Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen,
Al leer el Suplemento del Diario Al Faro, recordé un encuentro fortuito que dio paso a una charla con NINA SALGUERO con quien charlé en una cafetería de Tuxpan, Veracruz hace 17 años. Nina me sintetiza sus proyectos periodísticos, cibernéticos y su entrañable apego a la poesía y la literatura, pero en aquella ocasión, a unos días de haberse conmemorado el 52 aniversario del desembarco del GRANMA EN PLAYA COLORADA, me intereso en conocer la experiencia que vivió entre 1990 y 1994 siendocoordinadora del MUSEO DE LA REVOLUCIÓN CUBANA en Tuxpan.
Nina, discípula de Arturo Loma Reyes, ex obispo de Tehuantepec y de Don Samuel Ruiz García, ambos de la teología de la liberación; alumna de escuelas de monjas; asidua lectora de autores rusos y de la Biblia, se define como rebelde, Cheísta, guadalupana, simpatizante dude la Socialdemocracia; amante de la izquierda, chingativa para la derecha. Nina es una mujer que ha mordido el polvo y disfrutado el encanto de salir airosa de sus luchas personales y profesionales; es una de esas mujeres valientes cuyo lema podría ser: lo pienso, lo digo y lo escribo porque de nada sirve el pensamiento cuando no existe el valor de expresarlo. Y ella lo hace desde su firma, de cara a la crítica y sin esconderse bajo la cobarde comodidad de un seudónimo cuando éste se usa en contra de todo y a favor de nada.
—Háblame de la dedicatoria que te brindó el hijo del Che Guevara, -le pido.
—Te explico. En 1996, estando encargada del Museo, tuve la oportunidad de participar en el Proyecto Tux-Co (Tuxpan-Colorada), para conmemorar los 40 años del trayecto del Granma de Tuxpan a Playa Las Coloradas. A bordo del Yate Ulises, se recreó la expedición de Ernesto Guevara Lynch y Fidel Alejandro Castro Ruz, quienes parten del Río Tuxpan para desembarcar el 2 de diciembre de 1956 en la playa Las Coloradas, al sur de la región oriental de Cuba, para reiniciar la lucha armada, esta vez, como guerrilleros en las montañas de la Sierra Maestra. Durante 8 días conviví con Ernesto y Celia Guevara March, hijos del Che; y con Alejandro y Antonio Castro, los hijos más pequeños de Fidel Castro.
—Ese maridaje con el Museo ocupaba mi tiempo, pensamiento, y me tenía enloquecida por ese episodio de la historia cubana tan relacionada con México y con la historia de Tuxpan. Esa cercanía me motivó a realizar un trabajo multimedia que titulé SAN ERNESTO DE LA HIGUERA o San Ernesto de la Izquierda porque navegando por la Internet, me entero que en Bolivia se le invoca rezando: “Almita de San Chesito, hazme este milagrito” y a partir de entonces, fundó la Orden de las Monjas religiosas y seguidoras del Che, -me dice orgullosamente Nina en son de broma.
—En este video de San Ernesto de la Izquierda incluí la dedicatoria que Ernesto Guevara March me brindó, que a la letra dice: “para quien no tiene que explicar el parentesco contigo; gracias por salvar la historia, la de los tuyos y la de los míos. Tu hermano Ernesto Guevara March.
Nina sorbe un poco de vino, su mirada al pasado es una pausa.
—Ese parentesco, me dice Nina, habla del concepto del Che Guevara al afirmar que “todo aquel que comparte mi pensamiento y quiere ser un hombre nuevo, es mi familia”. Eso lo comprendí al conocer a los expedicionarios como Enrique Cámara Pérez o el Timonel Collado a quien le digo cariñosamente padrino; al haber visitado el Museo de la Revolución y sentir la esencia de una revolución social permanentemente atacada por el imperialismo.
—Lo más jocoso de aquel viaje sucede cuando al bajar del yate Ulises, me visten de verde olivo y me dan una bandera con la consigna de no tirarla, y yo, sin saber nadar. Entonces, me dije para mis adentros, pues aquí Patria o Muerte, como dicen los cubanos, y llego porque llego aunque sea asida al cable amarillo que me habían indicado. Para esto, debo aclararte, que durante los ochos días que duró el viaje en el yate, comíamos hasta seis veces al día y la camisa ya no me cerraba; entonces llegué como la “chiquitibun” y siento que alguien me tiende la mano en medio de ese amanecer caribeño. Extasiada en esa aurora inolvidable, le doy la mano sin saber quién era, y se me rompen los botones dejando mis encantos al aire. Me encuentro asida a la mano de Juan Almeida, Segundo Comandante de la revolución en una escena realmente jocosa. La convivencia con Alejandro, Antonio, Ernesto, Camilo y Celia fue inolvidable.
Nina se lamenta que el museo se encuentre relegado, donde apenas cada viernes recobra vida con actividades de escasa difusión; porque este museo representa la llama votiva de una revolución que parte del mediodía del Siglo XX y tiene una importancia suprema para el pueblo de Tuxpan, para Veracruz, para México y Cuba, que no ha sido valorada. —Nina, ¿Cuándo nace el museo?, le pregunto.
