura seguramente aún, cuando un grupo de mujeres y niños los recibe con la canción bienvenidos en su lengua materna, el tzotzil. Gran esperanza para un pueblo sumido en el dolor. ¿Por qué no devolverles un poquito de lo que nos han dado? Por mi parte doy mi agradecimiento a usted con letras mayúsculas, por hacerme volver a mi origen, por remover mi conciencia y por hacerme retornar a mi origen, con respeto, con dignidad, por nuestra cosmovisión única que nos da identidad y orgullo, y como bien dice, que canten las 400 voces, que se vean todos los rostros, todos los colores , todas las lenguas. Nuestra diversidad orgullosamente. 

Porque el nuevo amanecer maya, tiene el horizonte preparado para seguir escribiendo su historia. 

Gracias de nuevo Olivia Bonifaz.

Para finalizar el evento, alguien del público preguntó si el mensaje del libro era esperanzador o todo lo contrario. Olivia respondió categóricamente: es la esperanza de su un pueblo que trabaja en el rescate de sus lenguas, costumbres y cultura, todo ello, como una cuestión de amor.

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