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Observando y sugiriendo

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POR: SHEILA GARZA

De pronto la ciudad capital se convirtió en una noticia que creó conflicto y caos, la información circulaba en segundos, parecía que había sucedido algo sin precedente. Eran malas noticias, pero muy malas, de esas que sorprenden, que duelen, que espantan, que asombran, que preocupan, que entristecen, que molestan, que encabronan y que ponen de cabeza a toda la gente: desde las amas de casa, los empleados de negocios, los servidores de una oficina de gobierno, los colegas periodistas y hasta la propia autoridad encargada de la impartición de la justicia o de la seguridad de todos.

El trend topic por supuesto era la balacera en Tuxtla, la persecución armada, los muertos tirados en la calle, la mujer fallecida. Entre teorías, desinformación, búsqueda de datos o simple chisme natural. La gente se convirtió en detective de los hechos, las personas afirmaban, compartían y difundían supuestos, juzgaban o criticaban a las autoridades, o le cargaban la responsabilidad a tal o cual funcionario.

La disputa entre cárteles de la droga, el pleito por las plazas de la delincuencia organizada, conflictos familiares, problemas entre líderes de organizaciones, riña por tierras, entre otras teorías más salieron a relucir. Incluso presunciones de las personas involucradas y supuestamente reconocidas heridas o fallecidas, desde un futbolista, hasta una reina de belleza, el hijo de un líder, o los colombianos.

Nadie tendrá la certeza de las cosas, ni las respuestas a tantas preguntas sobre el por qué se suscitó una balacera de tal magnitud en varios puntos de la ciudad, el cómo pudo darse esto, el cuándo la ciudad se convirtió en lo que ayer pasó, en el hasta dónde ha llegado el tema de la inseguridad, o si seguirán este tipo de acontecimientos tan lamentables.

Lo único seguro es que por tratarse de un acto delictivo que involucró armas de fuego de alto poder, el caso ya debe remitirse a una autoridad federal, en coordinación y total cooperación de las autoridades de las órdenes de gobierno municipal y estatal.

Chiapas está ubicado en una zona estratégica, donde estar a un lado de la frontera con otro país conlleva riesgos y ofrece oportunidades para hacer y deshacer al antojo de muchos que se aprovechan de la opacidad de la autoridad, de la necesidad de un estado pobre, de la inestabilidad social, de la ineficiente educación que sólo rezaga y no permite un mejor progreso: la delincuencia organizada trafica con drogas, con armas, con personas, con dineros.

Sabido es también que hay familias cuyos negocios de consultorías, mejor conocidas como outsourcing, administran o manejan recursos de dudosa procedencia y cuyo motivo bien podría ser también una línea de investigación. ¡vaya a Usted a saber que chingados originó la jornada sangrienta de ayer!

Hoy en día, ya no es un secreto para nadie ver a familias que se jactan de riquezas porque viven en mansiones lujosas, hacen viajes carísimos, tienen personas de seguridad cuidándolos, circulan en vehículos con alto valor comercial pero ante esto nadie dice nada, ni el vecino, ni la amistad, ni la autoridad. Por el contrario, nos deslumbra ver tanto y hasta se desea estar en tales posiciones privilegiadas. Pero y luego…cómo surgen todos esos recursos que les permiten darse esa vida llena de opulencia frente a nuestras narices. Y no estoy juzgando a quien recibió la herencia, se ganó la lotería (ocasional y poco probable), trabaja su propia empresa y tiene ganancias bien habidas, o ahorró toda su vida (que pudiera ser el caso).

Como sociedad nos estamos moviendo al borde de una vida compleja, donde los valores giran en función del dinero y del poder que se ostenta, dejando de lado el factor de humanidad para darle prioridad a tanta superficialidad que “nos exige” entrarle a lo que sea para pertenecer y ser aceptado.

Prefiero mil veces recordar la vida de antes, a los niños jugando en las calles, a los vecinos tratándose como familias y cuidándose entre ellos de la gente de la que sospechaban o no era del rumbo, el concepto de comunidad donde entre todos se trabajaba para mantener limpia y bonita su calle.
Ojalá la pesadilla de ayer para muchos sea un hecho aislado y no forme parte de una cotidianeidad en la que no tengamos más remedio que ser terceros sufriendo daño colateral.

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