—No lo tengo claro, pero se fortalece en los años 70 con la visita de Don Alberto Arango quien fuese alcalde de Tuxpan. El patronato que trató de conformarse hace 10 años se malogró al estar tan estigmatizada la izquierda en Tuxpan. Ser socialista no es ningún pecado como no lo es simpatizar con las ideas de izquierda o derecha, yo creo que el hombre debe caminar hacia ese Hombre Nuevo del que habla el Che Guevara en donde la solidaridad internacional y la subsidiaridad predomine entre los humanos más allá de izquierdas o derechas.
—¿Vivió Fidel o el Che en esta finca de Santiago de la Peña donde se ubica el museo?, -le pregunto.
—No. La finca La Gloria, fue empleada como campo de entrenamiento en vísperas de abordar el Granma, con capacidad para 26 tripulantes que condujo a 82 hombres, más otros dos cubanos que la historia no reconoce.
Nina podría hablar días enteros de cualquier tema, pero insisto en preguntarle sobre su percepción acerca del Che. Y con esa claridad de la historia, que no es fanatismo, me responde.
—Nina, Fidel fue el corazón de la Revolución cubana en tanto el Che, fue el estratega y espíritu mismo de la guerrilla. En ese tiempo el Che estaba inquieto. Sus viajes en motocicleta por Latinoamérica le hacen conocer de cerca la extrema pobreza, la injusticia social, la explotación y el hambre que lo conducen a unirse al movimiento de Fidel Castro. El Che asume su función como un idealista cuando estalla en el puerto habanero el buque francés La Coubre, cargado de municiones. Háblame de eso.
—Esa explosión mata a muchos inocentes; ese atentado del capitalismo y la CIA hacia el pueblo cubano y hacia la seguridad de la Isla cambian la historia del Che. La famosa fotografía de Ernesto Che Guevara que capturó Alberto Korda, cuando el Che miraba el cortejo fúnebre de las víctimas el 5 de marzo de 1960, retrata el gesto de dolor, indignación y esperanza que da inicio a la Chevolución.
Ese primer plano que congeló la expresión del Che en la cámara de Korda, sigue dando de comer a Cuba porque es la figura del Che quien nutre a los cubanos y a los latinoamericanos. De ese sangriento episodio, nace el Che Guevara, que le escribe a su madre diciendo: “Ahora sí comprendo lo que estoy haciendo”. El 31 de marzo de 1965 se reúne con Fidel para renunciar al Ministerio de Industria con el propósito de combatir en el Congo; ese hombre que anticipa su testamento escribiendo: “Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la revolución cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo, que ya es mío. No dejo a mis hijos y a mi mujer nada material y no me apena, me alegro que así sea. Que no pido nada para ellos, pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y educarse”.
Sin disimular su emoción como “hija adoptiva del Che”, Nina explica: —Dejar familia, dejar hijos, dejar todo pareciera cruel e inexplicable para alguien que ama a su familia, pero para el Che, su familia y sus descendientes somos todos; es la humanidad, es el niño que nace en estos instantes y el que está por nacer en 10 años. Che transforma la humanidad en una esperanza.
El entusiasmo de Nina no es moda pasajera ni calentura de juventud; es identidad y cultura. Hija de padres socialistas. Su padre escribió: “Judío, masón y socialista, que Dios te asista”. —Háblame de tu bisabuelo Ramón María Núñez que fue periodista, escritor y gobernador interino de Veracruz-, un héroe en Tampico.
—Resulta que mi bisabuelo escribía poemas cuando llega al Puerto de Tampico un barco muy averiado que transportaban esclavos negros. Al darse cuenta de los esclavos que viajaban a bordo, mi bisabuelo encara al dueño del barco y lo invita a bajar sus esclavos a tierra. El francés accede. Mi bisabuelo acude por la autoridad quien declara libres a todos los esclavos por el sólo hecho de pisar tierra mexicana.
—Cuando los invasores franceses llegan a Ozuluama. Mamá Nina, decide no salir del pueblo para enfrentar a los franceses. Cuando la detectan los franceses, se resiste a confesar en donde se encuentra su familia; así que la sacan a la plaza, la desnudan y le dan de latigazos, toda una afrenta para una anciana. Parecía que eso haría capitular a la guerrilla. Entonces llega Ramón María Núñez acompañado de los Jáuregui, cuando Mamá Nina firma la rendición Y escribe al margen: “Vía coactus”.Como los franceses no sabían latín, entregan la carta de rendición sin validez por el hecho de haberse escrito bajo coacción. Ese momento lo aprovecha la población para abandonar el pueblo y cuando el capitán Dupaint, conocido como el carnicero francés, se da cuenta de la trampa, siente tanto coraje que quema el pueblo. Esto lo escribe Sara García Iglesias, prima segunda mía, en su libro el “Jagüey de las ruinas”.
Nina no se arrepiente de lo que ha hecho, su pasión por el Che y la justicia social es una cuestión de amor.
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